Es difícil saber a ciencia cierta si puede haber grisú en determinadas vetas de carbón, lo que lo convierte en un gas muy peligroso. De un tiempo a esta parte, las minas se han equipado con grisuómetros, que son sensores electrónicos que alertan en tiempo real sobre la presencia de metano en las galerías. Además, hay sistemas de ventilación forzada que renuevan el aire y pueden diluir las concentraciones peligrosas Por otra parte, hay perforaciones de drenaje, con las que se libera el gas antes de iniciar la explotación.
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