Como siempre, la realidad (en todos los planos de la vida, también aquí, incluso más en el de la gestión de personas por las empresas, pese a su capital importancia) suele ofrecernos mayores matices, si no desmentidos, o auténticas decepciones, por el fuerte contraste con los solemnes discursos. Como siempre, para no razonar en el frío especulador de la observación teórica nos fijaremos en una experiencia muy reciente judicial.
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