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Tiro al gato en la España rural: las protectoras denuncian que cada año son aperdigonados y descuartizados miles
Su último cuidador le llamaba Errico, aunque antes había tenido otros nombres. Era un elegante gato rubio de edad incierta que creció y vivió en las calles de un pequeño pueblo de la Ribagorza aragonesa llamado Seira, algunos kilómetros río abajo de Benasque. Como la mayoría de los animales ferales, se resistía a dejarse acariciar por los humanos, aunque toleraba e incluso buscaba su proximidad. Había en él cierta gentileza natural de carácter que le había granjeado simpatías entre algunas personas de la población. Quienes le amaban dicen q...
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O en casa o muertos.