Cuanto más cerca has estado de la institución más sabes de esto, así que estoy por invocar a unos cuantos meneantes para que cuenten sus historias universitarias, al hilo de la suspensión o abandono por parte de Monedero de la enseñanza universitaria.
La cuestión que todos conocemos es que la transacción consiste en sexo a cambio de empleo público, y que la transacción es bilateral. Hay profesores que ofrecen puestos a sus alumnas favoritas (o alumnos, porque también hay casos femeninos), y alumnas que ofrecen directamente sexo a cambio de un puesto en el departamento, aunque también hay algún caso masculino.
Así que hay quien compra sexo a cambio de una plaza y quien vende sexo, a cambio de una plaza.
La hipocresía es máxima, eso sí. Cuando algo sale mal, siempre es un cerdo el que recibe la mamada o el revolcón, y siempre se da por hecho que presionó a la otra parte, cuando la otra parte estaba encantadísima de pillar un trabajo tan bueno, tan fácilmente, y sin que se presentase nadie más contra su candidatura en la oposición.
Por mio parte, también culpo más al profesor que se folla a la becaria para hacerla ayudante o asociada, que a la becaria que se deja querer, más que nada por que lo que el tipo hace es mercadear con un empleo público, que es de todos, mientras la chavala mercadea sólo con su cuerpo, que es sólo suyo. Lo que me jode es que luego, a los 55 años, nos venga a contar que la presionaron y fue víctima. Treinta años y diez trienios de salario después. Ya, chata.
Pero el mecanismo fundamentalmente es ese, y mientras no se intente poner remedio a los ridículos medios de selección y contratación de personal en la Universidad, el mecanismo seguirá siendo ese. Y el que no reserva la plaza para la querida, la reservará para el hijo o la sobrina. Porque a ti, que no eres del mundillo, ni se te ocurra caer por allí.
Julay.
Pringao.