Hay mucha gente que considera el desahucio un acto violento, y que semejante cosa no se puede permitir, porque la familia que se queda en la calle pasa a vivir a costa de toda la sociedad, convirtiéndose en una carga social para todos. Yo soy uno de los que piensan así. Echar a la gente de sus casas es un acto de alcance social que nos afecta a todos, en una u otra medida.
Y precisamente por la raíz y el alcance social del problema, creo que tenemos que analizarlo desde una óptica común y social.
En primer lugar, veamos las causas: por razones de todo tipo, una familia vive en un lugar determinado pero no logra los ingresos suficientes para sufragar su sustento. La raíz del desahucio es esa.
El propietario de la vivienda, sea quien sea, entiende que hay otras muchas familias que desean pagar por ella y que no tiene pro qué renunciar al valor de ese bien. Lo veo legítimo. Por tanto, lo primero que tenemos que plantear es que no se puede desahuciar al inquilino actual para dejar la vivienda vacía. Parece casi una broma, pero si lo pensamos bien no lo es.
En segundo lugar, nos encontramos con un hecho que nos cuesta asumir: los desahuciados han llegado a esa situación porque, por algún motivo, la decisión de vivir en ese lugar determinado no ha sido correcta. Y hay que ayudarles enmendar su error, igual que se ayuda al fumador en el hospital, o al accidentado tras un accidente del que él mismo tuvo la culpa. Pero no hay que ayudarles a persistir en el error, sino a enmendarlo.
Por tanto, podría ser interesante que el desahuciado recibiese una vivienda gratuita, a expensas de todos, pero lejos, muy lejos, del lugar en el que residía originalmente, en un ámbito completamente distinto. ¿Evitar el desahucio a costa del destierro? Sí. Eso es lo que digo. Pero no como castigo, sino como nueva oportunidad.
¿Te echaron de tu piso de Madrid porque no lo podías pagar? Eso quiere decir que Madrid no tiene oportunidades para ti. Por lo que sea. Te vas a Astorga, a costa de todos. Te vas a Miranda de Ebro. Te vas a Linares. No ter quedas en la calle, tus hijos no se quedan bajo un puente y sin escolarizar, pero Madrid, está claro ya, no tenía nada que ofrecerte.
El derecho a la vivienda existe, pero no viene con un código postal tatuado en la frente. Hay que convertirlo en un derecho efectivo y social, pagado pro todos. Pero no donde tú elijas. Al fin y al cabo, tu elección se ha demostrado equivocada, como el fumar, como el correr demasiado. Te ayudamos, sí, pero bajo condiciones, con una nieva oportunidad basada en un nuevo lugar y un nuevo ambiente.
¿Suena a canallada? No lo es. El estado del bienestar también, y más que nada, debe buscar ser justo y sostenible. Las personas que toman decisiones que son claramente lesivas para sí mismas también deben ser ayudadas, pero alejándolos de las causas que las indujeron a tomarlas.
Por eso prohíbe el tabaco en cierto ámbitos. Por eso debería prohibirse el juego en otros.