Sobre la bilis

Un lector habitual de esta sección me ha llamado la atención por el tono demasiado iracundo de uno de mis últimos artículos, y al repasar lo dicho y compararlo con lo que quería decir, me he dado cuenta de que es cierto.

Lo peor es que el mal no sólo es mío, y no es sólo un lapsus. Lo peor, a mi entender, es que se trata de un estado de ánimo, al que algunos llamarían crispación, otros tono, y yo tengo que considerar producto de un momento histórico. Eso es lo que me preocupa y por esa razón escribo ahora estas líneas.

La abundancia de opiniones y la facilidad que los actuales medios ofrecen para opinar, ha convertido la escena pública en una especie de carrera armamentística, un concurso de exabruptos crecientes para captar la atención de un publico que dedica un tiempo cada vez más escaso a la lectura, y más escaso todavía a la reflexión.

Desde el Sálvame a los tabloides, de la prensa amarilla a los blogs de moda, de la prensa económica a Menéame, todos caemos de vez en cuando en el mismo mal: la bilis, más que prueba de indignación es hoy un simple altavoz, una mano tendida en busca de la limosna de un minuto más de atención.

Lo malo del asunto, lo peor, es que no nos damos cuenta de los efectos que produce en nuestro entorno. ¿Quién no está en un grupo de Whatsapp o de noticias que se alimenta de decenas de enlaces, verdaderos y falsos, que tratara de producir indignación? ¿Que es ahora mismo esta web, más que un grupúsculo de agitadores que se agitan entre ellos, que se espolean entre ellos, que se realimentan el cabreo para que no baje el tono de las noticias?

La sociedad se radicaliza, y no lo hace solamente por los problemas de la calle. La sociedad se radicaliza, también y sobre todo, por la acumulación de bilis procedente de unos medios de comunicación reconvertidos en circos, con los papeles de domador, trapecista y payaso, repartidos de antemano. ¿No os parece sospechoso que en cualquier medio online las noticias ocupen cada vez menos espacio mientras los vídeos, las noticias rosas y las gilipollceces crezcan sin parar?

Es circo. Sólo bilis circo.

Ni pan ofrecen ya.