Sobre el futuro del hombre

Sobre el futuro del hombre

Hace poco un amigo virtual me dio a conocer un libro muy interesante y reciente del que no sabía nada (y otro buen amigo virtual me ayudó a conseguirlo en la red para leerlo). El libro es "The Physics of Life: The Evolution of Everything" de Adrian Bejan, y viene a apoyar con interés el trabajo de los autores ya comentados Eric Chaisson y Jeremy England.

En pocas palabras se concuerda que existe sin duda en el mundo una tendencia natural innata hacia generar con la máxima eficiencia movimiento y consumir así gradientes de potenciales energéticos al mayor ritmo posible por unidad de masa y unidad de tiempo. Adrian Bejan reduce así toda evolución y cambio fenoménico a este "deseo" espontáneo de la realidad afirmando que no hay más diferencia entre lo que entendemos como vivo o inerte que la cantidad de energía que se es capaz de consumir (el flujo de movimiento total que una estructura es capaz de generar). Y este hecho nos ayuda también a comprender no sólo la historia evolutiva que ha llevado a la aparición del Homo Sapiens, sino que nos permite entrever el posible futuro de nuestra especie. Vamos a verlo:

1) Ninguna especie es o puede ser eterna o estática. Toda estructura en el mundo, viva o no, es un ente condenado al cambio y a la adaptación, a la lucha por la permanencia. Esta permanencia pasa obligatoriamente por ser una estructura material capaz de maximizar dadas las circunstancias fisico-químicas el aumento de entropía en el mundo.

2) Tan pronto aparece en cierto nicho o ambiente otra estructura capaz de mejorar esta eficiencia en el flujo de consumo energético, la naturaleza de manera autónoma prescinde de la antigua y la sustituye por la nueva. Este proceso de sustitución es automático y tan natural como el hecho de que una roca ruede siempre por una ladera todo lo posible siguiendo el camino que minime su energía potencial (y por tanto maximice su energía cinética y de camino la cantidad de energía disipada como "calor" debido al rozamiento roca-suelo).

3) El ser humano basa su enorme éxito (y domina) en el planeta gracias a su capacidad cognitiva para poder adaptarse y consumir (disipar) con eficiencia en muy diversas situaciones. Nuestro hábitat es ya la Tierra entera y no hay otra especie animal capaz de rivalizar de momento con nosotros en nuestra habilidad para generar flujos de movimiento: cada innovación técnica y tecnológica se ha encargado de mejorar esta eficiencia empezando por el fuego y terminando por la moderna industria.

4) Pero como ya hemos visto en el mundo nada es eterno y todo cambia...y eso supone que el hombre como lo conocemos ahora está condenado a desaparecer más pronto que tarde (hablando a escalas cosmológicas). Decenas de millones de otras especies desaparecieron ya fruto de la contingencia (meteoritos, cambios geoclimáticos, etc.) o de la rivalidad con otras estructuras (como le ocurrió por poner un ejemplo al Homo Neanderthalensis que no fue capaz de rivalizar con nuestra superior habilidad para producir flujos y consumir energía).

5) Si el hombre desaparece, o mejor dicho cuando el hombre desaparezca, será también debido a uno de estos dos motivos: a un accidente natural que cambie demasiado el hábitat global del planeta como para que no podamos hacerle frente a tiempo (gran meteorito, etc.); o debido a que aparezca otra estructura material capaz de competir con nosotros en este mismo ámbito planetario. Es decir, que dado el suficiente tiempo (y puesto que nada es eterno y todo cambia) es muy probable (casi certeza) que de una manera u otra alguna estructura alternativa lleguará a superar nuestra eficiencia para producir y consumir energía libre...y la naturaleza espontáneamente la "seleccionará" a ella para que domine y permanezca en la realidad.

6) ¿Y qué tipo de estructura podría lograr el hito de superarnos como entes maximizadores de consumo energético? La respuesta es simple: otra estructura tan inteligente o más que el ser humano. Posiblemente una estructura tan capaz y trabajadora como el hombre, pero que carezca de nuestras limitaciones biológicas más mundanas. En otras palabras, que como el tristemente fallecido Stephen Hawking ya adelantó: «La inteligencia artificial podría significar el fin de la raza humana».

7) Adrian Bejan nos enseña que lo artificial y lo natural son conceptos vagos y arbitrarios creados por nuestra subjetividad. Lo que realmente existe son diversas estructuras físicas y un mandamiento termodinámico natural que cumplir. En este sentido el Universo en sí no diferencia entre animado o no, y todo lo toma según la vara de medir del flujo de movimiento total que cierta estructura es capaz de generar. Así pues, probablemente conforme el hombre vaya devorando energía y construyendo entes inteligentes no basados en el carbono (precisamente siguiendo nuestra ansia de producir aún más rápido), irá al mismo tiempo modificando el propio sistema planetario -nuestro hábitat- (como fue ya en el pasado por ejemplo el caso de la aparición de estructuras fotosintéticas que llegaron a modificar el contenido gaseoso global de la Tierra aniquilando por el camino a millones de especies).

8) Imaginad aparatos cada vez más y más inteligentes (y ni siquiera es necesario que lleguen a alcanzar nuestra conciencia, que como sabemos es un mero artificio evolutivo funcional que al hombre le ayudó a sobrevivir pero que no es imprescindible para lograr conductas ingeniosas). Estos entes no biológicos irán cada vez logrando capacidades cognitivas más amplias e irán por tanto realizando poco a poco todo el trabajo que actualmente hacemos nosotros (las personas pasarán a ser en gran medida disfuncionales y ociosas).

9) Y es que muchos se preocupan de si esta falta de trabajo para el hombre debe ir acompañada o no de una renta básica universal, o sobre qué harán las personas cuando no tengan que trabajar (porque otros procesos autónomos lo hagan todo). Eso no es lo que debería preocuparnos; el verdadero problema es que la naturaleza no se preocupará lo más mínimo en mantener en la existencia a seres ociosos y disfuncionales (en relación a su inutilidad para aportar en favor de la verdadera y única meta natural: mejorar la eficiencia del consumo energético).

10) Muy poco a poco cada vez harán falta menos personas para mantener el parqué de máquinas inteligentes autónomas; mientras que la productividad crecerá exponencialmente gracias a la eficacia de estas máquinas que no lastran nuestras "debilidades" biológicas (no descansan, no enferman, etc.). Es bien conocido que muchas especies ajustan el número de descendientes a las condiciones ambientales, y en el hombre posiblemente este proceso ocurra también de manera más o menos inconsciente. El hecho es que las personas poco a poco irán intuyendo que traer hijos al mundo en un planeta abarrotado de máquinas (y de personas) con una falta total de trabajo y de utilidad práctica es poco "ético" o "deseable". Finalmente el aburrimiento y el hastío (el tan consabido hastío Schopenhaueriano) llegará a amargar la existencia de todos esos "afortunados" que no tienen nada que hacer (con su renta básica incluida), lo cual tirará posiblemente aún más a la baja el crecimiento demográfico.

11) Un proceso muy gradual de sustitución de personas por máquinas acontecerá en el planeta (ya lo hace de hecho en ciertas zonas del primer mundo aunque de manera poco perceptible aún). Y por otra parte, la búsqueda del aumento en la eficiencia empujará a las grandes compañías tecnológicas a crear máquinas capaces de crear (y mejorar) otras máquinas sin apoyo humano (como ya aventuró nuestro gran Mariano Rajoy xDD). Ese será sin duda el punto de inflexión que marcará nuestro destino. Valga la pena mencionar que ya en estos momentos Google publicó hace poco un paper donde demuestran cómo lograron que una red neuronal fuese capaz de crear ella misma otras redes neuronales más eficientes que las alternativas desarrolladas por ingenieros humanos para la resolución de ciertos problemas (lo llamaron AutoML).

12) Y por supuesto está el hecho puesto de relieve con maestría por Carlos Castrodeza por entre toda su obra: la evolución biológica no "permite" que órganos no funcionales permanezcan en el acervo génico. Esto quiere decir que conforme las máquinas hagan más y más tareas que requieren de habilidades cognitivas complejas; estas tareas dejarán de ser hechas por personas, lo cual supondrá que tales capacidades cognitivas dejarán de tener funcionalidad adaptativa en nosotros e irán muy gradualmente desapareciendo. Es decir; que más pronto que tarde el ser humano se "idiotizará" conforme su supervivencia no dependa de su inteligencia de manera tan crucial y personal como lo ha sido hasta la fecha: un proceso que se verá acelerado en cuanto las máquinas tengan la capacidad para autoensamblarse, automantenerse y autodiseñarse (mejorarse) por ellas mismas.

Conclusión) Hace unos días mi empresa me encargó la supervisión del desarrollo de un proyecto de red neuronal capaz de entresacar de manera autónoma información relevante de CV's tipo Word (docx) or PDF. La razón: una petición de una famosa empresa textil que ha visto como la generación de los llamados "millennials" no saben/no quieren rellenar los típicos campos de los formularios web que la empresa ponía a disposición de los interesados en conseguir un trabajo en sus tiendas de ropa. Los "millennials" por lo visto (en general) tienen las ganas/conocimientos justos para escribir un documento Word y adjuntarlo con un botón...y que no se les pida más. Yo lo veo un claro ejemplo empírico de todo lo dicho arriba: muchas de nuestras capacidades cognitivas están empezando ya en esta nueva generación a "sobrar". Y lo disfuncional como decimos, la evolución gradualmente lo barre del acervo génico. Si pudiéramos pintar en una gráfica las habilidades mentales medias del ser humano en las generaciones por venir probablemente veríamos una curva descendente para las próximas décadas y centurias. Más pronto que tarde nuestros tataranietos irán delegando más y más tareas en máquinas cada vez más y más autónomas y autosuficientes (incluso la propia crianza de nuestros hijos); y es muy posible que llegue el momento en que el ser humano como tal deje de ser el ente termodinámicamente dominante en el planeta (seremos ya pocos y en gran parte inútiles). A partir de ese momento, y por muy distópico que suene, la supervivencia de nuestra ya disfuncional especie estará tan en peligro como lo pueda estar hoy día el oso panda.