El gobierno balear acaba de firmar un convenio con la Comisión Islámica Española para iniciar la enseñanza del islam en 10 centros docentes públicos. En todos los casos similares a este que se han producido últimamente, la reacción de la carcundia fundamentalista y patriotera es inmediata. Surgen por doquier soflamas contra progres y podemitas que tratan de implantar la religión islámica mientras atacan la enseñanza de la religión católica (1). Alguien podría considerar irrelevante lo que opinen estos extremocentristas, pero lo cierto es que suele ocurrir que los representantes locales del PP, un partido fuertemente representado en las instituciones, se sientan también ofendidos y se opongan de manera frontal a tales pretensiones (2,3).
El razonamiento para sentirse ofendidos es siempre el mismo: los mismos izquierdistas que piden la eliminación de la enseñanza de la religión católica, la que para ellos es la única verdadera y la consustancial a la patria española, tratan de implantar la religión islámica, malvada tanto por su, para ellos, evidente falsedad como por ser paradigma histórico de antiespañolidad.
La falacia es tan evidente que daría la risa si no fuera por el poder que estos sectores más rancios de la población han heredado de la aún reciente dictadura nacionalcatólica franquista.
Recordemos que la transición al actual régimen constitucional se operó tras un debate constituyente entre los representantes políticos elegidos en las semidemocráticas elecciones de 1977. Puede decirse que todos ellos, desde el mismo inicio del debate, querían acordar una carta magna que hiciera de España una democracia homologable a los países de Europa occidental, de manera que fuera factible formar parte tanto de la actual Unión Europea como de la OTAN. Las posibilidades de negocios pesaban tanto o más que el afçan democratizador. Pero los negociadores provenientes de las autoridades franquistas utilizaron su posición de fuerza para mantener intactas las señas de identidad de la anterior dictadura. Una de ellas es la estructura de privilegios de la iglesia católica. Para ello, se redactaron artículos constitucionales que ratificaban la situación especial de la religión católica y, paralelamente, se redactaron acuerdos con el estado vaticano en los que tales privilegios se elevaban al rango de acuerdos internacionales. No hubo opción de rechazar estas partes del acuerdo constitucional, era todo o nada.
Y de ahí surgió la obligatoriedad de impartir la religión católica en la enseñanza con el mismo tratamiento que otras materias fundamentales. Tamaño desatino ya es de por sí terrible, pero su concomitancia con otro aspecto constitucional lo aumenta mucho más. Y es que la no discriminación por razones religiosas, un requisito imprescindible de cualquier ley fundamental democrática, es un mandato constitucional básico.
Y la consecuencia es evidente, la religión católica no puede ser la única con el privilegio de impartir catequesis. Por tanto, se establecen acuerdos con otras religiones (4), que pasan a denominarse de notorio arraigo ( aunque alguna de ellas no tenga prácticamente adeptos), y el siguiente paso es que sus correspondientes jerarquías pidan para ellas los mismos privilegios incrustados en la constitución y en el concordato. Y el primero es impartir el correspondiente adoctrinamiento en la enseñanza reglada. Es la realización práctica de la frase infantil: explota, explota, pero en este caso explota en la escuela.
Y así vamos, transitando desde un estado aconfesional de mentira hacia una lamentable estado multiconfesional en el que vamos a sostener con fondos públicos todas las religiones que logren implantarse en estas tierras. Hasta el vudú podría llegar, acompañado de sus hechiceros. Es la metástasis de los restos nacionalcatólicos del franquismo.
Salud.
(1) www.hispanidad.com/confidencial/psoe-y-podemos-promueven-la-ensenanza-
(2) www.mallorcadiario.com/pp-religion-islamica-centros-publicos-baleares
(3) religion.elconfidencialdigital.com/articulo/otras_religiones/tension-c