¿Ha llegado usted a una posición de relevancia dentro de las estructuras gubernamentales de un grupo poblacional y desea mantenerla? ¿Su gestión no ha sido tan fructífera u honrada como quizá se esperaba y teme perder su puesto? ¿Cree que sus ideales son más cercanos a la verdad absoluta que los de sus oponentes, o que su estilo de vida sólo puede mantenerse a costa de seguir al mando?
Le ofrecemos aquí una breve guía para conservar su privilegiado asiento y manejar el timón en aras del beneficio popular y, por qué no, individual.
- Recuerde que las dos herramientas indispensables para conseguir tal objetivo son la manipulación y la fuerza. Los actos de buen gobierno suelen obviarse o pasar desapercibidos para la población general. Y si no me cree, piense: ¿cuántos políticos son reconocidos y/o recordados por sus buen gobierno y cuántos por su ineficaz gestión y sus meteduras de pata? No trate de ofrecer un buen servicio público; no sirve de nada. Sin embargo, gracias a la manipulación, puede conseguir que su dudosa gestión o su incapacidad para dar solución a los problemas reales de la población pasen a un segundo plano y que incluso se le valore como un referente político de primer nivel. Y si ello no es aún suficiente, siempre puede recurrir a la fuerza para calmar los ánimos de sus opositores y rebajar el volumen de sus protestas.
- Crear un enemigo común, ya sea real o ficticio, que sirva como causante primigenio de todos los problemas de su país, nación o comunidad, es un paso obligado para todo aquel que desee mantenerse en el poder, ya que simplifica la causa del problema y permite desviar la atención del pueblo hacia otro objetivo en el caso de que usted y su gestión tenga una hipotética parte de culpa en el origen o continuación de tal problema.
- Sea hábil y no utilize razones lógicas o técnicamente complejas para conseguir el apoyo popular de sus ideas. Entienda la psicología humana y use motivos que aduzcan a las pasiones. Olvide el conflicto que la abstracción de tales pasiones pueda causar ya que, culturalmente, el pueblo está programado para desechar los procesos lógicos que culminarían con el descrédito de tales pasiones, y la inercia de la presión social hace que el proceso ideológico basado en las pasiones se retroalimente.
- Si se ha decidido a utilizar la manipulación de forma activa, recuerde dos estrategias que son a su vez los pilares del éxito a la hora de conservar su sillón: el victimismo y la desinformación. No importa lo que haga: usted y sus representados son las víctimas inexcusables de los procesos que atenten contra su gestión. Tómeselo siempre de forma personal. Puede utilizar motivos tan dispares como la vulneración de ciertas leyes o la represión sistemática de sus ideales. Recuerde que para que esta estrategia sea efectiva, hay que conseguir que sus opositores sean vistos como la antítesis del ideario personal. Para ello, ha de hacer uso de la desinformación. Aproveche que los medios de comunicación se encuentran bajo la tutela de los poderes económicos, con los que usted, como buen gobernante, tiene relación directa, y no dude en utilizar la televisión estatal como medio de difusión o ausencia de ella, según sea necesario. Además, tenga en cuenta que el ciudadano medio suele manejarse dentro de un círculo familiar, tanto social como habitacional, y es poco probable que tenga contacto con sus oponentes, lo que ayuda a deshumanizar al enemigo y al flujo de información de primera mano.
- ¿Representa usted una posición ideológica de izquierdas o de derechas? No importa. Abandone sus convicciones éticas y morales y trate de alcanzar una sintonía con aquellos que defiendan la idea última que le permita a usted seguir a los mandos. Puede acudir a la izquierda, donde encontrará a los más fervientes y pasionales defensores de su idea gracias a conceptos como libertad, democracia, cultura y respeto, o puede cooperar con la derecha, conocedores de los entramados socio-económicos necesarios para el correcto funcionamiento de cualquier nación occidental. Recuerde que en ambos lados se encuentra gente como usted, deseosa de conservar su posición en las estructuras de gobierno.
- No tenga miedo a realizar iniciativas que no cuenten con el apoyo popular. Es una ocasión perfecta para hacer uso de la estrategia del victimismo. No importa si es ilegal o poco ético. Todo buen gobernante ha de saber cuándo ha de imponer sus ideas. Si encuentra oposición mientras aplica sus ideas, el enemigo común se encargará de absorber toda responsabilidad.
- Recuerde que, una vez iniciado este proceso y convencidos sus votantes, es muy complicado revertir la situación en tanto que una aproximación al enemigo se tomará como muestra de debilidad y de falta de convicción en las ideas anteriormente mostradas. El buen político que desee aferrarse a su cargo ha de ser inteligente y mantener una relación balanceada con sus opositores, de forma que ambos puedan beneficiarse de las mismas estrategias. Se recomienda aumentar la tensión en momentos donde las fallas de su gestión al frente del gobierno se hagan más evidentes y no existan distractores poderosos como eventos de entretenimiento, casuísticas sociales puntuales o acontecimientos climatológicos excepcionales.
- Como no podría ser de otra forma, no sólo es importante lo que hace en la actualidad, sino lo que hará en el futuro. Debido a los procesos electorales que recurrentemente se celebran, es necesario alimentar las pasiones de las que hablábamos anteriormente con promesas basadas en la ilusión y la esperanza. Que tales promesas sean o no factibles de realizar, o el costo que supondría llevarlas a cabo, es irrelevante. Siempre puede recular, ya que la política no es una ciencia exacta, pero las promesas son el empujón necesario para volver a ser reelegido en unas elecciones, siempre y cuando se incida en que usted y los suyos son indispensables para realizarlas, y su no realización conllevaría consecuencias catastróficas.
- Un sabio dijo una vez: "Familia, religión, amistad; son los tres demonios que uno debe apuñalar si desea triunfar en los negocios". Aunque se trate de una afirmación a priori muy taxativa, no conviene olvidar que en la política moderna, las relaciones personales se encuentran en el punto de mira de la población. Elija bien a sus amigos, pero si ha de hacer el esfuerzo de renunciar a dicha amistad no lo dude. Puede ocurrir que durante su gestión, aparezcan complicaciones que resulten con la presencia de sus amigos y familiares ante los estamentos judiciales. Aprenda a hacer memoria selectiva, pues no conviene tener a ciertas personas en nuestro entorno. Lo mismo ocurre con el conocimiento de sus actos, pues le puede acarrear problemas y verse implicado en asuntos que en otros casos le serían ajenos. Aparte igualmente sus convicciones religiosas: puede hacer amigos entre grupos que profesen otra fe, y en vista del apogeo del término multiculturalidad, ganar los apoyos de determinadas comunidades de votantes.
- El punto más triste es que nada es para siempre. Ha de asumirlo. Llegará un momento en que el estrés causado por el servicio público, además de las complicaciones de la edad, supongan un hándicap para mantener la ilusión y las ganas de seguir gobernando. En ese caso, no hay nada mejor como sus familiares directos y amigos más cercanos para mantener su legado. Inculque a sus hijos los valores necesarios para alcanzar el éxito en la empresa, y enséñeles las estrategias que aquí mencionamos. Así, aunque los tiempos cambien, se mantendrán frescas las ideas que invitan a la nación a seguir bajo su batuta, para beneficio de todos.