A los censores de Menéame

Algunos me conoceréis porque suelo escribir artículos en esta web. Sin querer sonar pedante, creo que mis artículos suelen caracterizarse porque los temas que en ellos trato intento que estén fundamentados en evidencias científicas y razonamientos lógicos. No trato de decir con esto que yo, como todo el mundo, no tenga mis sesgos y sea 100% imparcial. En la medida en la que puedo intento evitarlo, sin embargo, uno nunca es 100% consciente de sus sesgos y, en mayor o menor medida, de forma consciente o inconsciente, todos caemos en ellos tarde o temprano. Por eso, siempre suelo decir que nadie se crea nada de lo que escribo porque yo lo escriba o porque suene más o menos convincente, sino que el motivo de mis escritos es para que las personas pueden indagar por ellos mismos si lo que se dice en ellos es cierto o no.

Por otro lado, he de reconocer, sin que por ello desee que se me mire como “sensacionalista”, que me suele gustar escribir sobre temas tabú y/o “polémicos”. Supongo que algunos, como muchas veces me han señalado, se pensarán que soy de derechas, pero lo cierto es que no lo soy. Tampoco me considero de izquierdas. Creo que, como decía aquel, “las ideologías son verdades parciales presentadas como universales” y uno de los problemas que tenemos hoy en día (probablemente siempre haya existido) es que tenemos demasiadas identificaciones en nuestras cabezas. Nos identificamos con un grupo que pensamos que nos representa en algún sentido y, por consiguiente, todo aquel que manifieste alguna idea contraria a nuestro grupo de pertenencia será mirado con sospecha de pertenecer al grupo enemigo. Huelga decir que, en estas identificaciones, lógicamente, nuestro grupo siempre pertenece al bando de los buenos y, por lo tanto, el grupo rival al bando de los malos.

Es por ello que, cuando decidí empezar a escribir artículos, sabiendo que esta página la componen, generalmente, personas más orientadas a la izquierda, y asumiendo que me gusta escribir sobre cosas que pueden resultar controvertidas, comprendí que mis escritos podrían no ser aceptados por algunas pocas personas muy ideologizadas y que, de forma visceral, votarían negativo sin siquiera haberse leído el artículo. Generalmente me suele ocurrir eso. Todos mis artículos tienen algún negativo de alguna persona que le ha sentado mal por algún motivo. También, la mayoría de mis artículos que han llegado a portada, suelen polarizar mucho a los lectores y suelen llegar con una gran ristra de negativos a sus espaldas siendo calificadas como “erróneas o controvertidas”. No obstante, dentro de lo que cabe, no me quejo. Sin embargo, donde más sorprendido me hallo no es en los artículos, sino cuando subo alguna noticia. Os pondré en situación:

El otro día subí un vídeo de un amigo muy querido en esta página (modo ironía “on”), Juan Ramón Rallo. Sí, sé que es muy odiado por estos lares, pero fijaos en la contradicción: yo subí un vídeo que no tenía nada que ver con una crítica hacia el Gobierno o hacia Podemos (que me lo hubiesen tirado al minuto 1), sino que era un vídeo sobre “por qué el precio del gas y la electricidad está en máximos históricos”. En ningún momento el autor mencionó a Podemos o al PSOE o a ningún partido político, sino que se le limitó a hacer un análisis, a mi modo de ver bastante aséptico, mencionando que hay que tener en cuenta diversos aspectos, como la llegada del invierno, el propio crecimiento global, la demanda mundial del gas natural, la suspensión de la actividad nuclear en Europa, el control de Putin, etc. Quizás uno pueda estar más o menos de acuerdo con el análisis, o pensar que quizás se haya podido dejar alguna que otra razón en el tintero, pero, curiosamente, la noticia fue tirada al de pocos minutos por 11 votos, de los cuales 10 de ellos la calificaron de “irrelevante” y el otro de “sensacionalista”. Este último, no tiene ni pies ni cabeza, porque el vídeo, al margen de que se pueda estar más o menos de acuerdo con él, es de todo menos sensacionalista, pero es que el voto de “irrelevante” tampoco tiene mucho sentido, pues ¿cómo mide uno la relevancia de un vídeo así? ¿Acaso un análisis del precio del gas y la electricidad —a mi modo de ver muy riguroso— en un momento en el que los precios se han disparado, no tiene ninguna relevancia? Puede uno pensar que quizás las personas expusieron los motivos de la cancelación de la noticia en los comentarios. Nada más lejos de la realidad. Nadie hizo una sola crítica a la noticia. Bueno… Miento. Lo más parecido a una crítica fue un comentario de un usuario que dijo:

Porque unos cuantos ricachones se benefician escandalosamente y nos engañan con juegos de trileros.

Después, otro dijo:

Payasada rallada. Irrelevante directamente.

A este último le pregunté por qué. No contestó.

Lo más curioso de todo esto es que, unas semanas atrás, subí otro vídeo de Juan Ramón Rallo a la web. El titular rezaba así: Por qué la derecha se equivoca defendiendo la ley mordaza. Para una persona que manipula tanto y dice tantas payadas, es lógico pensar que el mismo criterio que se le aplica a casi todos sus vídeos para tirarlos abajo, también será aplicado en este caso; sin embargo, para mi sorpresa, el vídeo alcanzó la portada de la web llegando a los 434 meneos y tan solo a los 4 votos negativos; es decir, ni tan siquiera fue calificada como “errónea o controvertida”. Lo mismo ocurrió con otro vídeo titulado: Ayuso: ¿por qué alcohol sí y cannabis no?  ¿Cómo es esto posible?

Otro ejemplo: hace unas horas leí una entrada en un post que me pareció muy emotiva además de estar basada en un gran trabajo histórico y pedagógico. El post parte de la tesis de que no es cierto que los hombres hayan reprimido históricamente sus sentimientos, debido a que, a lo largo de la historia, tenemos multitud de escritos de varones que, por muy diversos motivos, expresaron sus sentimientos: véanse los sentimientos amorosos en los poetas; la furia, el miedo, la angustia, el anhelo, el gozo… en la Iliada y la Odisea; o los sentimientos de amistad en imágenes que hablan por sí solas.

Lógicamente, no espero que el artículo llegue a portada, pues asumo que no será un contenido que despierte mucho interés. Pero, cuál es mi sorpresa que, de nuevo, unos pocos minutos después de compartir la noticia, ante un contenido tan aséptico,  ya 3 personas la habían votado como “sensacionalista” e “irrelevante”.

Y yo me pregunto: ¿por qué razón? Y la conclusión a la que llego es que muchísimas personas, en esta página, votan negativo por 3 razones:

1)    Votan negativo al mensajero y no al mensaje: si asocio al mensajero con determinadas ideas, entonces, cuando este trate algún tema que a mí me sea doloroso, debido a que puede hacer tambalear mi sistema de creencias, me protegeré votándole negativo.

2)    Votan negativo a aquellas ideas que puedan hacerles entrar en una “disonancia cognitiva” (tensión interna del sistema de creencias): algunas personas se identifican tanto con determinadas ideas, partidos, personajes, etc., que terminan formando parte de su propia identidad, y por tanto, viven como un ataque personal todo aquello que los cuestione.  

3)    Votan negativo porque asocian al que no piensa igual con el enemigo: como parte de su identidad queda conformada por la identificación con unas determinadas ideas o con un determinado grupo, entonces, todo aquel que cuestione las unas o el otro, deberá formar parte del grupo enemigo, que, por supuesto, siempre serán los villanos de la película.

Y es curioso que este tipo de conductas vengan dadas por personas que se suelen identificar con nobles ideas como “la libertad de expresión”, “la no-censura”, “la no-discriminación”, etc. Pero la realidad es que en Menéame se censura igual que en otros sitios e igual que en otras épocas, con la salvedad de que, en lugar de haber un solo censor, ahora hay cientos de ellos. Hasta cierto punto, Menéame tiene mucho de cámara de eco donde solo las noticias que vayan en la línea que gusta a la ideología mayoritaria, terminarán llegando a portada. Todos aquellos que se creen mejores, menos tramposos y más honestos, en el fondo no lo son, porque caen en las mismas burdas manipulaciones de aquellos a los que tanto critican.