Lo que no soporta Europa es mirarse al espejo. Lo que no soporta es ver su propio reflejo y realidad observando lo que hace Rusia. Mientras el gobierno ruso decidió poner su ejército a disposición de la defensa de sus gentes en las regiones del Donbass y Crimea en una guerra que comienza en 2014 tras un golpe de estado, actuando de manera implacable como lo estamos viendo actualmente, Europa observa desde la grada y con impotencia su inoperancia, falta de compromiso y cobardía, sin capacidad ni voluntad para hacer lo mismo por quienes considera como legítimos en sus demandas, como es el resto del pueblo ucraniano, a los que contínuamente se les prometía una futura adhesión a la Unión Europea, y se les negaba sistemáticamente.
Y de toda esta frustración y sentimiento de culpa mal gestionado, que lejos de resarcir, agravan, nace toda esa propaganda y ese discurso que alimenta la rusofobia propia de Hollywood. Los valientes héroes tertulianos que son expertos de todo y comentan sin humildad que les incapacita para ver dónde están sus propias limitaciones, secuestran la opinión pública a través de vídeos fakes, historias inventadas que terminan siendo desmentidas, análisis psicoanalíticos morbosos infundados y apelando a una casi exclusiva reacción emocional para justificar lo que es a todas luces es una pantomima a la hora de pretender poner fin al conflicto, basando toda su estrategia en un puro gesto hipócrita que se sabe de antemano ineficaz: mandar armamento ligero que solo puede ser útil en una Ucrania indefinidamente hundida en los combates y toda la miseria que le traerá la guerra, como ya ocurrió en Afganistán durante 20 años con las guerrillas. Un gesto que no es más que una histérica manipulación para justificar este despropósito.
A ellos no les va a importar en absoluto que se envien armas, y que la traducción de sus malas decisiones sean más muertes innecesarias, pese a que miembros reputados de nuestro ejército e incluso del de los Estados Unidos, hayan criticado firmemente esta decisión que solo contribuiría a una "sarajevización" y retraso de unas pocas semanas de lo inevitable sumando una cuantiosa cantidad de pérdidas humanas innecesarias. Solo cumplen con su labor de mercenarios informativos a través de pluses de cobertura mediática de este conflicto. Arengan en pro a la guerra, y no les tiembla el pulso para mostrar a un Javier Solana afirmando un Sí a la Guerra que ya no sorprende a nadie, pues en su haber tiene unas cuantas y de las peores de estas últimas décadas pasadas con episodios de crímenes de guerra.
En Europa muchos saborean mandar armas como si fuese una osadía heroica digna de una epopeya griega, cuando no es más que un gesto que delata la falta de compromiso con la justicia internacional como demuestra continuamente con otras guerras en curso. Una propina para crear en el pueblo ucraniano una ilusión de sentimiento que alivie su desamparo. Europa lejos de parecer una fuerza militar realmente preocupada, recuerda más al coach motivacional que te come la oreja diciéndote "no estás solo" mientras vuelves a tu día a día en la más profunda soledad de una rutina que se presenta como un abismo existencial inabarcable si no hay alguien realmente a tu lado que te quiera. Y a Ucrania le llevan dando calabazas desde hace años, y ahora queda patente que se queda en la neutralzone.
Y mientras aquí unos debaten sobre el sexo de los ángeles, sobre los grandilocuentes principios y valores idealistas de honor y patria, defensa de los limites territoriales y demás principios absurdos y arbitrarios nacionalistas y étnicos que tanto gustan a la ultraderecha mundial, otros muchos debatimos sobre la realidad material y cómo mantener a la mayor parte de la gente viva indistintamente de su origen y bando, para poder finalizar lo antes posible este sin sentido de conflicto que nace de las diferencias imperialistas de las élites oligarcas de USA instrumentalizando la OTAN, con su equivalente rival económico y militar Rusia. Una pugna de las élites oligarcas de ambas potencias, en la que los platos rotos los está pagando y los pagará en su mayoría la clase trabajadora europea, por no decir del mundo entero.
Los medios ahora no están combatiendo contra la propaganda rusa, están combatiendo contra la desafección de los europeos con la OTAN, contra el descrédito que le provoca a la población saberse un instrumento de los Estados Unidos, y contra los temores de los europeos de ser las nuevas víctimas de la competencia por la hegemonía mundial entre USA y Rusia, en la que ya no dudan a incluir a China para sembrar el miedo a nuevos fantasmas que puedan suponer un revulsivo económico en el capitalismo global que dominan. Los medios están luchando contra la realidad de una Europa que sirve de instrumento de los intereses de USA, y que saben que están perdiendo. Pero una idea nunca puede someter a la realidad, o al menos hacerlo indefinidamente en el tiempo por mucha propaganda que se haga.
Ucrania está siendo el chivo expiatorio de los pecados de ambos imperios, estadounidense y ruso, y las gentes, las familias de las clases trabajadoras del mundo son las que las están pagando sus desavenencias, mientras las élites oligarcas de unos y otros continuan lucrándose pese al timo de la estampita que han formalizado en forma de sanciones, porque por suerte o por desgracia, el dinero es un actor cobarde en este escenario que nos aleja del DEFCON 1. Solo hay una victoria global posible, un win-win, y es que las guerras de imperios sean sustituidas por las luchas de clase, para poder empoderar a la clase trabajadora y que tome las riendas de su propio destino con un sentido de solidaridad global, en un mundo cada vez más interdependiente, y arrebatárselas de las manos a las étiles capitalistas mundiales que actualmente nos llevan a todos al matadero previa tortura existencial de precariedad y miseria.