España se encierra en su propia cárcel

En España vuelve a haber presos políticos. Como mínimo, presos encarcelados por intereses políticos. Porque no hay razón jurídica alguna para el encarcelamiento de los miembros del Govern que, en un acto de valentía, no huyeron a Bruselas y dieron la cara.

En España no existe la independencia judicial cuando un caso interesa verdaderamente al Gobierno. La Fiscalía es una estructura jerarquizada cuya cabeza es nombrada por el Presidente del Gobierno. Y una buena parte de los jueces (aparte de los que son nombrados directamente por el poder político) demuestran que tienen muy en cuenta los intereses de quien manda a la hora de dictar sus resoluciones.

En España Urdangarín y Cristina crearon una sociedad para delinquir y robar millones de euros a todos los españoles. Aún no han pisado la cárcel. Cristina jamás la pisará, y Urdangarín probablemente tampoco. Pero un grupo de representantes electos catalanes decidieron llevar a cabo su proyecto político porque creían en él. Tomaron decisiones erróneas e incluso injustas (como declarar la independencia sin que existiese constancia de la voluntad mayoritaria de los catalanes en tal sentido, aunque fuese una declaración meramente retórica) pero no robaron ni se aprovecharon de los ciudadanos. Y están en la cárcel por ello, aunque su DUI era papel mojado, y ellos mismos lo sabían al declararla.

Están en la cárcel porque interesa a Rajoy. No sabemos si porque quiere aterrorizar a los catalanes para que voten a Arrimadas (porque lograr que voten a Albiol es imposible), o porque quiere humillarles y reprimirles hasta un punto tan insoportable que les lleve a la violencia, y le dé la excusa para extender el 155 indefinidamente.

Están en la cárcel a pesar de que no hay razón legal alguna para ello. Porque el auto de prisión da vergüenza ajena. Porque para que exista rebelión debe haber violencia según el Código Penal. Porque para que se imponga prisión provisional es necesario riesgo de fuga, de destrucción de pruebas o de reiteración delictiva. Como la propia jueza admite, las pruebas están ya todas encima de la mesa. No hay riesgo de fuga, porque han dado la cara y se han presentado ante la Justicia a pesar de que todos intuíamos que les encarcelarían. Y, estando privados de sus cargos, la "reiteración delictiva" es imposible.

Hoy vuelve a haber presos políticos en España, con un sistema cada vez más hundido en el fango y asimilado al inmenso y opresivo cortijo en que nos metió Franco, y del que jamás hemos salido plenamente.