Hace muchos, muchos años, tuve un profesor marxista que explicaba que la nueva revolución no consiste en hacerse con todo el PIB de golpe, sino en conquistarlo paso a paso, punto a punto. Y de eso parece que va la cosa.
¿Por qué no bajamos la ratio a 10 alumnos por profesor, triplicamos los hospitales y mejoramos un poco la renta de inserción?
Dame un puntito del PIB para cada cosa y te lo hago.
Dame otro puntito del PIB para mejorar las pensiones, que hay gente que lo pasa mal.
Dame otro punto para incluir la asistencia dental, y las gafas, y otro punto para que te hagan una mamada anual por La Seguridad Social.
La panacea ya es la Renta básica: dame doce puntos del PIB y te reparto una renta de 500 € , universal e incondicional, para todos sin excepción.
Las necesidades son infinitas. Siempre se puede ser un poco más generoso con las prestaciones, el Estado de bienestar, las subvenciones, las pensiones o los servicios sexuales para feos. No hay límite en eso. Ofrecer cosas gratis es popular y a la gente le gusta: vivienda social. Transporte subvencionado. Bonohamburguesa comunitaria. Y que lo paguen los ricos, joder. Claro.
Así es como se avanza hacia el objetivo final: que todo el PIB lo controle el Estado y que todos los ciudadanos sean empleados públicos. ¿A que nadie se atreve a poner un límite? No lo hay. Siempre se puede ofrecer algo más, mientras haya algo más que cobrar. Por las autovías, por las bebidas con excitantes, por la filtración de humos en los árboles de los parques. Da igual. Dame otro puntito del PIB. Otro más, que siempre hay en que gastarlo. Necesidades no van a faltar, claro que no.
Es cuestión de arañar el PIB, poco a poco, punto a punto, porque por cada cosa que se ofrece hay que recaudar un poquito más, hay que hacer que un chorrito un poco más gordo acabe en el caldero del Estado. Poco a poco. Sin guillotinas. Sin asaltos a palacios de invierno. Lentamente, con promesas de endodoncia, de cunnilingus o de Renta Básica. Y una vez que se ha aprobado el donativo, hay que buscar al donante, revólver en mano, por si se le ocurriera negarse.
Necesidades no faltan. Ni ganas de convertirlas en otro puntito más que va a la saca de los burócratas, con sus negociados, asesores y subsecretarías. Siete de recaudación, cinco para el servicio y dos para la gestión. Con suerte. Hasta el infinito y más allá.
¿Me excedo? Estaría exagerando si alguien hablase de un límite. Pero no lo hay. Es un camino que no va a detenerse nunca. Siempre hay necesidades nuevas. Siempre se puede ofrecer un poco más y recaudar un poco más.
Ese es el camino.
Ese es el sistema.