Podríamos llamar ingenuos a todas las personas que confiaban en la cumbre antipederastia celebrada en el Vaticano como el punto de inflexión en la persecución de los delitos de abusos sexuales por parte de la Iglesia católica. Pero para la iglesia, el reino de dios no es de este mundo, y la ley divina que sostiene sus fantasías está por encima de la ley de los hombres. Un cura pederasta es solo una oveja descarriada, cuya vuelta al rebaño tras el correspondiente arrepentimiento ante los ojos de la iglesia es suficiente para limpiar la mácula del pecado. La ley humana solo puede desprestigiarles y estorbar su misión de proselitismo y evangelización.
La actuación de la iglesia católica ha sido paradigmática en este asunto, con una sistemática ocultación de los delitos de pederastia ocurridos en su seno por parte de frailes, curas y obispos. Bastaba alejar al culpable de sus víctimas, a veces a costa de acercarlos a otras víctimas potenciales ignorantes del peligro que se cernía sobre ellos. Esta negativa se vio prolongada y justificada por las supuestas actuaciones que se originarían en la reciente cumbre vaticana. Se llegó incluso a poner al frente de la comisión antipederastia al obispo de Astorga, criticado por las víctimas por sus anteriores actuaciones en estos temas.
Las organizaciones de víctimas claman ahora ante la ausencia de propuestas de acciones concretas tras la cumbre. Nada se ha hecho o decidido que augure que realmente algo ha cambiado en la iglesia. Todo el boato utilizado, tan propio de la iglesia por otra parte, no ha llevado a nada concreto. La reedición del parto de los montes.
Y precisamente a las víctimas sí que les ha sido fácil enunciar medidas concretas que pueden tomarse de inmediato:
- Expulsión inmediata de cualquier clérigo culpable de abusos a menores, así como de los encubridores.
- Envío de la documentación disponible a las autoridades civiles.
- Eliminación de la inmunidad para los diplomáticos vaticanos y que puedan así ser juzgados en los lugares donde cometen los delitos.
- Indemnización a las víctimas.
- Publicación de los registros y archivos con todos los clérigos que hayan cometido abusos a menores, incluso los ya apartados o fallecidos.
- Etc.
En definitiva, asunción de responsabilidades, colaboración con la justicia y transparencia en el futuro.
Sin embargo, el Papa Francisco ha ofrecido únicamente vaguedades en su discurso de clausura, sin ninguna acción concreta. Las mismas buenas palabras que usaba la iglesia con los papas anteriores para defenderse .
Por su parte, el presidente de la Conferencia Episcopal Española, el cardenal Ricardo Blázquez, admitió que no piensa encargar ninguna investigación sobre los casos de abusos sexuales ocurridos en la iglesia española en el pasado. Su disculpa es que la CEE no tiene autoridad sobre las diócesis. Una disculpa ridícula si pensamos que son los propios obispos los que mandan en las diócesis y que forman parte de la CEE. Pide tiempo, pero como dijo el padre de una de las víctimas: “se necesita poco tiempo para abusar de un niño”
Visto que no quieren sacar a la luz los escándalos del pasado, ¿qué podemos esperar del futuro? Lamentablemente, poco o nada. Para ellos, siguen vigentes plenamente las mismas razones que les llevaron a proteger el prestigio de la iglesia a costa de ignorar a las víctimas y esconder a los delincuentes. Se consideran una organización superior a la sociedad mundana, con una misión divina a la que todo puede ser supeditado, ya sea público o privado. En España, están acostumbrados a no rendir cuentas sobre ningún asunto, a apropiarse de bienes públicos gracias a leyes que sus adláteres aprueban casi en secreto, a propagar sus creencias en la enseñanza en pie de igualdad con materias científicas, etc. No van a ceder fácilmente.
Salud