Una de las principales características del problema de la vivienda es que es especialmente grave en ciertas ciudades, con precios de venta y de alquiler muy elevados, con poca oferta, mucha demanda y escasez de terreno urbanizable. Por el contrario, existen viviendas disponibles bastante económicas en numerosos municipios españoles, incluidas varias capitales de provincia, que además tienen en general suficiente terreno urbanizable. Sin embargo, los puestos de trabajo disponibles tienden a concentrarse precisamente en los municipios con precios de la vivienda más altos, haciendo generalmente inviable el acceso a una vivienda situada a una distancia razonable del puesto de trabajo para los empleados con sueldos bajos y, especialmente, para los que cobran el SMI.
La concentración de los puestos de trabajo en los municipios con precios de la vivienda más altos se basa en parte en la necesidad de cubrir necesidades locales asociadas a sus ciudadanos (conserjes, servicio doméstico, comercios cotidianos, etc.), pero en muchos otros casos responden a una simple elección por parte del empleador público o privado, por motivos de representación o de proximidad a la vivienda habitual de las personas que deciden la ubicación de la empresa, que normalmente viven en los municipios y barrios más caros.
Por el contrario, los municipios que disponen de las viviendas más asequibles, incluso para empleados que cobran el SMI, no suelen ser seleccionados normalmente para centros de trabajo de cuello blanco de empresas u organismos públicos, limitándose básicamente sus escasos puestos de trabajo a los asociados a necesidades locales y a actividades de los sectores agropecuario e industrial.
Por todo ello, muchas personas no son capaces de encontrar un puesto de trabajo adecuado a su formación en los municipios con viviendas asequibles, viéndose forzados a aceptar ofertas de empleo en municipios con precios altos y escasez de viviendas, donde, en el caso de que su salario sea el SMI o un valor próximo a éste, les es imposible alquilar y menos comprar una vivienda a una distancia razonable de su trabajo si no es con una pareja que también trabaje, viéndose obligados a soluciones poco compatibles en muchos casos con una vida agradable a medio plazo: alquilar una vivienda asequible muy lejos del trabajo, compartir vivienda, alquilar una habitación o vivir en casa de los padres.
Frente a esta problemática, dado que el objetivo del SMI es que una persona, incluso soltera, pueda tener unas condiciones de vida aceptables, y que ello debiera ser así con independencia de donde se encuentre su puesto de trabajo (como en el caso de los complementos de destino), una posible solución lógica es que el SMI se armonizara en función del coste de la vida en el municipio donde trabaje. Dado que la diferencia fundamental en cuanto a coste de la vida entre diferentes municipios es el coste de la vivienda, podría limitarse la armonización a este factor, aún siendo conscientes de que otros costes también serían normalmente más altos en los municipios con vivienda más cara.
Con objeto de tener una idea de lo que este proceso de armonización impactaría en el SMI, se ha analizado cual sería el impacto en varios municipios de la península, para el caso de una persona que ganara el SMI y quisiera vivir sola en un apartamento de alquiler de unos 40 m2, en el mismo municipio de su puesto de trabajo. El impacto de la armonización sería lógicamente mayor en el caso de pretender comprar la vivienda, aparte de hacer el análisis bastante más complejo. Se han tomado como referencia los precios de alquileres publicados por Idealista en Junio del 2025, en su percentil del 5% más económico, que corresponden generalmente a apartamentos modestos, por localización dentro del municipio y/o por calidad general.
En las dos grandes ciudades de la península, Madrid y Barcelona, los precios son muy elevados en todo el término municipal, variando significativamente entre barrios, con una media de 920 €/mes en Madrid y de 970 €/mes en Barcelona. Son de los municipios con precios de alquiler más elevados. Hay algunos municipios en las proximidades de estas ciudades con precios de alquiler similares o incluso algo más altos, como La Moraleja en Madrid (1000 €/mes). Sin embargo, en las provincias de Madrid y Barcelona también se encuentran municipios con precios muy inferiores como Aranjuez (Madrid), con 695 €/mes o Manresa (Barcelona), con 450 €/mes.
Por el contrario, existen muchas poblaciones en la península, algunas de buen tamaño como Don Benito (Badajoz), con precios del alquiler mínimos, de unos 300 €/mes.
Entre estos dos extremos se encuentran todas las capitales de provincia y otras poblaciones importantes. Por sus precios relativamente bajos y su proximidad a Madrid y Barcelona destacan Toledo (550 €/mes), Guadalajara (585 €/mes) y Lleida (380 €/mes). Otras capitales con precios bajos son Zamora (450 €/mes), Ciudad Real (400 €/mes), Jaén (400 €/mes), Badajoz (440 €/mes) y Cáceres (450 €/mes).
El SMI único actual es de 16.576 €/año en 14 pagas de 1.184 €, equivalente a 12 pagas mensuales de 1.381 €/mes. Si el SMI se armonizara en función exclusivamente de los citados precios del alquiler en cada municipio de una vivienda económica de unos 40 m2, se podría mantener el salario mensual de 1.381 €/mes en los municipios con precio mínimo del alquiler de 300 €/mes, subiéndolo en los municipios con precios del alquiler superiores a este mínimo, obteniéndose como ejemplo los siguientes SMI armonizados:
- Barcelona: 2.051 €/mes
- Madrid: 1.981 €/mes
- La Moraleja: 2.081 €/mes
- Aranjuez: 1.776 €/mes
- Toledo: 1.631 €/mes
- Guadalajara: 1.666 €/mes
- Lleida: 1.461 €/mes
- Zamora: 1.531 €/mes
- Ciudad Real: 1.481 €/mes
- Jaén: 1.481 €/mes
- Badajoz: 1.521 €/mes
- Cáceres: 1.531 €/mes
Como referencia, el SMI armonizado resultante en Barcelona, de 2.051 €/mes (1.758 € en 14 pagas), sería todavía inferior al de Alemania (2.161 €/mes), Reino Unido (2.231 €/mes) o Bélgica (2.070 €/mes), aunque superior al de otros países europeos como Francia (1.802 €/mes).
Esta armonización del SMI de España en función del precio de la vivienda en cada municipio (con unos criterios similares a los aplicados en este sencillo análisis) permitiría a cualquier persona receptora del SMI acceder al alquiler de una vivienda aceptable en el municipio donde trabaja, incluso a título individual, si los precios del alquiler no se vieran afectados por la medida. Sin embargo, por una parte, la notable subida del SMI en los municipios con precios elevados de la vivienda ocasionaría, en ausencia de variaciones del mercado de trabajo, un incremento del precio de la vivienda por el aumento de la capacidad adquisitiva de muchos asalariados del municipio, lo que conduciría aparentemente a una espiral alcista realimentada del precio de los alquileres y del SMI armonizado, hasta valores inadmisiblemente altos. Pero, por otra parte, la subida del SMI armonizado a valores mucho más elevados que los actuales en esos municipios provocaría cambios sustanciales en su mercado de trabajo, ya que muchos centros de trabajo, privados y probablemente también públicos, serían desplazados por sus gestores a municipios próximos o lejanos con precios de la vivienda notablemente menores, con objeto de reducir sus costes de personal. El balance resultante de estos dos factores sobre los puestos de trabajo, los precios de la vivienda y el SMI armonizado de los municipios con altos precios actuales, especialmente Madrid y Barcelona, sería probablemente favorable, con unos precios de la vivienda similares o algo inferiores a los actuales, una reducción de los puestos de trabajo y un SMI armonizado adecuado a los nuevos precios de la vivienda, que facilitaría tanto los alquileres individuales como compras en casos con condiciones favorables.
Con objeto de no causar una disrupción en las empresas afectadas por esta subida del SMI derivada de su armonización, así como evitar un shock positivo de demanda en el mercado de la vivienda, la armonización del SMI debería hacerse de forma progresiva, por ejemplo a lo largo de 5 ó 10 años, con una subida anual del 10%-20% del incremento final previsto en cada municipio respecto del SMI actual. Ello daría tiempo a las empresas afectadas a analizar y en su caso aplicar posibles cambios de domicilio, tanto para centros de trabajo existentes como para nuevos proyectos, permitiendo con ello alcanzar paulatinamente el equilibrio final perseguido.
Es conveniente reseñar que ya se han realizado en España propuestas de variar el SMI por comunidad autónoma, para ajustarlo al 60% del salario medio de cada comunidad. Un ajuste del SMI basado en el salario medio de las comunidades no corregiría en gran medida el problema de acceso a una vivienda en los municipios con mayores precios. Si se realizara el ajuste del SMI en función del salario medio a nivel municipal, el resultado podría dar unos valores y efectos similares a los de esta propuesta basada en los precios de la vivienda, aunque no tuviera una correlación directa con la evolución de dichos precios. En EEUU existen en varias ciudades SMI a nivel municipal muy superiores al SMI federal.