Hace prácticamente un año escribí este artículo invitando a los usuarios de Menéame en particular, y de redes sociales en general, a tener una actitud más sosegada, más dialéctica, más constructiva y educada en sus interacciones con otras personas. Pues bien, un año después no puedo sino decir que mi artículo fue una soberana gilipollez
Uno, que tiene el talante o la intención de querer pensar que la gente es buena y lista por naturaleza, no puede más que llevarse decepción tras decepción. Que en Internet, donde el mundo de las apariencias no aplica igual que en la vida real, el narcisimo, el totalitarismo y las conductas ególatras se desbocan hasta límites insospechados.
Porque vamos a hablar claro: a Menéame (ni a otras redes sociales) no se viene a dialogar, informarse o aprender; se viene a escapar de la rutina diaria de convenciones sociales, frustraciones e ira contenida. Es "El club de la lucha" digital", mucho más cómodo y menos problemático que darse de tortas con alguien en la calle. Aquí puedes desahogarte, buscar gente que de dore la píldora y soltar lo más soez de tu vocabulario sin el riesgo de que te vuelen un diente de una hostia.
Ésto lo saben bien los propietarios y administradores de este tipo de sitios. Saben que la lucha virtual, cuanto más enfangado esté el ring, más espectáculo y visitas da, y por eso nadie mueve un dedo por evitarlo. Es su negocio y se lo folletean como quieren.
El problema está cuando las redes sociales alienan a su usuario de la realidad. Le llenan la cabeza con que su opinión es la más mejor, su ofensa la más permisible y sus ideas las más válidas. Y todo lo que ose criticarle merece la furia y el odio de toda la existencia. Por supuesto, que una vez fuera de las redes sociales, casi todo es "si bwana", sonrisas falsas y educación fingira. ¿Dónde prefieres estar? ¿Atado a las cadenas de la correción social, o dando rienda suelta a tu lado más salvaje?
Por eso la gente viene a las redes sociales. A hacerse autobombo, a tratar de destrozar a ciber-puñetazos al enemigo, a subir su autoestima. Esta pocilga de la web 2.0, que se cae a pedazos por haber puesto de pilares cuatro palos de alcornoque carcomido, irrita, enfurece, provoca y desconecta de la realidad. Por eso, mi mensaje de este año es, como diría Robe Iniesta en su momento y contexto, "iros todos a tomar por culo".
Iros a tomar por culo los que venís a las redes sociales para tratar de dialogar o de entreteneros en vuestro tiempo libre. Siempre acabáis amargados, leyendo sandeces, tragando bulos, con la sensación de "para qué cóño me he metido si siempre me pongo de mala leche". Dedicad el tiempo a cosas más productivas, con la gente que os quiere y os importa.
Iros a tomar por culo los que venís a las redes sociales porque insultar a supuestos malos conductores desde la ventanilla de vuestro coche ya no se lleva. Los que venís a sentiros Hulk detrás de una pantalla porque en la vida real no llegáis ni a Manolito Gafotas. Los que tenéis menos personalidad que una bombilla de muelle y necesitáis constantemente que unos desconocidos os digan que estáis en el lado bueno o malo de la historia. Con una vida tan triste que tenéis que montaros vuestras propias guerras ante enemigos ficticios desde el sillón de vuestra casa, y donde la comanda es acosar y destruir, con nula intención de crear algo positivo.
Por eso, mi mensaje para este año es: iros todos, todos, a tomar por culo. Nos va a sentar de maravilla, a nivel individual y colectivo. Iros a tomar por culo a un bar, al campo, a casa de algún familiar, a un sindicato, al parque de vuestros barrios, al país que más os apetezca visitar. Y recibid como Dios manda que, a lo mejor, así, nos volvemos todos un poco más humanos.