De un tiempo a esta parte se ha empezado a popularizar la idea de que el español es un idioma machista, especialmente por dos razones:
1) El masculino genérico invisibiliza a las mujeres
2) Está lleno de expresiones peyorativas para con las mujeres.
En este artículo intentaré demostrar que no necesariamente la lectura que se haga de nuestro idioma ha de tener este cariz. En primer lugar, como decía Heráclito: “todo cambia”; es decir, la lengua es algo vivo que está en constante evolución y los cambios en ella son síntomas de cambios en la sociedad. Si es cierto que el lenguaje es machista, entonces será porque es el reflejo del machismo de la sociedad, de modo que, a una sociedad menos machista, menos expresiones machistas oiremos. Sin embargo, ¿es realmente nuestro idioma machista?
Un argumento que suele esgrimirse a favor de esto es que el castellano está repleto de expresiones como zorra, perra, víbora, gallina, etc. Este argumento es fácilmente rebatible porque lo que se hace aquí es realizar proyecciones sobre los animales, pero para un sexo y para el otro. De este modo, también tenemos la palabra “asno” para referirnos a alguien tonto, “buitre” para alguien que se aprovecha de las desgracias ajenas, “cabrón”, para alguien que hace malas pasadas o padece infidelidad, “gusano” para alguien despreciable; “zángano” para alguien vago; “mariposón” o “palomo” para alguien gay, “borrego”, para alguien que sigue la voluntad de los otros, etc. Es decir, si lo primero es lenguaje machista, lo segundo, por la misma lógica ¿sería lenguaje hembrista?
Lo que está claro es que no es posible atribuir a un solo sexo las connotaciones negativas del lenguaje. No obstante, sí que podríamos decir que existe una gran cantidad de palabras despectivas para aludir a la censura de la sexualidad de la mujer: “puta, “zorra”, “guarra”, “fulana”, “buscona”, “furcia”, etc. y no existe un homólogo para con el hombre. Este argumento no es discutible. Es así, y sí que creo que es una de las manifestaciones del machismo en la sociedad; sin embargo, creo que es importante resaltar que son palabras igualmente usadas por hombres y por mujeres; es decir, no son una serie de palabras creadas expresamente por ellos para controlar la sexualidad de las ellas, sino que son creadas y usadas por hombres y mujeres para controlar la sexualidad de las mujeres. Aquí la pregunta es ¿por qué la sociedad en su conjunto desea o deseaba controlar la sexualidad de las mujeres? O ¿por qué las mismas mujeres utilizan o utilizaban contra ellas mismas estas palabras? ¿Estaban las mujeres siendo machistas a propósito? Creo que la respuesta es relativamente sencilla: en la mujer se ha censurado siempre la expresión de lo sexual (vestimenta, tener varias parejas sexuales, otorgar sexo fácil…) debido a que las mujeres “controlan” el mercado sexual; es decir, si hay algo que es un poder femenino indiscutible es el hecho de que en los hombres, el sexo, mueve montañas. Por lo tanto, que haya mujeres “regalando” sexo o que haya mujeres “alegrando la vista” de los hombres, por saber todos cómo funciona la sexualidad masculina, es lógico que en otras épocas fuese motivo de problemas. ¡Ojo! No digo que estuviese bien, digo que tiene una lógica. Y por si alguien pudiera pensarlo, no me estoy refiriendo a eso de: “la violaron porque va provocando”. Por tanto, si entendemos que eso es machista porque censura a la mujer y no al hombre, deberemos también añadir que es un machismo acordado por ambos sexos.
Ahora bien, ¿qué hay de palabras como “incel”, “pajillero”, “cornudo” o “pagafantas” que aluden a la falta de sexo masculino y a la infidelidad, y son usadas por ambos sexos en común acuerdo? Algunos dirían que también esto es una expresión del machismo, pero ciertamente aquí el hombre no está teniendo una prevalencia sobre la mujer, más bien al contrario… No es muy común la palabra “pajillera” para denigrar a una mujer, es más, hoy en día se celebra la masturbación femenina, y todas las mujeres predican a los cuatro vientos poseer un Satisfayer. Tampoco es demasiado común la palabra “cornuda” (curiosa paradoja: si la mujer se va con otro es una puta, pero no el hombre; sin embargo, si al hombre le ponen los cuernos es un cornudo, pero no tanto al revés); y qué decir que directamente no existe la palabra “incel” o “pagafantas” hacia el sexo femenino. Es decir, aquí el hombre está por debajo de la mujer ¿A esto cómo se le llamaría? ¿lenguaje hembrista?
Otro argumento que suele esgrimirse, y ya se lo oímos a la ministra de igualdad, es que:
"El masculino neutro es político y tiene una función política en la sociedad muy clara, que es decirnos a las mujeres desde que somos muy pequeñitas que no valemos para las cosas importantes, que no valemos para ser científicas, para médicos o médicas y se nos invisibiliza en la educación, en los libros, en todos los referentes, en los medios de comunicación".
Sobre esto, de una forma brillante, escribió un artículo Juan Soto Ivars titulado “El masculino genérico criminaliza a los hombres”. Usando la misma lógica decía Ivars:
El masculino neutro es político y tiene una función política en la sociedad muy clara: decirnos a los hombres, desde que somos muy pequeñitos, que somos peores y estamos destinados a ser peores. Que seremos criminales, que seremos asesinos, que seremos ladrones o corruptos, que no valemos para las cosas que son positivas en la sociedad. Y se nos criminaliza en la educación, en los libros, en todos los referentes en los medios de comunicación.
¿Qué discurso es más válido: el primero o el segundo?
Para paliar este "efecto nocivo" que produce nuestro lenguaje para con las mujeres, se propone el uso del lenguaje inclusivo. Lo curioso es que constantemente estamos asistiendo a lo que yo llamo “lenguaje inclusivo selectivo”. Por ejemplo, comienza uno de sus últimos tweets Ione Belarra:
Trabajadores/as: 15% de tipo medio efectivo en IRPF.
Y lo termina:
Es hora de que los ricos paguen lo que les toca.
Yo me pregunto: ¿Y las ricas también han de pagar o no?
Otro tweet de Podemos:
Enhorabuena a todos y a todas los premiados y premiadas en los #Goya2019. Frente a los reaccionarios, siempre tendremos una cultura que impulse valores como el feminismo, la diversidad o la defensa de los derechos humanos.
Y yo me pregunto: ¿Y frente a las reaccionarias?
¿Qué es lo que está pasando aquí? Lo que sucede es que no es natural utilizar este tipo de lenguaje. Cuando pones el piloto automático terminas hablando y escribiendo normal, y si solo pones el foco en donde la mujer se ve “invisibilizada”, entonces lo que ocurre es que terminas dando demasiado el cante y termina habiendo una prevalencia de la mujer respecto del hombre en los aspectos negativos del lenguaje. Y si hay una prevalencia de la mujer, ¿esta forma de hablar y de escribir qué sería? ¿Hembrista?
Otro argumento que utiliza Ivars es por qué cuando pensamos en “terroristas” o “futbolistas” pensamos en hombres y no mujeres. Si tienen la palabra de su parte, ¿no deberían ser mayoría?
Finalmente, termina analizando otros idiomas: por ejemplo, el húngaro y el farsi (idioma de Irán) no utilizan marcas de género. ¿Son por ello menos machistas? En Mali, donde se habla koyra, se utiliza el femenino como genérico, ¿son por ello menos machistas? Yo añadiría también los ingleses y los americanos ¿Son menos machistas? En fin…
Por último, comentar que muchos de los defensores de que el español invisibiliza a las mujeres, no proponen doblar las palabras (trabajadores y trabajadoras), sino utilizar una fórmula neutra: “las personas que trabajan”. Yo me pregunto: ¿A cuento de qué una persona trata de educar para hablar así? Y la única respuesta que encuentro es porque piensa realmente que el idioma no la incluye. Es decir, tratas de hacer pedagogía, y a su vez, lo que enseñas a las chicas jóvenes es que tu propio idioma te discrimina, porque no te incluye. ¿Se entiende la locura de esto? ¿Cómo no te va a incluir tu propio idioma, si además es un idioma que también lo crean las mujeres? Mi opinión es que hay ciertas mujeres que tienen un complejo de inferioridad y, como están acomplejadas y se sienten inferiores a los hombres, necesitan que se las mencione para demostrarse a sí mismas que no lo son; por otro lado, también me da la sensación de que hay mucho hombre machista, que se siente por encima, y adopta este lenguaje de manera condescendiente con ellas (recordemos el “miembras” de Pedro Sánchez).
Por cierto, antes de terminar, me gustaría recordar que en este español tan machista siempre se ha dicho “señoras y señores” antes de una presentación. ¿Esto qué era? ¿Machista, hembrista, feminista? Pues yo creo que simplemente era un gesto de caballerosidad, como cuando un hombre, en aquellos tiempos, le abría la puerta a una mujer. Era un símbolo que había de ser utilizado como deferencia hacia el sexo femenino, no como superioridad hacia él. Pero como el mundo de las interpretaciones se ha vuelto completamente loco, hoy en día ya sabemos cómo se interpretaría…