Hace 6 años | Por palehari a abc.es
Publicado hace 6 años por palehari a abc.es

Eran las once en esta noche de perros cuando sonó el teléfono, vi en la pantalla quién era y me pregunté qué querría Antonio García-Trevijano a esas horas. No era él sino su fiel ayudante Elena que me anunciaba que el maestro, como le llamaban y seguirán llamando sus muchos discípulos, acababa de morir. Por complicaciones con el implante de un catéter. No se puede improvisar de madrugada la necrológica de un coloso,de un hombre completo como surgen muy pocos en una nación en un siglo. Hoy la mayor parte de los españoles apenas conocen su figura.