Pionero.
A mi abuelo siempre le gustaron las alturas. “Habría sido un gran alpinista” - decía mi madre.
Con los años, ya incapaz de grandes hazañas, volvió a las pequeñas empresas de la niñez: las colinas, los frutales, pequeñas peñas cerca de casa...
“Baja de ahí” - le decía mi abuela - “¿No ves que un día tienes un disgusto?”.
Y él, como un muchacho, se daba la vuelta, avergonzado y cabizbajo, y volvía a sentarse hasta un nuevo despiste de su mujer.
Un día, apareció muerto al pie de una torre de alta tensión que acababan de instalar. En la autopsia dijeron que fue por descarga eléctrica.
“Le salió caro!” - lloraba mi abuela.
Hoy, con la ley Sinde, una descarga le puede salir muy cara a cualquiera, pero en aquel entonces era un hecho realmente inusitado. Mi abuelo fue un pionero.
Abascal estaba entre el público, al igual que Esperanza Aguirre. Había un cartel en un asiento a nombre del juez García Castellón, pero al final se retiró y no se vio al magistrado.
La flor y nata de la sociedad.