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Verla cruzar la calle, con su melena y su gracia al caminar, era lo que había esperado durante días. Corrió tras ella, sin temor al día, a los transeúntes, con la única idea de alcanzarla y pedirle explicaciones.—Al verte mi corazón comenzó a latir, llevaba tres días esperando tu llamada —quería tocarla, pero no se atrevía, mantener la mirada con unos ojos hermosos, era suficiente para preservar la distancia y no asustarla.https://www.tintaenlasolas.com/2022/05/amor-dispar.html
Existen vidas de película, y películas en vida que, te marcan la existencia y no puedes dejar de verlas.—¿Quieres hacer el favor de levantarte? Una orden que recibía todas las mañanas justo cuando daban las ocho en punto.A lo largo del día todo se quedaba tranquilo, no había órdenes, ni preguntas, ni voces que la atormentasen. Al contrario de la noche que era totalmente distinta, solo con entrar en la habitación, el murmullo comenzaba, primero muy bajo y luego los gritos se volvían cada vez más insoportables. Frases de odio, palabras de desprecio, todo aquello mezclado con ira y maldad.https://www.tintaenlasolas.com/2022/05/pesadilla-en-3d.html
Le acariciaba el pelo con delicadeza, notaba el calor de la sangre que salía de una parte de su cabeza. La apoyó contra su pecho, mientras las lágrimas se mezclaban con el color rojo, que intentaba taponar con su mano.Le miró con los ojos entrecerrados, se notaba el dolor, y una respuesta a una pregunta no hecha, pero que los dos sabían cuál era. Le besó la frente, los sanitarios tardarían unos minutos, que se le hacían eternos, varias personas se arremolinaban intentando ayudar, pero él no escuchaba nada, solo el latir de su corazón y el de la mujer de su vida, que se iba apagando sin poder remediarlo.
Le acariciaba el pelo con delicadeza, notaba el calor de la sangre que salía de una parte de su cabeza. La apoyó contra su pecho, mientras las lágrimas se mezclaban con el color rojo, que intentaba taponar con su mano.Le miró con los ojos entrecerrados, se notaba el dolor, y una respuesta a una pregunta no hecha, pero que los dos sabían cuál era. Le besó la frente, los sanitarios tardarían unos minutos, que se le hacían eternos, varias personas se arremolinaban intentando ayudar, pero él no escuchaba nada, solo el latir de su corazón y el de la mujer de su vida, que se iba apagando sin poder remediarlo.
El hombre puede crear arte basándose en la realidad o en los sentimientos, para ello se tendría que fundamentar en la materia, en la imagen o en el sonido. El protagonista de esta historia inventó su propio arte, en este caso utilizaba el amor de otras personas para su deleite, que cada vez le duraba menos tiempo.
Si las creencias, las ideas, las opiniones fueran iguales para todos, la existencia sería aburrida, ¿o no? También podría suceder que el tener todos, un mismo pensamiento, se hiciese más llevadero este paso, que todos conocemos como vivir. https://www.tintaenlasolas.com/2022/05/apaga-y-vamonos.html
Despertar sobresaltada varias veces en la noche, le causaba estar irritada durante todo el día. Siempre había sido de las que caían rendidas en un sueño profundo, tan pronto su cabeza tocaba la almohada. Sin embargo, desde hacía varias semanas algo le pasaba a su cuerpo o a su mente, que durante la noche se despertaba cinco o seis veces y en todas ellas, le llegaba un perfume agradable, que poco a poco se iba convirtiendo en un olor nauseabundo, como a huevos podridos. https://www.tintaenlasolas.com/2022/05/la-sombra-del-perfume.html
Hace muchos años, en una remota aldea, una mujer se levantó de su colchón hecho de paja, se colocó en el centro del poblado y esperó a que los demás habitantes saliesen de sus chozas.
Aquel pueblo se había levantado al pie de una enorme montaña, rodeado de árboles, setos, matorrales y un gran río que discurría limpio y lleno de alimento.
Si la vida solo fuese moda, Romina sería la anfitriona perfecta. Desde que tenía uso de razón, su vida giraba en torno a todas aquellas prendas...
Se puso unos guantes gruesos, había que protegerse, calzó unas botas de goma y un traje de aguas. Con una cuerda hizo un lazo calculando más o menos el tamaño del cuello y se acercó a la parte trasera del coche.
El chirrido de unas puertas metálicas y el sonido de unos pasos de varias personas que cuchicheaban en voz baja, le permitió unos segundos de paz.
El profesor miró al resto de la clase y al ver que nadie quería responder, les puso un ejercicio.
Asqueada no era la palabra adecuada para describir ese preciso momento, inmundo se acercaba más a lo que estaba escuchando.
Ahora estaba convencido de que existían seres de otro planeta, especímenes que nos visitaban por la noche, criaturas terribles que llegaban...
—¡Arreando, que es gerundio! —Le gritaba Venancio a su percherón.
Tras cinco días cabalgando por la meseta, el potro estaba cansado, arrastraba las patas levantando todo lo que encontraba a su paso, la cabeza casi tocaba el suelo y de un momento a otro acabaría exhausto o muerto.
No le parecía real y mucho menos se creía lo que estaba viendo, sintiendo, escuchando. A lo largo de toda su vida había renegado de todo, era considerado un rebelde, de esas personas que solo juzgaban lo que veían y aún con todo ello, incluso a veces dudada de lo visto.Su madre lo trajo al mundo después de dieciséis horas de parto, un niño demasiado grande, que no lloraba, gritaba, abría los ojos como si realmente pudiese escudriñar dentro de todas aquellas personas que asombradas lo miraban.
Disfrutar de una semana alejados del trabajo, del barullo de la ciudad, del correr de acá para allá, le producía una sensación de paz. Pensar que podría levantarse a la hora que le diese la gana, comer cuando tuviese hambre, pasear sin mirar el reloj, y lo mejor, libre de redes sociales.
Hace muchos años, en una remota aldea, una mujer se levantó de su colchón hecho de paja, se colocó en el centro del poblado y esperó a que los demás habitantes saliesen de sus chozas.
Aquel pueblo se había levantado al pie de una enorme montaña, rodeado de árboles, setos, matorrales y un gran río que discurría limpio y lleno de alimento.
Si la vida solo fuese moda, Romina sería la anfitriona perfecta. Desde que tenía uso de razón, su vida giraba en torno a todas aquellas prendas...
Se puso unos guantes gruesos, había que protegerse, calzó unas botas de goma y un traje de aguas. Con una cuerda hizo un lazo calculando más o menos el tamaño del cuello y se acercó a la parte trasera del coche.
El chirrido de unas puertas metálicas y el sonido de unos pasos de varias personas que cuchicheaban en voz baja, le permitió unos segundos de paz.
El profesor miró al resto de la clase y al ver que nadie quería responder, les puso un ejercicio.
Asqueada no era la palabra adecuada para describir ese preciso momento, inmundo se acercaba más a lo que estaba escuchando.
Ahora estaba convencido de que existían seres de otro planeta, especímenes que nos visitaban por la noche, criaturas terribles que llegaban...
—¡Arreando, que es gerundio! —Le gritaba Venancio a su percherón.
Tras cinco días cabalgando por la meseta, el potro estaba cansado, arrastraba las patas levantando todo lo que encontraba a su paso, la cabeza casi tocaba el suelo y de un momento a otro acabaría exhausto o muerto.