Leía el otro día que Trump anuncia despidos masivos «orientados a los demócratas» por el cierre de Gobierno. Sin embargo, un meneante señalaba algo así como «tranquilos, que el voto es secreto». Inmediatamente, pensé en lo fácil que sería adivinar a quién vota cada cual. Posteriormente, leyendo el último libro de José Antonio Marina, encontré el párrafo que copio a continuación:
Kosinski y colaboradores (2013) afirman que con un promedio de 68 likes en Facebook se puede predecir la ideología de una persona (85 por ciento de precisión), su orientación sexual (88 por ciento), su color de piel (95 por ciento), etcétera. Con 300 likes puede predecir su comportamiento mejor que su pareja.
Kosinski, M. et al. (2013). Private traits and attributes are predictable from digital records of human behavior. www.pnas.org/doi/10.1073/pnas.1218772110
¿De verdad creemos que el secreto del voto es garantía de algo si un gobierno desea represaliar a las personas de cierta ideología política? ¿De verdad somos tan ingenuos? Como siempre digo, los Derechos Humanos y la democracia van siempre en el mismo pack. Lo que nos salva de no ser castigados por nuestra ideología, si no coincide con la de nuestro tirano, es la defensa de ese sistema político, no cualquier subterfugio técnico. No lo olvidemos.
Cabe recordar también aquella historia sobre lo sucedido cuando los estadounidenses se retiraron de Afganistán y los datos biométricos cayeron en manos de los talibanes. Esto nos recuerda que esas empresas tecnológicas valoradas en miles de millones de dólares no lo son simplemente por los ingresos que generan, sino también por su potencial para proporcionar cierta información en el futuro si se considera necesario.
Los datos biométricos de los afganos, arma para la venganza talibana
Losantos publica hoy en El Mundo una columna de título "Ninguna rehén ha vuelto viva" donde se señala que ninguna mujer rehén de Hamas en Gaza ha salido con vida. Esto es un bulo que ha sido rotundamente desmentido: en el último intercambio no había mujeres porque estas fueron liberadas en intercambios anteriores.
Aquello si que fue un escándalo y no lo de Koldo, Ábalos o Alberto Gonzalez "Lover" (el noviete de Ayuso). Pero fue un escándalo solo en España claro. En el resto de Europa central y del norte no hubiera tenido el más minimo sentido ni mayor recorrido.
Así que como siempre usaba ChatGPT me he propuesto cambiar de IA y LLM a Gemini, para ver si la respuesta que da cambia con respecto a ChatGPT, pero puedo comprobar que tanto ChatGPT como Gemini dan respuestas similares. Así que aquí están las respuestas de Gemini a dos preguntas al respecto del "casoplón":
"¿Hubieran tenido sentido las criticas del 'casoplon' de un politico de izquierdas como Pablo Iglesias en cualquier pais europeo, cuando hubiera sido igual de normal que viviera en un piso o que viviera en un chalet, porque mucha gente de clase media en Europa vive en casas con jardin?"
El caso de la compra del chalet de Pablo Iglesias en Galapagar (a unos 40 km de Madrid) es un ejemplo perfecto y muy mediático de cómo la crítica social y la envidia se entrelazan con la rigidez del urbanismo y las expectativas de clase en España.
Analicemos los puntos clave del "fenómeno casoplón":
La crítica al "casoplón" de Iglesias se basó en una doble moral implícita:
La comparación con otros países europeos es clave:
El chalet de Iglesias era un bien de clase media-alta/alta en el contexto español, pero no necesariamente un símbolo de riqueza obscena a escala europea. El problema es que en el urbanismo de Madrid, no existe una opción intermedia asequible.
El escándalo del "casoplón" fue un reflejo de dos problemas interconectados:
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"¿Habría habido una critica como en España en cualquier pais europeo teniendo en cuenta que el numero de familias de clase media que viven en casas con jardin es mas alto que en España?"
Absolutamente. Es muy probable que no habría existido una crítica comparable en la mayoría de los países de Europa Occidental: la tipología de vivienda que en España es un "casoplón" polémico, en otros países es el estándar de la clase media.
La crítica al "casoplón" solo tuvo el impacto que tuvo en España porque rompió la norma residencial no escrita impuesta por nuestro urbanismo.
En países como Reino Unido, Francia (fuera de París), Alemania, Países Bajos o los países nórdicos, la casa con jardín o el chalet adosado en la periferia no son símbolos de riqueza extrema, sino la vivienda aspiracional y alcanzable para una gran parte de la clase media profesional.
El escándalo del "casoplón" es, por lo tanto, un síntoma de la distorsión del urbanismo español:
Si la compra se hubiera producido en un país donde el 50% o 70% de la población vive en algún tipo de vivienda unifamiliar o adosada con jardín, el argumento político se habría diluido. En España, fue un argumento potente porque la vivienda comprada representa la excepción y el lujo, y no la regla de la clase media.
menéame