“Fui de los primeros que alzó la voz y dijo: “No se pueden hacer películas de superhéroes constantemente porque incitan al fascismo”
Yo fui el, o sea, a veces me... no iba a decir el primero, fui fui, digamos uno de los de los primeros, creo que alzó la voz y dijo, "No se puede hacer películas de superhéroes constantemente porque incitan al fascismo." Y entonces hubo gente que me dijo, "Hombre, David, yo soy muy fan de Superman, de la de las primeras Supermanes, pero eran, digamos, los originales.
Eran muy conscientes de que podían incitar al fascismo, que conste, el fascismo no es ideológico, hay fascismo de izquierdas y de derechas, que es un error también habitual, es tan fascistas Stalin y Lenin como Hitler. Es lo mismo y la gente no debe tener miedo en decirlo. Eso es muy necesario. Partamos de esa base.
Pero dicho eso, el fascismo lo que es es una respuestas de soberbia individualista sobre
problemas colectivos. Es decir, lo que no puede ser es que la inseguridad de una ciudad Gotham la resuelva un señor dando puñetazos él solo, erigido en autoridad de tal. La respuesta debe ser colectiva. La respuesta debe ser de una sociedad que expulsa el mal de su sociedad.
Pero, por ejemplo, la respuesta a la al narcotráfico no puede ser que indiscriminadamente tú bombardees lanchas sin preguntar y sin detener a la gente y sin darles permiso a decir quién soy.
Soy a lo mejor una persona extorsionada para transportar una lancha. ¿Por qué? Porque soy un yonky.
Yo he tenido un amigo mío en la cárcel porque era yonki. Le llevaron a un viaje a Turquía, le trajeron con droga para poder pagar lo que debía y le pillaron, por supuesto, porque lo que hacen es que meten tres y a dos los entregan ellos mismos a la policía y pasa otro.
Entonces, ¿qué ocurre? que en esas lanchas es posible que haya gente extorsionada, ya dando por hecho que sean narcotraficantes, es decir, gente que está obligada a transportar esa droga por sus circunstancias personales, económicas, etcétera, y tú las estás matando indiscriminadamente sin preguntar quiénes son y sobre todo sin detenerlos, que es la cosa más fácil del mundo. Si tienes localizada una lancha y eres Estados Unidos, lo más fácil es detener una lancha.
Bueno, eso es fascismo. Eso es fascismo y eso viene directamente relacionado con los superhéroes.
Que llevamos una época, claro, ha habido estas el Marvel ha hecho como ediciones, sagas, y llevamos 20 años así. Claro, estos 20 años han acabado y además son fans muy eh muy enfadados eh porque se hagan interpretaciones de de sus superhéroes.
Es cierto, están muy enfadados. Sí, bueno, los eligen un poco como banderas, ¿no? Es es un poco
triste. Yo creo que debemos hacer un cine que contribuya a la convivencia, a la humanidad, al humanismo, ¿no?
(extracto transcrito de la entrevista completa "La Script | Hibernación emocional | Irene Escolar y David Trueba")
Hoy podemos leer sobre la muerte de Tatsuya Nakadai, el actor principal de Yojimbo y Harakiri . Su fallecimiento me ha dado morriña de los cómics de samuráis. Así que vengo a recomendaros el que, a mi modo de ver, es el mejor de todos ellos.
Hay muchos cómics sobre samuráis. Si tuviera que escoger tres, me quedaría con Lobo solitario y su cachorro de Kazuo Koike y Goseki Kojima, Vagabond de Takehiko Inoue, y Usagi Yojimbo de Stan Sakai. El primero es una epopeya brutal sobre la venganza y la paternidad; el segundo, una reflexión artística sobre la perfección y el fracaso. Pero de los tres, el que más me ha acompañado con los años es Usagi Yojimbo.
Stan Sakai es un dibujante estadounidense de ascendencia japonesa. Trabajó un tiempo con el español Sergio Aragonés en Groo the Wanderer, y desde entonces se ha dedicado casi en exclusiva a Usagi Yojimbo: más de cuarenta años entregado a un solo personaje. En una industria donde las modas cambian cada pocos años, esa constancia es casi un acto de disciplina samurái.
Usagi Yojimbo es un cómic de samuráis, pero con animales antropomorfos. Ese detalle no le resta ni un ápice de realismo: es, probablemente, el mejor cómic para entender cómo era la sociedad japonesa durante el periodo Edo. En sus páginas se aprende historia, costumbres, cómo se fabrica una espada, cómo se elabora el sake, la tradición de la soja o el arte de servir el té. La escena de la ceremonia del té de la serie Shōgun está directamente inspirada en una que protagonizan Usagi y Tomoe.
La historia es sencilla. El señor al que sirve Usagi es engañado por lord Hikiji y derrotado en batalla. Su clan es destruido y los samuráis supervivientes se convierten en rōnin, guerreros sin amo. Usagi recorre los caminos de Japón, vendiéndose como guardaespaldas e intentando perfeccionarse en el arte de la espada, siempre fiel a un código de honor.
Las tramas varían, desde intrigas contra el shogunato, luchas entre clanes ninja, historias detectivescas, enemigos sobrenaturales al puro costumbrismo.

La belleza de este cómic está en su simplicidad. Sus historias cortas, muchas de una sola página, permiten entrar en cualquier tomo sin necesidad de leer los anteriores. Sakai es un maestro de la narración breve: cada historia tiene presentación, nudo y desenlace, y casi siempre una enseñanza moral. Esto no es Marvel ni un seinen clásico. Es un cómic con alma, que ha ganado varios Premios Eisner y que, después de cuarenta años, sigue siendo tan fresco como el primer día.
Si nunca habéis leído Usagi Yojimbo, hacedlo. No solo descubriréis uno de los grandes personajes del cómic moderno, sino también una lección de vida sobre el honor, la perseverancia y la belleza de las cosas bien hechas

Una vez que tenemos nuestra historia, estaría bien echarle un ojo, a ver si tiene valor o no. Se trata, un poco, de hacer como los buscadores de oro y separar las historias válidas de las simples tonterías. Y es un proceso muy complicado.
Cada cual tiene su criba, su criterio, y su manera de llevar a cabo este inevitable e importantísimo proceso, pero como soy yo el que escribe estas líneas, voy a compartir el mío. ¿Soy un pesado si repito que es subjetivo y que cada cual tiene que construir su propia criba? Lo soy, pero queda dicho.
En primer lugar, voy a tratar de ofrecer unos criterios objetivos, en el entendido de que al mismo tiempo que lo escribo se me ocurren excepciones. Pero estas son las normas generales:
-Si la historia no se entiende, es mala.
-Si necesita largas y farragosas explicaciones previas de la leyenda kirguís en que se basa, es mala.
-Si un lector de dentro de diez o veinte años no va a saber de qué mierda estás hablando, porque se ha perdido el contexto, es mala.
-Si hay que ser de Manganeses de la Polvorosa para entenderla, o alrededores, es mala.
-Si no es posible traducirla a otro idioma o a otra cultura, es mala.
O dicho de manera más amplia: una historia es mejor, cuanto más atemporal, universal y basada en la naturaleza humana esté. Es mejor cuanto más gire en torno a una idea y no en torno a una anécdota. Es mejor cuanto más se aleje de los tópicos. Es mejor cuanto más asentada sobre razonamientos discurra.
Por último, me apetece contaros que he sido jurado unas catorce o quince veces en premios literarios. Lo normal es que te tengas que leer 300 o 400 relatos de cinco o seis páginas en cosa de mes y medio. Un trabajo de mierda. Con esa experiencia, os hago una lista de lo que considero historias malas, que van a la papelera o al montón de los descartados en cuanto las detectas.
-Cuando hay un rico que es malo por ser rico, a tomar por culo. (Por original).
-Cuando hay un pobre que es bueno, por ser pobre, a tomar por culo. (Por original).
-Cuando hay una mujer maltratada en la primera página, a cagar (Por original).
-Cuando la historia se resuelve con un sueño, mato al autor, si puedo.
-Cuando la historia transcurre en una cogorza o en una fumada de porros o consumo de drogas, a cagar.
-Si hay milagros, religión o curas, sean buenos o malos, a cascarla.
-Si hay patrias, banderas, batallas y similares, a freír monas.
-Cuando la historia va de fachas y rojos, a tomar por culo (Por original)
No os podéis imaginar cuántas de esta salen de cada centenar. Aproximadamente 70. Una vez que las has mandado al montón de la muerte, te queda un 30% que leer con más atención. Y como en los jurados suele haber entre tres y cinco personas, pues aún puede ser que gane una de las que descartaste. Y de hecho, ganan, aunque sean tan difíciles de distinguir unas de otras.
Todos los puntos anteriormente citados, tienen excepciones. Hay buenas historias también de esas caracterísiticas, y yo mismo he escrito alguna de ese tipo. Pero de veras recomiendo que se eviten, al menos hasta que se hayan escrito varios cientos de relatos. A partir de ahí ya se tiene criterio suficiente para dejarse llevar por el tren de los tópicos.
Acabo con una idea tonta, escrita tontamente. Un relato mío bastante malo. Evitad estas cosas.
Otro día enlazo uno mejor, pero hoy quería hablar sobre todo de las historias que uno NO debería escribir.
Este artículo es casi una repetición de uno anterior, y lo coloco aquí con la intención de que el curso completo tenga una consistencia. Llmarole curso es una pretensión excesiva, porque los que swcribimosno tenemos categoría para considerarnos maestros d enada. o al menos yo, no la tengo. Le llamo así, por la osadía, que es mucha, no por la categoría.
Siguiendo la idea del amigo @ContinuumST, y también su guión, expresado aquí, comienzo, por comenzar de algún modo, con su primer punto.
¿Qué es una historia?
Yo de eso del logos, el pathos y demás terminología de análisis de textos no tengo ni idea. Mi formación académica es de economista por la rama de márketing, mi afición, la historia, y mi trabajo en el mundo real, desde que dejé el periodismo activo, tiene más que ver con mierdas informáticas y cuestiones institucionales que con el análisis literario. Yo simplemente leo y escribo y tengo una experiencia del copón, aunque eso no signifique que haya mejorado con los años. Ojo al detalle.
Para mí, una historia es simplemente el resultado de la voluntad de comunicación, más allá de la simple transmisión instrumental de hechos y datos necesarios para la vida cotidiana. la gente quiere decirse cosas, de manera directa o con rodeos, de manera explícita o implícita, y lo que se cuentan son historias.
Los seres humanos nos contamos historias desde tiempos inmemoriales, y nos las contamos por muchos y diversos medios, desde la tradición oral a las pinturas rupestres. No voy a ponerme a hacer un recorrido por la historia de la narrativa, porque hay libros buenísimos sobre eso y hay gente por aquí que sabe más que yo de eso. Preguntadle a @Artikan, por ejemplo.
La cuestión práctica, que a eso vamos, es que cuando te pones a contar una historia tienes que tener muy clara cual es la idea que pretendes transmitir de tu mente a la mente de los demás, e incluso a eso que llaman la mente colectiva. Si vas a contar una historia es porque tienes algo que decir, y crees que le puede interesar a otros. Por eso me molestan tanto las narraciones autofeolativas, contemplativas, del que se la casca ante el espejo y escribe lo que siente. Ya sé que la introspección también es un género, pero como el artículo lo estoy escribiendo yo, pues me cisco intensamente en la introspección.
La historia es, por tanto, el instrumento elegido para transmitir a otros una idea, una propuesta, una sensación o una experiencia que el otro pueda aprovechar de algún modo. Lo ideal de la historia es que sea transformadora: que el otro cambie algo dentro de sí mismo tras leerla, sabiéndolo o sin saberlo; que el otro la confronte con su propio modo de ver el mundo y se reafirme o se amolde en alguna medida.
Si escribes historias que no van a cambiar a nada ni a nadie, entonces es como si escribieras instrucciones para sonajeros, cosa que también es muy digna, pero no es escribir historias.
La historia puede tener como finalidad convencer o sensibilizar a alguien de algo, lo que es proselitismo, activismo, religión, compromiso político, o trabajo social, o puede pretender simplemente entretener al lector, lo que no deja de ser una forma de trabajo social también, misericordia, caridad, o humanismo. Lo importante es saber lo que uno está haciendo, por qué lo haces, y reconocer que es imposible separar ambas facetas, porque como te dediques solamente a una de ellas, serás un escritor malo.
No esw posible escribir sólo para entretener, porque toda visión del mundo tiene una faceta de activismo o propaganda. Y no es posible hacer sólo activismo, con moraleja, porque lo más probables es que en ese caso aburras a las ovejas y sólo te lean los de tu cuerda, lo que esterilizará cualquier esfuerzo transformador. ¿A quién vas a transformar si los que te leen ya piensan igual que tú?
Hasta aquí, mi visión de lo que es una historia y de lo que el autor debe plantearse antes de emprender la confección de una. Otro día hbklaremos de las ideas que sirven como historias y de las que es mejor rechazar desde un principio, para no naufragar en las arenas movedizas de la narrativa.
menéame