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La Generalitat "desmantela" a los bomberos forestales tras presumir de foto el día de la DANA

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La Comunitat Valencia es un ejemplo claro de este proceder y los Bomberos Forestales, primera línea ante muchas catástrofes, las últimas víctimas de una gestión “caótica” y “negligente”.
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Dos loros hablan entre ellos como si fueran humanos

Dos loros hablan entre ellos como si fueran humanos  

Dos loros hablan entre ellos como si fueran humanos.
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Sobre navegar en el Internet actual

Traducido de la nota al final en: www.scaruffi.com/music/unique.html

Tras tantos años de críticas por el formato de solo texto de mi sitio web, empecé a recibir correos electrónicos de agradecimiento por su sencillez. Al parecer, ya no soy el único que odia los sitios web con gráficos y vídeos. Rara vez visito un sitio web para disfrutar de su estética. Suelo ir a leer algo. Creo que la mayoría de la gente que visita mi sitio web comparte la misma actitud. Una imagen o un vídeo grande que se inicia automáticamente es una molestia, por no hablar de las ventanas emergentes que te piden suscribirte o registrarte. Antes, la molestia era solo la publicidad, pero ahora los diseñadores web creen que es legítimo e incluso genial (¿?) usar la misma tecnología molesta y distractora de imágenes gigantes, vídeos de reproducción automática y ventanas emergentes para mejorar (¿?) el contenido de su sitio web. Y ahora los sitios web también utilizan estas cookies que intentan robar información desesperadamente de tu ordenador (tengo una aplicación que limpia automáticamente las cookies de mi navegador y es increíble la cantidad que se instalan, incluso de todo tipo de sitios web). En resumen: visito muy, muy, muy pocas páginas web, desde luego mucho menos que hace 20 años. No visito ninguna página web sobre música: todas están llenas de gráficos y vídeos que las hacen lentas y, en mi humilde opinión, ilegibles. Y olvídense de las páginas web de artistas: requieren el ordenador más potente (o muchísima paciencia) incluso para la visita más sencilla. Prefiero leer revistas de arte impresas (que no me piden actualizar a la última versión del navegador, sistema operativo y procesador). Irónicamente, la web es un lugar mucho más pequeño para mí hoy que en el año 2000. Irónicamente, volví a suscribirme a revistas impresas porque me disgustan sus páginas web lentísimas, que me recuerdan a la era del internet por teléfono. Mientras escribo esto, intento que me vuelvan a enviar el New York Times impreso: su página web a veces no carga en mi tableta Android, a veces bloquea el navegador en mi ordenador, a veces los enlaces no funcionan. La versión impresa era mucho más fácil de leer. La experiencia en línea se ha deteriorado muchísimo con los años. Por desgracia, los más jóvenes nunca notarán la diferencia.

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Palestina. ‘Protocolo Mosquito’: aterradora táctica israelí de usar palestinos como escudos humanos

Palestina. ‘Protocolo Mosquito’: aterradora táctica israelí de usar palestinos como escudos humanos

En una escena escalofriante, un hombre palestino de 80 años, con un cable explosivo alrededor del cuello, fue obligado a recorrer las casas desiertas del barrio Al-Zeitun en la ciudad de Gaza.

Detuvieron a su esposa, también anciana, en su casa, mientras el hombre de 80 años, apoyado en su bastón, fue obligado a caminar delante de los soldados de la infame Brigada Nahal del ejército israelí.

Una vez cumplida la tarea, los soldados israelíes ordenaron a la pareja que huyera. fueron vistos por otro batallón israelí y asesinados en el acto
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Ranking de coeficiente intelectual por paises enero 2025

El cociente intelectual promedio por país parece ser generalmente más alto en Asia oriental. Está cerca del promedio mundial en Europa, Asia occidental, Oceanía, Norteamérica y el norte de África. Mientras tanto, tiende a estar por debajo del promedio en África central y meridional, así como en América Latina. Sorprende el lugar de España.
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En tu cara: la estética brutal de MAGA [Ing]

En tu cara: la estética brutal de MAGA [Ing]

¿La proximidad al poder depende de un aspecto físico concreto? Es posible que los habitantes de Dakota del Sur estuvieran familiarizados con la política antiinmigrante de Noem. Pero, ¿reconocieron a su antigua gobernadora? Noem es una de las varias figuras —unos pocos hombres, pero sobre todo mujeres— del entorno del presidente Donald Trump que han experimentado llamativas transformaciones físicas a medida que se desintegran por completo las fronteras que antes delimitaban la fama y el poder político. El aspecto resultante ha provocado desde…
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Intenta convencer al carnicero de que no le cobre 30 euros por cuatro filetes porque la macroeconomía va bien

Intenta convencer al carnicero de que no le cobre 30 euros por cuatro filetes porque la macroeconomía va bien

El cliente, Germán Guairles, tras pedir cuatro filetes, un poco de carne picada y dos huesos para caldo, se ha negado a pagar el importe que Carlos, el carnicero, le pretendía cobrar con el argumento de que eran unos precios desorbitados y sin sentido teniendo en cuenta lo bien que se está comportando España en los datos económicos. “¿La economía va bien y a mí no me llega para carne? Con los datos en la mano, no tiene sentido”, dijo Germán, según los testigos de la escena.
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España pone 400 millones para comprar un trozo de cielo

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El Ministerio de Ciencia e Innovación quiere en La Palma el Telescopio de Treinta Metros (TMT). El departamento de Diana Morant envió ya una oferta formal al consorcio internacional a cargo de su construcción. España pone 400 millones de euros.
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La solución al "problema difícil de la consciencia" en 24 palabras

No tiene sentido siquiera lógico pedir poder ver conscientemente las causas neurofísicas que precausan, preconstituyen o preposibilitan la capacidad misma de poder ver conscientemente.

(Nota final, añadida a las 24 palabras: ciertamente, el problema no tenía solución, porque ni siquiera era un problema).

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El primer mensaje Es-Alert descartado el día de la dana incluía la orden de confinamiento a la población

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La jueza de Catarroja que instruye la causa por la gestión de la dana en Valencia ha obtenido el borrador descartado del mensaje Es-Alert que incluía la orden de confinamiento de la población durante la tarde del 29 de octubre de 2024.
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Joan Collins en su mejor momento: una colección de fotos de sus años dorados en Hollywood (ENG)

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En los años previos a convertirse en sinónimo de dramas televisivos glamurosos y glamour mordaz, Joan Collins ya se estaba labrando una reputación como una de las jóvenes actrices británicas más llamativas. (...) Décadas más tarde, se haría mundialmente famosa como Alexis Carrington en la exitosa serie de televisión Dinastía, emitida entre 1981 y 1989, un papel que definió su imagen pública, pero que solo contaba una parte de su historia.
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Eduardo Casanova le toca los genitales a David Broncano  

Supongo que David Broncano no contaba con que Eduardo Casanova le cogiera de la churra.
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La jueza vuelve a archivar la causa contra Mónica Oltra y niega que haya indicios contra ella

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El fiscal considera que "ninguna de las acusaciones ha precisado" los indicios contra los investigados por el supuesto encubrimiento de los abusos sexuales del exmarido de la dirigente de Compromís
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El lucro multinacional ahoga la sanidad pública gallega: El escandaloso concierto con Povisa y el silencio cómplice del PP

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La sanidad gallega, históricamente degradada bajo gobiernos del Partido Popular (PP), vuelve a ser noticia por un acuerdo opaco y multimillonario que prioriza el negocio privado sobre el derecho a la salud. El reciente contrato entre el Servizo Galego de Saúde (Sergas) y el hospital privado Povisa, por 195 millones de euros para dos años, ha desatado la indignación de la Asociación Galega para a Defensa da Sanidade Pública (AGDSP), que denuncia un “parasitismo” sistemático de fondos públicos en beneficio de multinacionales. Privatizar para em
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Exfiscal afirma tener pruebas de que Trump trató de anular el resultado de las elecciones en 2020

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El exfiscal especial del Departamento de Justicia, Jack Smith, dijo a los legisladores en una entrevista a puerta cerrada el miércoles que su equipo de investigadores “desarrolló pruebas más allá de toda duda razonable” de que el presidente Donald Trump conspiró criminalmente para anular los resultados de las elecciones de 2020, según partes de su declaración de apertura obtenidas por The Associated Press. También afirmó que los investigadores acumularon “evidencias contundentes” de que Trump violó la ley al acumular documentos clasificados…
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El bebé tratado con la primera terapia CRISPR personalizada ya camina [ENG]

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Hace un año, los médicos no sabían si KJ Muldoon sobreviviría a la infancia. Hoy está aprendiendo a caminar en casa con su familia. Sus primeros pasos siguen a una primicia médica que cambió el curso de su vida. A principios de este año, los médicos del Hospital Infantil de Filadelfia trataron a KJ con una terapia de edición genética CRISPR para un paciente. El tratamiento personalizado se centró en un trastorno metabólico poco común que a menudo resulta mortal en los bebés. KJ se convirtió en la primera persona en el mundo en recibir este
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Tras la denuncia de FACUA, Madrid multa con 10.100 euros al restaurante El Invernadero por cobrar penalizaciones a quienes cancelen reservas

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Tras la denuncia de FACUA-Consumidores en Acción, la Dirección General de Comercio, Consumo y Servicios de la Comunidad de Madrid ha impuesto una multa de 10.100 euros al restaurante El Invernadero por cobrar 100 euros de penalización a los clientes que cancelaban reservas con menos de 24 horas o no se presentaban.
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elDiario.es accede a documentación que revela los intentos de una edil de Navalmoral de la Mata por informar a la cúpula del partido de la situación con el regidor Enrique Hueso y las evasivas de la dirección regional del PP de María Guardiola: “El partido lo ha tapado y ni puedo ni quiero aguantar más”
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Cada tela teje su araña (III)

5

La agente inmobiliaria se retrasó quince minutos y Malindo ya comenzaba a ponerse nervioso. A cambio, se alegró ver de que llegaba sola.

—Disculpe la espera. Me llamo Rocío. Justo cuando iba a venir apareció una persona y no he podido terminar antes.

—No se preocupe. Mi nombre es Néstor. Néstor Martínez —se presentó Malindo cambiando de mano la bolsa de deporte en la que llevaba el rifle. Precisamente su necesidad de llevar el rifle encima era lo que le había puesto nervioso durante la espera.

—¿Puedo preguntarle de dónde es usted? Por el acento parece de Suramérica.

—Y lo soy, señorita. Soy salvadoreño —mintió Malindo mientras esperaban el ascensor— Me gustaría iniciar un negocio de importación y exportación y creo que su ciudad es una buena opción.

—Muy interesante.

—Exportamos conservas e importamos maquinaria.

—Pues puede que esta oficina le guste — lo animó la agente

—El lugar, desde luego, es inmejorable. En esta plaza tan hermosa, y con tan buenas vistas. Un poco alto quizás, para que se vea el letrero desde la calle, ¿no le parece?

—Bueno, eso depende... Un negocio de importación y exportación tampoco necesita un cartel muy grande. No es un negocio orientado a cualquier público, ¿verdad? —respondió Susana mientras abría la puerta—. Pase, por favor.

Malindo recorrió los ochenta metros de oficina, simuló comprobar la disposición de los enchufes, revisó los cuartos de baño y se dirigió a las ventanas. Desde una de ellas, se dominaba a la perfección la entrada del hotel. Además, tenía persinas de rejilla, perfectas para poder disimular el cañón del rifle. Era cuestión de abrir la ventana y apoyar el arma. Un tirador medianamente hábil no podía fallar desde allí, a menos de cien metros del objetivo, y menos él, que había logrado algunos blancos a casi un kilómetro.

—Es perfecto. Creo que es justo lo que buscaba: por tamaño, por ubicación, por precio —alabó Malindo.

—Me alegro de que le guste —celebró la agente. Pocas veces había conseguido cerrar un alquiler tan fácilmente.

—Es sensacional de veras. Dígame que tengo que hacer para firmar el contrato.

—Pues poca cosa. Hablamos con los propietarios, y ya está.

—Como le dije, me voy esta misma tarde.

—No es problema. Me deja una dirección y le envío la documentación a donde sea necesario.

Malindo echó mano al bolsillo interior de la chaqueta y sacó un sobre.

—Si le parece, para evitar desconfianzas, le dejo dos mil euros de anticipo, pero necesito quedarme aquí a tomar medidas. Son medidas muy detalladas para todo el mobiliario y puede llevarme toda la mañana. ¿Le parece bien?

—Es que eso no es posible. Ya le digo que tenemos que llamar a los propietarios y yo debo regresar a la agencia.

—¿Y no me puede dejar las llaves? Ya le digo que pago ahora mismo y al contado, para evitar cualquier duda. Y aquí no hay nada que pueda faltar o deteriorarse. Es parea ahorrarme un viaje e ir avanzando.

Susana dudó. Por una parte entendía las razones del cliente, pero por otra sabía que las normas eran muy claras a ese respecto. Si la agencia inmobiliaria hubiese sido suya hubiese dicho que sí, pero siendo empleada, prefirió preocuparse de su empleo.

—No, lo siento. Ya le digo que eso no puede ser.

—¿Y no puede llamar desde aquí a los propietarios?

—No tengo aquí su número. Está en la agencia.

—Pues llame a la agencia y que se lo den.

Susana suspiró, cansada de la insistencia.

—Ya le digo que no puede ser. Tenemos unas normas...

—Pues que lástima —respondió Malindo sacando la pistola del bolsillo.

Susana iba a gritar pero se contuvo.

—Lo intenté todo, señorita. Pongo a Dios de testigo de que lo intenté todo antes —se disculpó Malindo.

—No. No me mate... No...

—Siéntese en el suelo. Ahí, al lado de ese archivador grande.

La chica hizo lo que le mandaban.

Malindo sacó unas esposas de la bolsa de deporte y se acercó a la agente.

Ahora estése quieta y tranquilita. Voy a esposarla al archivador. Sólo eso. Si no grita y hace todo lo que le diga, no le pasará nada.

—¿Pero quién es usted? ¿Qué quiere?

—No haga preguntas. Cuanto menos sepa, mejor. Imagine que me hace una pregunta, se la respondo, y luego me arrepiento de haberle contado algo. ¿Se imagina lo que pasaría?

—Sí, sí... Por favor... —sollozó la chica, sin poder contener las lágrimas.

—Y no llore. ¿Tiene algún pañuelo?

—En el bolso.

Malindo recogió el bolso del suelo, pero se detuvo antes de abrirlo.

—¿Da su permiso para que abra el bolso?

A la agente le hizo gracia la pregunta. Incluso consiguió sonreír.

—¿Me pide permiso para eso después de esposarme a un archivador?

—Tenerla ahí atada es parte de mi deber. Fisgar en el bolso de una dama no lo es.

—Sí, por favor. Abra el bolso y déme un pañuelo, si es tan amable.

6

La habitación 409 lleva ocupada siete años. La mujer que vive en ella no paga nunca, aunque a veces tiene algún dinero, casi siempre pequeñas cantidades de las que nadie alcanza a señalar su procedencia y mucho menos a mencionarla en voz alta.

La mujer de la 409 tiene ojos de princesa, manos de pianista y un cementerio en el alma del que a veces asoman los santelmos de su risa. Cuando ella se ríe, todo el mundo mira al suelo, como si temiera que se le hubieran aflojado los cordones de los zapatos.

Por donde ella pasa se hace el silencio, incluso entre las grietas del edificio. Nadie la teme, pero su presencia resulta inquietante, como la de un tigre disecado y polvoriento en lo oscuro de un rincón. Algunos dicen que hay en ella algo siniestro, y otros simplemente creen que está loca, pero todos se limitan a tratarla con la mayor amabilidad y a alejarse de ella y sus historias cuanto antes.

Al principio contaba cuentos en primera persona, y cuando estuvo claro que no se refería a sí misma, comenzó a introducir en sus historias a los demás huéspedes habituales del hotel y a algunos miembros del servicio con los que compartía mesa. Las historias eran siempre inocentes, pero incluían detalles sobre la vida de sus protagonistas, detalles siempre insignificantes pero exactos, que los afectados se veían obligados a reír como bromas para no tener que confirmarlos o desmentirlos. El día que mencionó a la primera novia del gerente, este detuvo la narración con un puñetazo sobre la mesa y ya no hubo más relatos.

Sin embargo, aún habla de los otros como si los hubiese conocido de niños, acompañándolos en sus pequeñas aventuras, o como si hubiera pasado media vida detrás de una puerta, escuchando en secreto sus conversaciones o espiando sus movimientos. Procura ser siempre discreta, pero a veces, cuando escucha algunas frases, frunce el ceño de tal modo que a menudo obliga a rectificar a la persona que estaba hablando.

Ahora la mujer de la 409 está llorando. Acaba de leer el periódico que todas las mañanas le suben a su cuarto para que le eche un vistazo antes que nadie y cuente luego las noticias a los demás a la hora del desayuno. Pero no es el periódico lo que le preocupa: la acaban de llamar para decirle que prepare inmediatamente sus cosas porque tiene que marcharse. Sin discusión. Sin demora.

Su mundo no era del todo malo; su vida parecía tolerable en aquella habitación. Se había acostumbrado a la idea de no tener un hogar, pero nunca podría acostumbrarse a dejar de tener un techo seguro y una dirección a la que regresar después de sus paseos bajo los árboles del parque. Se había encariñado con aquel techo amarillento, presidido por una lámpara con sólo dos bombillas supervivientes. Se sentía a gusto paseando por la tarima crujiente, mientras declamaba en voz alta a Rubén Darío.

Ruega por nosotros, hambrientos de vida

con el alma a tientas, con la fe perdida,

llenos de congojas y faltos de sol...

No era malo vivir en aquella habitación. Nada lo era. Ni la moqueta oscurecida, ni los sillones fatigados, ni siquiera el hilo rojo que el agua había ido trazando en un lateral de su bañera, ese hilo rojo que tantas veces contempla, en busca de la puerta que se cerró en algún momento en su memoria. Sigue allí, pero lisa, sin manilla, sin una muesca que la distinga del enorme muro blanco que le impide mirar hacia el pasado.

“Yo soy quien espera a junto a un muro a que le abran una puerta. Junto a un muro sin puerta”. También eso lo había leído en alguna parte, en un libro de Pessoa, y nunca se había sentido tan retratada en unas líneas como entonces.

En aquella habitación la poesía latía con su propio pulso. Poesía auténtica, sin sentimientos fingidos, sin amores alambicados que acababan en suicidio o promesas de Eternidad. Allí podía echar ramas y raíces la poesía de las cosas, con toda la sutil mecánica de sentimientos intercambiados entre los objetos y las personas que los han utilizado. Allí podía dejar su alma en un vaso, como quien deja una dentadura postiza, y salir a la calle sin ella, porque estaba segura de que no necesitaría usarla en todo el día. Allí podía verse decantar, como el agua y el aceite que se separan lentamente, como esas capas de distintos colores que se ven a veces en las canteras, en los túneles y en las grandes obras ferroviarias cuando las excavadoras desnudan la intimidad de las rocas.

—Pararse a reparar y repararse—, repitió varias veces la mujer, en voz alta, tratando de recordar el autor de aquel verso.

Finalmente lo encontró: Jorge Enrique Adoum, un ecuatoriano. No recordaba el poema entero, pero había algo, mucho en él, que retrataba su vida:

....desretratado en su pasaporte

descontento en este descontexto

trabajando y trasubiendo

para desagonizarse de puro malamado

queriendo incluso desencruelecerse

pararse a reparar y repararse ...

Eso era lo que le faltaría: un lugar donde pararse y repararse. Por eso no le molestaban las pequeñas grietas y manchas del hotel: un taller nunca es un lugar impecable. Se va sin saber por qué, lo mismo que llegó.

Porque la mujer de la 409 no sabe cómo llegó al hotel, ni por qué está allí, ni qué hizo antes. Lo ha preguntado, pero nadie se lo dice y no alcanza a distinguir si los demás callan por piedad, por rencor, o porque de verdad no saben nada. Sólo le dicen que llegó un día de la mano del gerente, sin equipaje alguno, y que tardó una semana en hablar con alguien. Le hablan de un vestido rojo con cinturón blanco que nunca ha encontrado en su armario. Le hablan de unos zapatos con hebilla dorada que jamás ha visto. Le hablan de una herida en el cuello de la que aún conserva la cicatriz. Pero el gerente lo niega. El gerente dice que se inscribió en el registro y venía con una maleta negra, la misma que está haciendo ahora, e incluso ha llegado a enseñarle el libro de registros.

Cuando se tumba en la cama, vestida sólo con su bata carmesí, la mujer de la 409 consigue a veces que se formen algunas imágenes en el techo de la habitación. Entonces se ve mucho más joven, más hermosa, pero rodeada de otras mujeres que se ríen de ella, y la empujan, y la cubren de salivazos, como si estuvieran ejecutando alguna esperada venganza. Son rostros cuajados de violencia y de codicia, aunque algunos parecen echarse atrás cuando ella los mira, como si en lugar de seres humanos fuesen ratas que participan en el festín por imposición de su instinto, o del sanguinario líder de la manada. En una de esas ocasiones la mujer recuerda que la dejaron completamente desnuda y que luego la señalaban entre carcajadas, pero al comprobar que hno se sentía avergonzada comenzaron a pegarle hasta que perdió el conocimiento.

A fuerza de reflexionar sobre ello ha llegado a recordar que estuvo en la cárcel y que fue mucho tiempo. Aquellas mujeres eran las otras presas, e incluso sabía que una de ellas se llamaba Marta y cumplía pena por tráfico de drogas, y que otra se llama Alejandra y había matado a su marido. Recordaba sus peleas por cualquier cosa, y al ley de las rejas, con su silencio impuesto, pero no conseguía recordar de qué la habían acusado a ella, ni si había cometido o no aquel delito, ni cuándo la soltaron. Los único recuerdos nítidos que eras capaz de retrotraer eran los olores, y por alguna razón que era incapaz de comprender, creía que en aquel lugar todo olía a culpa. Y no a la de las demás prisioneras, sino a la suya propia. Por eso recordaba también que se pasaba el día entero lavándose y, quizás por eso, por intentar ahogarse en todos los perfumes y colonias que encontraba, era por lo que las demás internas se burlaban de ella y la atacaban algunas veces.

Todo eran recuerdos vagos, detalles, impresiones... Y cuanto más se esforzaba en enfocarlos, más se confundían los hechos reales con los imaginados, más de entremezclaban las palabras realmente pronunciadas con los diálogos interiores en que respondía a las demás o preparaba las respuestas para la siguiente ocasión.

La cárcel, en teoría, sirve para regenerar al preso antes de devolverlo a la sociedad. ¿Pero cómo puede rehabilitarse alguien que no recuerda lo que ha hecho?, ¿cómo es posible el arrepentimiento, o el escarmiento incluso, para una persona que ha perdido la memoria? Si mató a alguien, no puede reflexionar sobre la sangre vertida. Si robó lo de otros, no puede pensar en restituirlo, o en disfrutar de lo que se llevó. El que pierde la memoria pierde el pasado, pero sigue atado a su naturaleza, a sus inclinaciones y a sus instintos. ¿Y cuales eran los suyos?, se preguntaba en las noches de mayor lucidez. Se sentía pacífica, se sentía cariñosa, se sentía sedienta del afecto de los demás, pero sabía que en alguna parte había algo oscuro, acechante, aguardando la ocasión para salir de su escondrijo.

Pero era inútil mirar demasiado hondo o demasiado atrás. No se acordaba de nada. ¿Qué podía hacer ella? Dejar pasar la vida. Buscar el primer punto y seguido que fuese capaz de reconocer y comenzar a escribir de nuevo desde allí sin preocuparse de que la historia fuese o no coherente.

Lo difícil era encontrar aquel punto de enganche. No tenía siquiera fuerzas para buscarse a sí misma en aquel enmarañado laberinto, y cada intento que había iniciado de recuperar su nombre y sus amistades se había estrellado contra el muro blanco del olvido sin puertas.

Pero hizo cuanto pudo. Confió en los últimos restos de su lógica y trató de abrirse paso.

Al principio quiso saber quién pagaba su habitación y por qué la habían llevado precisamente a aquel hotel, pero no consiguió más que respuestas vagas y ningún dato concreto, a pesar de que era algo que el gerente tenía que saber. Un día consiguió hablar con una de las chicas de contabilidad, una recién llegada a la que posiblemente no habían tenido tiempo de aleccionar aún, y su corazón se aceleró cuando la joven echó mano a los libros para buscar el dato.

—Nada. Simplemente pone pagado. Y pagados también los seis meses siguientes, en efectivo. No puedo decirle otra cosa — le informó la chica, sinceramente apenada por no poder ayudarla.

Así, poco a poco perdió el interés por la pregunta y se limitó a disfrutar del servicio, de la vida sin necesidad de trabajar, de la pobreza ajustada que la dejaba siempre en la supervivencia y nunca un paso más allá. El día que vio el libro de registro y sospechó que algo no encajaba en las fechas decidió no pensar más, dio las gracias con una sonrisa y regresó a su habitación dispuesta a crearse una nueva identidad. Una cualquiera.

Luego, una noche de invierno, cuando el hotel estaba más vacío y silencioso, vio una película, el crepúsculo de los dioses, y se aficionó Norma Desmond, aquella vieja actriz del cine mudo que trataba de recuperar su mundo, arrasado por la novedad de lo sonoro y la frialdad de unos intérpretes que no necesitaban ya exagerar sus gestos, porque podían expresarse con palabras. Comenzó a maquillarse como ella, a vestirse y a peinarse como ella, y finalmente a repetir sus gestos exagerados de vieja musa despechada. Seguramente entonces se terminaron todos de convencer de que estaba loca, pero el cambio fue que a partir de ese punto la consideraron una loca especial, casi simpática, como un elemento más de la elegancia marchita que remataba la decoración del hotel.

—Usted es Norma Desmond, la estrella de las películas mudas— le dice el protagonista a la vieja diva en algún momento.

—Aún soy grande. Son las películas las que se han hecho pequeñas—responde la actriz.

Ese era su personaje, y estaba decidida a interpretarlo hasta las últimas consecuencias. Cine mudo, sin palabras y con todo el sentido en cada gesto. Ese era su ideal, pero le faltaba el sentido.

Por seguirle la corriente o por participar en la farsa, los demás comenzaron a tratarla como a una especie de reina depuesta por una revolución injusta: el recepcionista le llevaba el periódico a ella en primer lugar, porque prefería que le contasen las noticias a leerlas él mismo. El cocinero le guardaba siempre algún dulce. El gerente mandaba reparar cualquier pequeña avería de su cuarto mientras dejaba que se cayeran a pedazos las otras habitaciones. No sabía si merecía todo aquel afecto, pero le gustaba sentirse el centro de la atención de todos. Le gustaba ser una estrella, aunque ni siquiera conservase recuerdos de los buenos tiempos. Pero resultó que los buenos tiempos no eran los del pasado, sino justamente los que estaba viviendo, los que se habían terminado con la llamada de aquella mañana.

La mujer de la 409 trata de secarse las lágrimas, pero no consigue dejar de llorar. Ni consigue saber por qué.

Le han dicho que prepare sus cosas porque tiene que irse. Ni sabe por qué llego, ni por qué debe marcharse. ¿Por qué la echan? ¿qué ha podido suceder? ¿La llevarán a su casa o a otro hotel, otro cualquiera, donde tendrá que empezar de nuevo y donde quizás ya no sea una loca simpática sino simplemente una loca? ¿Quién se ocupará de ella?

O quizás la dejaran en la calle y no las llevaran a ninguna parte. ¿Por qué iban a buscarle otro sitio donde vivir? ¿Quién era ella para esperar tal cosa? ¿Por qué iban a pagarle la habitación? El misterio tenía gracia cuando era un misterio, pero si dejaban de pagar el alojamiento, más que un misterio sería un problema. Un problema terrible que no tenía ni idea de cómo solucionar.

Ahí estaba la cuestión. No sabía quién era, pero estaba segura de que una enorme culpa pesaba sobre ella. Era culpable. Sólo eso. Un adjetivo sin nombre. Culpable.

La ropa que iba acumulando en la maleta tampoco le decía nada: zapatos elegantes, vestidos de noche, zapatillas deportivas y una diadema de piedras falsas. Pintaúñas, pintalabios, maquillaje, un abrigo largo con un bolsillo desgarrado, cinturones, faldas, y un espejo roto que la dividía en dos, como la bisagra de su vida.

Tenía que marcharse del hotel. Quizás pudiese volver alguna vez a saludar a los viejos amigos. O quizás el secreto que ni ella misma conocía la conduciría a aquel otro lugar que recordaba: un cementerio pequeño, de algún pueblo perdido, y un panteón con la llave puesta. Era muy pronto, por la mañana, y no había nadie en el cementerio. Paseó un rato entre las tumbas, eligió las flores que más le gustaron y se hizo un ramo. Luego salió al camino. Era todo lo que recordaba. ¿Qué hacía allí? ¿Regresaba de visitar a alguien o se había escapado de alguna sepultura? ¿Era su tumba o la de su víctima?

Preguntas, preguntas, preguntas... Y lágrimas.

No volvería nunca. Si no iban a buscarla dejaría su maleta en medio de la acera y se sentaría sobre ella a esperar la muerte. No recorrería la ciudad ni regresaría a la sordidez de los lugares llenos de borrachos o de mujeres violentas. Prefería sentarse en la maleta, sí, para tratar de recordar aquellos otros paisajes que a veces aparecían en su memoria: prados llenos de flores, aldeas con casas de piedra y niños enfermos o heridos sonriéndole.

¿Había sido enfermera? ¿Por qué tantos niños heridos? Recordaba las casas ardiendo, y los caminos embarrados, y los hombres de uniforme. ¿Pero en qué guerra? No era tan mayor como para haber estado en la Guerra Mundial. ¿Vietnam?, ¿Corea? No eran niños asiáticos, sino europeos. Los había rubios y morenos, pero estaba segura de que no eran asiáticos. ¿Yugoslavia? En el piso de abajo vivía una chica yugoslava y había tratado de hablar con ella en su lengua para probar si conocía el idioma. Pero no, ni una palabra: la muchacha se rió y le soltó una larga parrafada en la que no reconoció ni una sola sílaba.

¿Dónde estaban aquellos campos, felices a pesar de la destrucción y de la guerra?

La mujer de la 409 sabía que a veces se mezclaban en su mente la imaginación y la memoria, que los rostros que recordaba podían ser los de personas conocidas o personajes de cine, pero aquellas flores y aquellas praderas olían a fresco, las aldeas olían a humo y los niños a desinfectante. La diferencia entre los recuerdos reales y los inventados estaba en los olores.

¿Y a qué olía el hotel?, ¿A qué olería en su memoria?

—A derrota —dijo en voz alta la mujer de la 409, mientras cerraba las maletas.

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Palestina: récord de construcción de colonias israelíes

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La ONU ha alertado este martes de que Israel ha acelerado la construcción de asentamientos en los territorios palestinos ocupados y que este año 2025 se ha batido un récord, con el mayor número desde 2017. Las colonias israelíes en territorio palestino son ilegales según la legislación internacional.
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Sánchez, sobre la decisión de Bruselas de alargar la vida de los coches de combustión: "Es un error histórico de Europa"

Sánchez, sobre la decisión de Bruselas de alargar la vida de los coches de combustión: "Es un error histórico de Europa"

"La competitividad se garantiza por la sostenibilidad y no por debilitar nuestros compromisos climáticos y nuestra apuesta por la sostenibilidad". El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha calificado de "error histórico" la eliminación de la prohibición de los coches con motor de combustión en la UE para 2035, una marcha atrás de la Comisión Europea tras las presiones de países como Alemania y el sector automovilístico que se conoció el martes.
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CASO LANDALUCE | Un dirigente del PP presionó a una exconcejala para que firmara que sufría trastorno mental y así defender al alcalde de Algeciras de acoso sexual

CASO LANDALUCE | Un dirigente del PP presionó a una exconcejala para que firmara que sufría trastorno mental y así defender al alcalde de Algeciras de acoso sexual

Una grabación reproduce la voz de Marcos Borrego, miembro del PP de Málaga y asesor del Ayuntamiento algecireño, presionando a la exconcejal del PP Laura Ruiz para que firme ante notario que padece un trastorno mental para justificar sus mensajes sobre el presunto acoso sexual del regidor y senador José Ignacio Landaluce contra dos compañeras de partido
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Cuatro meses para recibir una ecografía abdominal: condenan a la Comunidad de Madrid a pagar 15.000 euros a la familia de una mujer fallecida de cáncer de páncreas

Cuatro meses para recibir una ecografía abdominal: condenan a la Comunidad de Madrid a pagar 15.000 euros a la familia de una mujer fallecida de cáncer de páncreas

El TSJ de Madrid ha reconocido la responsabilidad patrimonial de la Comunidad de Madrid y de la aseguradora Relyens Mutual Insurance por el retraso en la realización de una ecografía abdominal a una mujer que falleció a causa de un cáncer de páncreas. El TSJ de Madrid aplica la doctrina de la pérdida de oportunidad, subrayando que el daño indemnizable no es el fallecimiento en sí mismo, sino la incertidumbre generada por no haber podido conocer qué habría ocurrido de haberse actuado con mayor diligencia en los tiempos diagnósticos.
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La cabina

La cabina  

Cortometraje de Javier Fesser para la cuarta edición del Notodofilmfest.com. [4:45] 2010.
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