Por Guillermo Del Valle Alcalá
Debe estar equivocado Piketty cuando critica el confederalismo fiscal español como proyecto insolidario y lesivo para la redistribución real entre ciudadanos. ¿O será el economista francés otro facha? Eso opina al parecer nuestra presunta izquierda oficial. De oficial todo, de izquierda nada. Descarta a priori esas críticas, y las moteja de insoportable y carcundioso centralismo. Cómo vamos a poner en cuestión el régimen fiscal especial y privilegiado de País Vasco y Navarra, cuando necesitamos los votos de la derecha nacionalista para gobernar. Acuérdense del abc de cualquier pacto: el requisito para absolver de todos los pecados capitales a la derecha, es que sea nacionalista. Es decir, no sólo neoliberal y al servicio de la patronal vasca, sino también ultramontana. Dios y leyes viejas, reza – nunca mejor dicho – el frontispicio jeltzale. Algunos entusiastas progres de Madrid tienden a celebrar con alboroto que la obra del racista Arana gane siempre las elecciones con abrumadora mayoría, porque en la simpar Euskadi, nos cuentan, ¡la derecha no tiene representación! ¿Qué será entonces el PNV?
El penúltimo trinque del nacionalismo sempiternamente extorsionador ha sido apurar las últimas transferencias competenciales, aunque para ello haya que practicar una marciana política de redistribución inversa: menos para los que menos tienen, y más para los que más. En el trasfondo de esas transferencias para País Vasco y para Navarra, la vieja querencia tribal de unir ambas regiones, pero no con el resto de partes de España en un Estado laico y plural, diverso sí, pero simétrico, justo e igualitario, donde no haya diferencias ni privilegios de origen institucionalizado, sino para conformar una tribu de uniformidad identitaria, ahormada por el relato oficial del nacionalismo étnico, en virtud al cual los discrepantes y sospechosos, los mestizos y tibios, sean purgados, expulsados o proscritos. Pues bien, en ese acuerdo, en el penúltimo trágala ofrendado en el altar del nacionalismo identitario, también aparece blindada, faltaría más, la competencia fiscal del País Vasco y Navarra.
Un Estado vaciado de capacidad fiscal, maniatado a la hora de acometer transferencias de las regiones más ricas a las más pobres para igualar, nivelar y equilibrar. Eso es España. Uno pensaría que la igualdad debiera ser siempre el objetivo de un gobierno de izquierdas, preocupado por la solidaridad y la redistribución: taponar cualquier posibilidad de elusión y fraude fiscal, obstruir las dinámicas de deslocalización y neutralización de facto de determinados impuestos imprescindibles para que la redistribución sea algo más que un latiguillo retórico vacío de contenido práctico y real. Nada más lejos de la cruda realidad.
No sería justo atribuir todas las culpas a nuestra supuesta izquierda. Ahí tienen al último valladar de patriotismo fetén, según nuestros patriotas de guardia, Navarra Suma, una suerte de coalición contra el perverso nacionalismo, consistente en esgrimir la bandera del foralismo como la quintaesencia de la unidad, piedra filosofal contra cualquier proceso secesionista. Contra la insolidaridad abrupta, una buena dosis de insolidaridad supuestamente dulcificada. E institucionalizada. Menudo pastel. El mismo que, por cierto, cocinan economistas neoliberales del PP como Lacalle cuando predican que el cupo no es el problema sino la solución a la financiación autonómica. Que cada región se quede lo suyo y dé la espalda a las demás, especialmente a las que más lo necesitan. Los más audaces nos cuentan que un cupo por región no es suficiente. ¿Qué tal un cupo por barrio o por persona? Los más húmedos sueños anarcoliberales en plena ebullición. Con la inestimable ayuda, no podemos olvidarlo, de una ex izquierda apasionada por la desigualdad y el privilegio de unos pocos. Ya lo dijo hace nada la antigua alcaldesa de Madrid: «Me parece increíble que se pueda criticar que unas personas tengan más derechos en un sitio que en otro. Claro que sí. ¿Por qué pueden tener una mejor educación en el País Vasco que en Andalucía? Pues porque probablemente la gestión se hace de una determinada manera. No se puede gestionar desde el centralismo». Es la voz de la supuesta izquierda, no la de Hayek o la de Juan Ramón Rallo, por si alguno tenía dudas.
Por mirar a otro lado, el dislate no desparece. Seamos intelectualmente honrados y reconozcamos lo obvio. El blindaje de la competencia fiscal de las CCAA en España implica la constante posibilidad de que las regiones ricas – he ahí las joyas de la corona nacionalista, pero también la capital del Reino, paradigma genuino de insolidaridad fiscal – bajen o eliminen impuestos, en una lógica de dumping insolidario y destructivo para la redistribución con las más pobres. A partir de ahí, la deslocalización de grandes empresas y capitales no encuentra limitación real alguna. Con la inexistente armonización actual, cualquier intento de mejorar la progresividad del sistema es simple voluntarismo. O deliberada tomadura de pelo. Que haya paraísos fiscales de facto en la UE habla de las disfuncionalidades de un proyecto que será errático hasta que no existe una unión fiscal de verdad y una posibilidad de redistribución seria, más allá de lo ornamental. Unión fiscal que seguramente no veremos nunca. Pero qué vamos a decir nosotros si España es el ejemplo más genuino de confederalismo fiscal. Que esto le guste a nuestros economistas y gacetilleros neoliberales, a la derecha madrileña o al nacionalismo, se entiende bien. Lo que resulta una broma de mal gusto es que esto se defienda con especiales bríos por parte de una supuesta izquierda que justifica desigualdades y privilegios regionales por supuestos derechos históricos y sentimientos identitarios. ¡Cómo si pagar impuestos fuera una apetencia del espíritu!
El envoltorio nominal puede ser el que quieran pero la competencia fiscal más descarnada entre regiones, la asimetría fiscal confederal que padecemos en España, es, junto a la explotación laboral de falsos autónomos y precarios múltiples, la política más genuinamente derechista de todas cuantas existen hoy en España. Y no hay pocas con ese sesgo ideológico. Con ser grave, hay algo que lo es más: que se utilice el nombre socialista para blanquear semejantes políticas. Les confieso que a mí, como socialista, me parece asqueroso.
Enlace original: https://diario16.com/confederalismo-fiscal-a-la-derecha-de-la-derecha/
Comentarios
Publico en esta sección porque al intentarlo por la vía ortodoxa me saltaba un BAN que relaciona Diario 16 con Spam. Desconozco el motivo.
#0 pues eso, como alguno ya dijo: a todos nos gusta tener una puta en la puerta de al lado... (Adiós karma, hola correctores políticos)...
#1, y como tiene un ban lo mejor es pasarse las normas por el forro
#3 Desconocía esa norma. No sabía que no se podía copiar y pegar un artículo de una web baneada...
¿Dónde puedo ver las normas para saber el por qué de tal prohibición?
#4, no se puede copiar y pegar en general. Eso sin tener en cuenta que si una web está baneada igual no es la mejor idea del mundo saltarse el baneo.
La competencia fiscal me parece positiva para la sociedad, es mas estoy de acuerdo con la idea de que todas las CCAA deberían tener el mismo régimen fiscal respecto al estado que el que tiene PV y Navarra, por 2 motivos:
En primer lugar, una competencia fiscal serviría para hacer responsable de cada CA de sus cuentas, a día de hoy, a excepción de las dos citadas, tenemos descentralizado el gasto pero no el ingreso, lo cual se convierte en una competencia de a ver quien puede gastar mas sin tener que sufrir las consecuencias, a unas malas, te meten en el FLA pero no termina de fomentar el control del gasto. Como andaluz, se que el PSOE no hubiera dilapidado recursos (del resto de España y la UE) para seguir siendo de las regiones con mas paro de la UE.
En segundo lugar, en este sistema es mas complicado subir de impuestos (subidas tan apreciadas por los políticos) ya que tienen que cuidarse de la región vecina, que puede ser mas atractiva fiscalmente (desde la aparición de las autonomías Madrid fué poco a poco aumentando su PIB hasta superar a Cataluña, cosa que no se dió ni en el Franquismo, de carácter centralista).
En definitiva, la armonización fiscal siempre va a ir al alza y un sistema de reparto hace que las CCAA menos productivas sean dependientes de las mas productivas, mantener esa situación es inmoral por dos cosas, extraes (de manera forzosa y para colmo llamándolo solidaridad) y por el mismo hecho de perpetuar esa dependencia.
Ojo, no quiero decir que no vaya nada para el gobierno central, entiendo que alguno que otro servicio que se decida dar de manera nacional (justicia, seguridad, poner un fondo para catástrofes naturales...) se podría dar en ese sistema.
#4 Igual esto te da una pista:
Y dices:
"En definitiva, la armonización fiscal siempre va a ir al alza y un sistema de reparto hace que las CCAA menos productivas sean dependientes de las mas productivas, mantener esa situación es inmoral por dos cosas, extraes (de manera forzosa y para colmo llamándolo solidaridad) y por el mismo hecho de perpetuar esa dependencia."
A mí me parece genial. Pero si las personas ricas pagan más, los territorios también. No me parece cabal detener la progresividad fiscal donde mejor nos convenga.
Creo que el autor tiene un batiburrillo en la cabeza. Puedes recaudar los impuestos de manera centralizada, o que lo haga cada comunidad y hacer políticas de izquierdas o de derechas.
Navarra y el País Vasco recaudan y administran sus impuestos y sus competencias y pagan una cuota propocional por las competencias que mantiene España. Se podría hacer igual en toda España y que esa cuota que paga cada comunidad se calcule según su aportación al PIB, con lo que las regiones ricas pagarán más y ese dinero se puede usar para proyectos que beneficien a las comunidades más desfavorecidas por ejemplo. Si quieres puedes verlo como si España tuviera la competencia de la solidaridad entre territorios, igual que tiene defensa, politica exterior y cosas así que tiene más sentido gestionarlas para todo el país.
Por ejemplo, yo vivo en Suecia y lo que sería el equivalente al IRPF lo recauda en su mayoría la ciudad (kommun) en la que vivo y una parte va al estado. De hecho, si te mudas a otra población, que puede estar a tres paradas de autobús, pagas más o menos impuestos. Parte de ese dinero se va a Laponia donde vive menos gente y por lo tante recaudan menos, pero necesitan servicios públicos igualmente. Vamos que se puede recaudar y gestionar localmente y aportar una parte para apoyar a otras areas del país si se quiere.
#9 "pagan una cuota propocional por las competencias que mantiene España" - Si ese cálculo fuera objetivo te daría la razón, pero dado que la cuota que pagan es negociada no me atrevería a llamarla "proporcional".
#9 Lo de siempre el que es mas rico cree que el resto "le roba" o lo esta manteniendo, es cuestion de solidaridad y de pensar como un grupo no como individuos.
#8 Estoy en contra de que una persona por producir mas pague un mayor porcentaje, porque eso penaliza la generación de riqueza, es decir, si una persona "X" con ingresos medios paga un 20% de lo que produce, una persona de ingreso altos "Y" debe pagar un 20% también, puesto que el 20% de Y será superior, pero no lo estarías penalizando, en España, se llega a pagar un 45% a partir de cierta cantidad, es casi la mitad de lo que has producido, me parece cuanto menos, confiscatorio.
En el sistema que defiendo, no debería haber trasferencias de fondos entre comunidades, excepto si (como puse como ejemplo) un fondo para paliar catástrofes naturales, que pueden ocurrir en cualquier lugar y poner una parte de los ingresos para aquellos servicios que fuesen de carácter nacional, como justicia o defensa...
#10 En el caso del país vasco de hecho pagan más (6,24%) tanto si lo calculas en porcantaje de población (4,8%) como si lo calculas como porcentaje del PIB (6,21%). En el caso de Navarra no conozco los datos.
#13 Eso son los datos que dice el Gobierno Vasco, aqui tienes otros: http://pareto.uab.es/wp/2010/80310.pdf
Es antiguo, pero tampoco ha cambiado tanto el sistema.
Las Haciendas forales vascas aportaron a las arcas del Estado 2.800 millones de euros menos de lo que deberían haber aportado en 2002 y casi 4.500 millones en 2007, lo que supone respectivamente un 6,23% y un 6,88% del PIB del País Vasco
#14 Seguro que hay mil formas de calcularlo y unas dirán que aportan menos de lo que deberían y otras más. No parece un problema sencillo de solucionar, estoy de acuerdo.