El GPS funciona así: cada satélite lleva un reloj atómico del que transmite la hora hacia la Tierra. Esa señal por sí sola es útil para la infraestructura energética y las transacciones financieras. Para obtener información de posición, el receptor —un teléfono u otro dispositivo— recoge señales de, al menos, cuatro satélites. Sabe a qué hora se enviaron esas señales, dónde estaban los satélites cuando las enviaron y cuánto tardaron en llegar las señales. Mediante triangulación, el teléfono (o misil) calcula su propia ubicación.