Muy lejos han quedado ya esos primeros sistemas de traducción automática basados en reglas y en cálculos estadísticos previos al salto a la traducción neuronal automática allá por 2016. En la actualidad contamos con un gran poder de cómputo que podemos aprovechar para darle rienda suelta al aprendizaje de máquina (machine learning) a través de las redes neuronales artificiales aplicadas a la creación de grandes modelos lingüísticos. Esas mismas que son la base de nuestro querido (y a veces odiado) ChatGPT.
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