En estos tiempos se ha puesto de moda defender el escrache desde dos puntos de vista: el de su legalidad y legitimidad, y el de su oportunidad. yo querría centrarme en un aspecto lateral que tiene que ver con la legalidad del escrache y con la idea de que se trata de una mero ejemplo -incluso especialmente afortunado- del derecho fundamental de manifestación.
Es un artículo de hace un año, pero creo que el tema tiene su miga. Cuestiones como el derecho de manifestación, legitimidad frente a legalidad, libertad de expresión... están de fondo. ¿Las leyes proveen de instrumentos suficientes al ciudadano para hacer llegar a los políticos de forma efectiva la gravedad de las situaciones personales y la urgencia para actuar sobre ellas con urgencia?
«Dos artículos muy recientes, de Jorge Galindo uno y de Jorge San Miguel otro, abordan muy bien el asunto desde la óptica política -la más importante-, recordando que la actuación puntual, reactiva, no formalizada, no trabajada, inconstante, sin objetivos articulados, es inútil. Yo diré algo más: es peligrosa, porque se encamina hacia el matonismo político, es decir, hacia el movimiento político de masa que se autojustifica como programa por el hecho de su propia existencia. Ya sabemos cómo han terminado esos movimientos.
Como ambos artículos están muy bien, yo querría centrarme en un aspecto lateral que tiene que ver con la legalidad del escrache y con la idea de que se trata de una mero ejemplo -incluso especialmente afortunado- del derecho fundamental de manifestación.
Para que se comprenda mi punto de vista, voy a citar la jurisprudencia del Tribunal Constitucional.»
Aunque la opinión del autor está clara, creo que el artículo contiene referencias legales suficientes para examinar el tema con más rigor e imparcialidad.
Como ya dije, si alguien conoce a otros analistas de legislaciones y sentencias judiciales asequibles para el gran público, se agradecería que los pasaran.
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Es un artículo de hace un año, pero creo que el tema tiene su miga. Cuestiones como el derecho de manifestación, legitimidad frente a legalidad, libertad de expresión... están de fondo. ¿Las leyes proveen de instrumentos suficientes al ciudadano para hacer llegar a los políticos de forma efectiva la gravedad de las situaciones personales y la urgencia para actuar sobre ellas con urgencia?
«Dos artículos muy recientes, de Jorge Galindo uno y de Jorge San Miguel otro, abordan muy bien el asunto desde la óptica política -la más importante-, recordando que la actuación puntual, reactiva, no formalizada, no trabajada, inconstante, sin objetivos articulados, es inútil. Yo diré algo más: es peligrosa, porque se encamina hacia el matonismo político, es decir, hacia el movimiento político de masa que se autojustifica como programa por el hecho de su propia existencia. Ya sabemos cómo han terminado esos movimientos.
Como ambos artículos están muy bien, yo querría centrarme en un aspecto lateral que tiene que ver con la legalidad del escrache y con la idea de que se trata de una mero ejemplo -incluso especialmente afortunado- del derecho fundamental de manifestación.
Para que se comprenda mi punto de vista, voy a citar la jurisprudencia del Tribunal Constitucional.»
Aunque la opinión del autor está clara, creo que el artículo contiene referencias legales suficientes para examinar el tema con más rigor e imparcialidad.
Como ya dije, si alguien conoce a otros analistas de legislaciones y sentencias judiciales asequibles para el gran público, se agradecería que los pasaran.