Los zepelines transatlánticos transportaron pasajeros con relativo lujo entre Alemania y Nueva York o Río de Janeiro durante las décadas de 1920 y 1930. Los dirigibles Graf Zeppelin y Hindenburg cruzaron el Atlántico en dos o tres días, más rápido que los transatlánticos contemporáneos, pero esta breve era dorada de los viajes aéreos tuvo un final abrupto y trágico tras el desastre del Hindenburg en mayo de 1937, cuando el dirigible estalló en llamas y murieron 36 personas.