Anda, dicen, muy enfadados en el sur global porque están hartos de que la escala de indignación la lleve siempre Occidente. Y también —se comenta— que a ellos, en primer lugar, propugnan indignarse si les da la gana, como les dé la gana, y en la medida y plazos que les dé la gana. Es por esto que no entienden por qué razón deben seguir los dictados europeos y estadounidenses sobre Ucrania. Que sí, que está mal… tan mal, como lejos les queda. Porque, oiga usted: para mí Ucrania no significa una amenaza existencial.