Al despertar
de la siesta
-todavía un instante-,
la sensación de haber soñado
que un mundo mejor,
más habitable,
más humano,
era posible.
Pero fue abrir los ojos
y olvidar los detalles.
Karmelo C. Iribarren
No los domésticos,
estratégicamente dispuestos
para que te digan siempre
lo que quieres oír,
sino los otros,
los que no tienen dueño,
los de los bares,
los de los comercios,
los de los vestíbulos de hotel,
esos son los que te dicen la verdad:
que no eres nada, nadie,
en realidad,
solo uno más
que pasaba por allí.
Karmelo C. Iribarren
Están cogidos de la mano,
en silencio,
bajo los soportales.
El niño mira su columpio,
muy triste,
bajo la lluvia,
y no lo entiende.
El padre mira al niño:
es la vida, hijo,
-quisiera poder decirle-,
y no ha hecho más que empezar.
Karmelo C. Iribarren
La noche ha caido
Suena la lluvia
Brilla la chimenea
No hay nada que discutir,
no hay nada que recordar,
no hay nada que olvidar,
es triste y no es triste,
parece que,
la cosa más sensata
que una persona puede hacer,
es estar sentada
con una copa en la mano.
Charles Bukowski
No sé por qué me quejo porque al fin estoy sola.
Y el placer de tirar la ceniza en el suelo,
sin que nadie te riña,
y untar pan en la salsa
y beberse los posos,
y limpiarse la boca con el dorso de la mano,
cantar al vagabundo porque al fin fue valiente,
ir matando los besos como si fueran piojos,
beber blanco,
pronunciar ciertas frases,
decir ciertas palabras,
exponerte a que un día te borren de la nómina...
No debiera estar seria
pues vivo como quiero,
sólo que a veces tengo
un leve sarpullido.
Gloria Fuertes


Eché a andar por el bosque de avellanos
porque sentía un fuego en la cabeza,
y corté y descortecé una rama
y le até una baya con un hilo;
y cuando echaron a volar mariposas blancas
y se alejaron como estrellas titilantes,
la dejé caer en un arroyo
y pesqué una pequeña trucha plateada.
Tras haberla dejado en el suelo
fui a avivar con mi aliento la llama,
pero algo crujió en el suelo
mientras alguien pronunciaba mi nombre.
Se había convertido en una joven resplandeciente,
y con flores de manzano en el cabello,
que me llamó por mi nombre y echó a correr
perdiéndose en el aire destellante.
Aunque envejezca en mis vagabundeos
por hondonadas y colinas,
alguna vez volveré a encontrarla,
y tomándola de las manos, la besaré en los labios,
y caminaremos entre largas hierbas multicolores,
y cosecharé hasta el final del tiempo
las plateadas manzanas de la Luna
y las manzanas doradas del Sol.
Cuántas historias a punto de pasar
que pasaron de largo
que fuese esta posible.
Qué extraño mecanismo el de la vida.
Y el cielo, con esos vientos grises
que se llevan la lluvia a otros paisajes
o ese sol de justicia
que achicharra los campos,
qué indiferente a todo.
Da vértigo pensarlo.
Pensar
que todo pudo suceder de otra manera,
que tú, perfectamente
podrías ahora no estar a mi lado.
Karmelo C. Iribarren, “El escenario”
Te quiero mansamente, entre las sombras de las falsas ilusiones.
Te quiero como para leerte cada noche, como mi libro favorito quiero leerte, línea tras línea, letra por letra, espacio por espacio.
Te quiero para tomarte de la mano bajo el firmamento y mostrarte los te amo escondidos entre las estrellas.
Te quiero sobre las hojas de otoño, hablando de nada pero a la vez de todo y, en un arranque de locura, beber tus lágrimas mientras desfallezco en tus labios.
Te quiero para buscarte entre las frases no dichas, entre los pensamientos enterrados, entre las maneras complicadas quiero encontrarte y después no dejarte.
Te quiero como para llevarte a mis lugares favoritos y contarte que es ahí donde me siento a buscarte en la niebla de miradas que no son tuyas, pero aún así te busco.
Te quiero para volvernos locos de risa, ebrios de nada y pasear sin prisa por las calles, eso sí, tomados de la mano, mejor dicho, del corazón.
Te quiero como para sanarte, y sanarme, y sanemos juntos, para remplazar la heridas por sonrisas y las lágrimas por miradas, en donde podremos decir más que en las palabras.
Te quiero por las noches en las que faltas, te quiero como para escuchar tu risa toda la noche y dormir en tu pecho, sin sombras ni fantasmas, te quiero como para no soltarte jamás.
Te quiero como se quiere a ciertos amores, a la antigua, con el alma y sin mirar atrás.
Mario Benedetti
Fue una noche de lunes
de oscuridad sin luna,
y ni un sólo reproche
de tu boca oportuna.
El azahar olía a odio,
el magnolio a tristeza,
las azaleas penaban solas.
Las rejas de tu ventana
cárcel de sombras en la calle.
Pasé de largo,
tan de largo
que olvidé quién vivía allí.
Fue un lunes de noche,
de oscuridad sin luna
y sombras de olvido.
(ContinuumST. Mayo 2012.)
El que está en la cuneta
mira a su espalda,
al descampado,
y piensa que allí
se tiene que estar
mucho peor.
Ignora
que por esa carretera
hace siglos
que no pasa nadie.
La esperanza lo sabe
pero se lo calla.
También ella
tiene que sobrevivir.
Karmelo C. Iribarren
Defender la alegría como una trinchera
defenderla del escándalo y la rutina
de la miseria y los miserables
de las ausencias transitorias
y las definitivas
defender la alegría como un principio
defenderla del pasmo y las pesadillas
de los neutrales y de los neutrones
de las dulces infamias
y los graves diagnósticos
defender la alegría como una bandera
defenderla del rayo y la melancolía
de los ingenuos y de los canallas
de la retórica y los paros cardíacos
de las endemias y las academias
defender la alegría como un destino
defenderla del fuego y de los bomberos
de los suicidas y los homicidas
de las vacaciones y del agobio
de la obligación de estar alegres
defender la alegría como una certeza
defenderla del óxido y de la roña
de la famosa pátina del tiempo
del relente y del oportunismo
de los proxenetas de la risa
defender la alegría como un derecho
defenderla de dios y del invierno
de las mayúsculas y de la muerte
de los apellidos y las lástimas
del azar
y también de la alegría.
Mario Benedetti
Algunas noches me arrimo
a tu calor bajo las mantas
como un niño asustado.
Necesito tocarte urgentemente.
Necesito saber que estás ahí,
que estarás siempre.
Sentir que tengo cerca
a un ser humano,
y que no estoy tan solo.
Karmelo C. Iribarren

Sale un misil «Lance»,
surca el cielo a una velocidad de susto,
otro misil «Patriot» sale a su encuentro,
le encuentra,
se deshacen,
se ilumina la zona,
la noche se hace día,
millones de dólares se hacen polvo,
cientos de niños se hacen ceniza.
No hay campo de batalla,
es en la ciudad donde el diablo dice ¡hola!
Las bombas traspasan los refugios
silenciando el llanto de los niños.
Millones de personas no hacemos nada
para evitar el tormento,
solo lamentos.
Dios, Alá y Mahoma
tampoco evitan que caiga
ensangrentada una paloma.
Gloria Fuertes
Quizá fue una hecatombe de esperanzas,
un derrumbe de algún modo previsto,
ah pero mi tristeza solo tuvo un sentido.
Todas mis intuiciones se asomaron
para verme sufrir y por cierto me vieron.
Hasta aquí había hecho y rehecho mis trayectos contigo,
hasta aquí había apostado a inventar la verdad,
pero vos encontraste la manera una manera
tierna y a la vez implacable de desahuciar mi amor.
Con un solo pronostico lo quitaste de los suburbios de tu vida
posible, lo envolviste en nostalgias,
lo cargaste por cuadras y cuadras, y despacito
sin que el aire nocturno lo advirtiera,
ahí nomas lo dejaste a solas con su suerte que no es mucha.
Creo que tenes razón,
la culpa es de uno cuando no enamora,
y no de los pretextos, ni del tiempo.
Hace mucho muchísimo que yo no me enfrentaba como
anoche al espejo, y fue implacable como vos mas no fue tierno.
ahora estoy solo, francamente, solo.
siempre cuesta un poquito empezar a sentirse desgraciado.
Antes de regresar a mis lóbregos cuarteles de
invierno, con los ojos bien secos, por si acaso.
Miro como te vas adentrando en la niebla, y empiezo a recordarte.
Mario Benedetti- La culpa es de uno
Llegar al fin
hasta la puerta de tu casa,
entrar,
echar todas las cerraduras,
y, como quien saborea
el sabor de la venganza,
decirlo:
“ahí os quedáis,
hijosdeputa”.
Karmelo C. Iribarren
“Nos hicieron creer que el «gran amor»,
solo sucede una vez,
generalmente antes de los 30 años.
No nos contaron que el amor
no es accionado, ni llega en un momento determinado.
Nos hicieron creer que cada uno de nosotros
es la mitad de una naranja, y que la vida sólo tiene sentido
cuando encontramos la otra mitad.
No nos contaron que ya nacemos enteros,
que nadie en nuestra vida merece
cargar en las espaldas
la responsabilidad de completar lo que nos falta.
Las personas crecen a través de la gente.
Si estamos en buena compañía es más agradable.
Nos hicieron creer en una fórmula llamada «dos en uno»:
dos personas pensando igual,
actuando igual...
que era eso lo que funcionaba.
No nos contaron que eso tiene un nombre: anulación.
Que sólo siendo individuos con personalidad propia
podremos tener una relación saludable.
Nos hicieron creer que el casamiento es obligatorio
y que los deseos fuera de término, deben ser reprimidos.
Nos hicieron creer que los lindos y flacos son más amados.
Nos hicieron creer que sólo hay una fórmula para ser feliz,
la misma para todos, y los que escapan de ella
están condenados a la marginalidad.
No nos contaron que estas fórmulas
son equivocadas, frustran a las personas, son alienantes,
y que podemos intentar otras alternativas.
Ah, tampoco nos dijeron que nadie
nos iba a decir todo esto: cada uno lo va a tener que descubrir solito.
Y entonces,
cuando estés «enamorado de ti mismo»
podrás ser feliz y te enamorarás de alguien.
Vivimos en un mundo
donde nos escondemos para hacer el amor
aunque la violencia se practica a plena luz del día.”
John Lennon
Este domingo triste pienso en ti dulcemente
y mi vieja mentira de olvido, ya no miente.
La soledad, a veces, es peor castigo...
Pero, ¡qué alegre todo, si estuvieras conmigo!
Entonces no querría mirar las nubes grises,
formando extraños mapas de imposibles países;
y el monótono ruido del agua no sería
el motivo secreto de mi melancolía.
Este domingo triste nace de algo que es mío,
que quizás es tu ausencia y quizás es mi hastío,
mientras corren las aguas por la calle en declive
y el corazón se muere de un ensueño que vive.
La tarde pide un poco de sol, como un mendigo,
y acaso hubiera sol si estuvieras conmigo;
y tendría la tarde, fragantemente muda,
el ingenuo impudor de una niña desnuda.
Si estuvieras conmigo, amor que no volviste,
¡qué alegre me sería este domingo triste!
José Ángel Buesa
Por el huevo roto en el suelo,
por el 5 de julio,
por el pez en la pecera,
por el viejo en la habitación Nº 9,
por el gato sobre el muro.
Por vos mismo,
no por fama
ni por dinero,
tenéis que seguir luchando.
Cuando te haces viejo
disminuye el atractivo,
es más fácil cuando se es joven,
cualquiera puede alcanzar
las alturas algunas que otra vez.
La clave consiste en
resistir.
Cualquier cosa que sirva
para que
esta vida siga bailando
frente a
Doña Muerte.
Charles Bukowski
Por ir al Norte, fue al Sur.
Creyó que el trigo era agua.
Se equivocaba.
Creyó que el mar era el cielo;
que la noche la mañana.
Se equivocaba.
Que las estrellas eran rocío;
que la calor, la nevada.
Se equivocaba.
Que tu falda era tu blusa;
que tu corazón su casa.
Se equivocaba.
(Ella se durmió en la orilla.
Tú, en la cumbre de una rama.)
Uno siempre espera
que suceda algo,
que algo bueno suceda,
algo que le dé un giro brusco,
un empujón, un bandazo
de suerte a su vida,
de repente, porque sí,
en el momento más inesperado.
Pero no pasa nada, claro,
nunca pasa nada.
Porque uno no es más que un pobre
diablo (qué te creías, pues),
un número, una fecha,
un papel olvidado en un sótano
tétrico, traspapelado
entre millones de papeles.
Y al final, uno, que remedio,
acaba aceptando que es así,
asume el fracaso,
se mira en el espejo y se da risa
(o llora, pero muy bajo),
se dice que la vida..., en fin,
que no hay nada que hacer,
y ni siquiera se queja, para qué.
Uno ya solo quiere llegar
al día siguiente,
sin sobresaltos, poder ver a su
equipo por la tele el sábado,
fumar menos,
dormir bien,
echar de vez en cuando un trago,
cumplir años,
seguir vivo..., sin más.
Karmelo C. Iribarren
Todavía tengo casi todos mis dientes,
casi todos mis cabellos y poquísimas canas.
Puedo hacer y deshacer el amor,
trepar una escalera de dos en dos
y correr cuarenta metros detrás del ómnibus,
o sea que, no debería sentirme viejo,
pero el grave problema es que antes
no me fijaba en estos detalles.
Mario Benedetti
No te amo como si fueras rosa de sal, topacio
o flecha de claveles que propagan el fuego:
te amo como se aman ciertas cosas oscuras,
secretamente, entre la sombra y el alma.
Te amo como planta que no florece y lleva
dentro de sí, escondida, la luz de aquellas flores,
y gracias a tu amor vive oscuro, en mi cuerpo,
el apretado aroma que ascendió de la tierra.
Te amo sin saber cómo, ni cuándo, ni de dónde,
te amo directamente, sin problemas ni orgullo:
así te amo porque no sé amar de otra manera,
sino así, de este modo en que no soy ni eres,
tan cerca, que tu mano sobre mi pecho es mía,
tan cerca, que se cierran tus ojos con mi sueño.
Pablo Neruda, “Cien sonetos de amor, (Soneto XVII)”
menéame