"Junto con la máquina sin vida [la burocracia] está realizando la labor de construir la moralidad de la esclavitud del futuro en la cual quizá un día han de verse los hombres, como los “felagas” en el estado egipcio antiguo– obligados a someterse, impotentes a la opresión, cuando una administración puramente técnica y buena, es decir, racional, una administración y provisión de funcionarios, llegue a ser para ellos el último y único valor, el valor que debe decidir sobre el tipo de solución que ha de darse a sus asuntos".
Llama la atención la actualidad que tienen hoy los análisis y estudios de Max Weber, sirva de ejemplo el anterior texto. Sin duda uno de los sociólogos más citados, su obra llegará a implicar a otras disciplinas como historia y filosofía. Y es que es uno de esos autores imprescindibles para todo el que quiera saber algo de lo que se dice hoy respecto a asuntos como el poder, la política, las religiones, la sociología, la historia, y un largo etc., independientemente de si a sus tesis se le otorgan mayor o menor acierto. Tal es la magnitud de las reflexiones que emanan de su obra, que es fácil encontrar artículos y autores que otorgan al autor alemán “filiaciones” en principio enfrentadas entre sí: autor considerado base para un tipo de nuevo liberalismo, a la vez que autor considerado base para un nuevo tipo de socialismo.
Será objeto de este breve artículo tratar de presentar al lector la teoría de estratificación social weberiana, teoría menos conocida por el público general que la visión de la división social de Marx, y que juntas resultarán en parte de la base de la teoría social moderna. Concepciones que por otra parte se presentan en muchas ocasiones enfrentadas, no son pocas las veces que vemos en una charla dónde entra el concepto de clase social en acción que las respuestas a planteamientos weberianos presentados son inexistentes. Para esto presentaremos como primer punto una ligera síntesis del pensamiento general del autor para posteriormente pasar a una descripción de la teoría de división social de Weber. Para finalizar el autor de este artículo presentará una breve comentario o conclusión personal.
Weber en “Economía y Sociedad”: el liberal desgarrado.
Max Weber (Erfurt 1864 - Múnich 1920) nos presentará en su obra “Economía y sociedad. Esbozo de sociología comprensiva” (coloquialmente conocida simplemente como “Economía y sociedad”) su visión de la estratificación de la sociedad en clases. Publicada en Alemania como obra póstuma a partir de 1921, sería junto a “La ética protestante y el espíritu del capitalismo” (1905) la obra más conocida del autor alemán. El libro comprende diferentes cuestiones como religión, economía, política, administración pública y sociología, y se considera uno de los escritos de mayor repercusión en el siglo XX. La obra fue concebida en diferentes etapas, desde 1911 hasta 1920 (fecha del fallecimiento del autor).
En “Economía y Sociedad” podemos encontrar el concepto de “acción”, eje vertebrador de la obra de Weber: el individuo puede cooperar con su racionalidad en su destino; son los propios intereses personales de cada individuo los que guían las acciones de estos. Encontraríamos aquí al Weber liberal: individuo y voluntad (acción) conforman al ciudadano independiente. Weber parece así posicionarse claramente en contra del “materialismo histórico” propio del marxismo; antepone la acción del individuo como el auténtico “leitmotiv” de la evolución de la historia humana. En línea con esto, el sociólogo Talcott Parsons, referente del “funcionalismo estructural” y que dedicó gran parte de su obra a la traducción y análisis de las obras de Weber sostiene:
"Indudablemente, el principal punto de partida del tratamiento descriptivo de Weber fue Marx. Los escritos de Marx y las exposiciones del capitalismo y del socialismo que giraban en torno a ellos estaban causando una profunda impresión en Alemania en el periodo formativo de Weber, pero, típicamente, se trataba del Marx "histórico" y no del Marx más estrechamente vinculado a la teoría económica clásica. En muchas de las categorías descriptivas aplicadas al sistema capitalista, Weber concurre con Marx" (Parsons, “La Estructura de la Acción Social”, 1937).
Luego Parsons puntualizará que existen evidentes discrepancias entre ambos autores, para concluir que la obra de Weber fue una crítica del materialismo histórico marxista. Esta idea se vería apoyada por la propia acción política de Weber, ligado al liberalismo nacional unionista Alemán en una primera etapa, claramente contrario a las doctrinas socialistas: considera a la clase obrera políticamente inmadura para liderar los intereses de la nación. Como ejemplo mostramos el siguiente párrafo propio de Weber, dónde se muestra especialmente explícito sobre el asunto:
"Políticamente [el proletariado] está inmensamente menos maduro de lo que quiere hacerle creer una camarilla de redactores de periódicos, que desearía alzarse con el monopolio de su liderazgo. En los círculos de estos descastados burgueses se es muy aficionado a jugar con reminiscencias de hace cien años, con lo que se ha logrado, en verdad, que aquí y allá algunos espíritus temerosos vean en ellos a los descendientes espirituales de los hombres de la convención francesa. Sólo que son infinitamente más inofensivos de lo que a ellos mismos les parece; en ellos no alienta ni la más mínima chispa de aquella energía catilinaria de la acción, ni, a decir verdad, tampoco el más tenue hálito del impetuoso apasionamiento nacional que se respiraba en dicha convención. Pobres figurines políticos es lo que son: les falta el fuerte instinto de poder de toda clase que se sienta llamada a ejercer el liderazgo político [...]. Y porque para una gran nación no hay nada más nefasto que el ser gobernados por hombres mezquinos políticamente incultos y porque el proletariado alemán no ha perdido aún este carácter, por eso somos adversarios políticos suyos." (Max Weber, “Parlamento y Gobierno en una Alemania Reorganizada”, 1918).
Sin embargo, y como apuntan otros autores, la evolución de la obra de Weber, que no siempre es paralela a su discurso como político, mostrará un acercamiento hacia terrenos dónde aparecerán algunas singularidades que lo apartarán del liberalismo clásico: el reconocimiento y propia visión “de clase”, la aceptación de las diferencias y problemas sociales resultantes del capitalismo, la noción de progreso histórico, el “diálogo” constante con Marx en su reflexión. Por todo esto Weber es considerado un “liberal joven”, término acuñado en la Alemania de fin de siglo para diferenciarse de los liberales clásicos:
"La generación joven aceptaba unánimemente la importancia de la obra de Marx; estaban de acuerdo en que el capitalismo y el conflicto de clases que engendraba eran parte constitutiva de las relaciones sociales modernas. La generación de edad más avanzada se negaba a aceptar el concepto de capitalismo, salvo para analizar algunos problemas económicos de poca importancia; por esto, la generación más joven pensaba que tales análisis eran, en el mejor de los casos, superficiales: la sociedad moderna no podía ser comprendida sino en función de un profundo conocimiento de la obra de Marx." (Beetham, “Max Weber y la Teoría Política Moderna”, 1979)
Vemos así en el Weber de “Economía y Sociedad”, obra concebida en la última etapa de su creación académica, un autor liberal que finalmente se muestra desgarrado: de una primera posición política liberal-nacionalista, pangermánica y “anti-socialista”, la obra evolucionará hacia un liberalismo progresista, siempre crítico con el “materialismo histórico” como único eje vertebrador de la evolución, pero que reconoce los problemas sociales derivados de la industrialización moderna, que acepta la existencia de “clases sociales” y la necesidad de que la burguesía, única en opinión de Weber con capacidad en potencia para dirigir la política, adquiera conciencia de clase, conciencia sin la cual no estará nunca lo suficientemente preparada para abordar su cometido como líderes de la nación y abordar el problema de la desigualdad. En palabras de su esposa y biógrafa Marianne Webber:
"Por entonces, la orientación dentro de las ciencias sociales era la siguiente: los "grandes ancianos", particularmente los fundadores ingleses de la economía política, consideraban que un aumento de placer, particularmente a través de un aumento de la riqueza —es decir, una promoción de la producción económica de bienes, a cualquier precio— era la meta evidente. Luego, cuando —bajo la protección de estos ideales— el "libre juego de las fuerzas" engendró un implacable afán adquisitivo, y se hizo manifiesta la explotación de quienes no poseían nada, la mayoría de los estudiosos jóvenes adoptó un enfoque distinto. Como hemos visto, se volvieron "socialistas académicos" [Kathedersozialisten]. Entonces, se consideró que la meta de la política económica era una distribución justa de los bienes, es decir, el cumplimiento de una obligación moral." (Marianne Weber, Biografía de Max Weber”, 1926).
Una vez aportadas todas estas consideraciones, que creo son de vital importancia para entender el pensamiento general de Weber y su diferenciación con el liberalismo clásico, abordaremos la teoría de estratificación social del autor Alemán. Dividiré este desarrollo en dos puntos para mejor comprensión por parte del lector, en el que especialmente me detendré en el segundo de ellos por considerar que es el que otorga a la teoría weberiana su singularidad.
1. La estratificación social en “Economía y Sociedad”: dimensión materialista en la visión de Weber.
Weber acepta en primera instancia la confrontación entre “posesión y carencia” de Marx como la base fundamental de la división social, Coincidirá, de igual manera, entre aquellos que poseen propiedad; clases rentistas y empresariales según Marx, clases propietarias y lucrativas respectivamente según Weber:
- Las clases propietarias, cuya característica será el nivel de patrimonio. Se dividirán en “positivamente privilegiadas” (normalmente rentistas que reciben rentas a través de la posesión de tierras, recursos naturales, instalaciones de trabajo...) y “negativamente privilegiadas” (aquellas que no tienen posesiones que ofrecer al mercado que generen rentas). Entre medias para Weber existiría la “clase propietaria media”, aquellos que poseen pequeñas propiedades que generarían pequeñas rentas (artesanos y pequeños propietarios...).
- Las clases lucrativas, cuya característica será el nivel de éxito en el mercado. De igual manera se dividirían en “positivamente privilegiadas” (normalmente empresarios que ofrecen al mercado bienes y servicios para la venta y banqueros que ofrecen productos financieros) y “negativamente privilegiados” (trabajadores cualificados o no cualificados). También entre medias existiría la “clase lucrativa media” (autónomos y funcionarios).
Por tanto la estratificación social de Weber se define en primera instancia como una combinación “de la cantidad de posesión de factores productivos” y del “éxito en el mercado”: la posesión y la no posesión de bienes y servicios son las categorías fundamentales de todas las situaciones de clase, en tanto que crean específicas probabilidades de vida, es decir, en tanto que son determinantes en un sentido u otro del destino del individuo. La distribución desigual del poder económico corresponde a la distribución desigual de la propiedad, pues ésta condiciona el mejor o peor aprovechamiento de las oportunidades del mercado. Estas “relaciones de posesión y mercado” encontrarán su expresión en la racionalidad y burocratización propia del modernismo, la división del trabajo y la búsqueda de la eficiencia.
Hasta aquí una definición materialista, muy ligada a a teoría de clase marxista. ¿En que se diferencia entonces la visión de clase de Weber con la de Marx?
2. La estratificación social en “Economía y Sociedad”: dimensión simbólica en la visión de Weber.
Si bien como hemos visto Weber acepta en primer término la dimensión materialista para la división social, añadirá una nueva dimensión, la clase social (también referida en cierta bibliografía como “clase simbólica”). Weber define las clases no sólo en términos productivistas; no sólo en función de la capacidad adquisitiva de mercancías en cuanto a valor de uso, sino que añade la acción del sujeto, poniendo de relieve las relaciones que existen entre los miembros de una sociedad. Partiría por tanto de la teoría Marxista para reformularla, introduciendo en su análisis el concepto de individuo y de su acción social: mientras que para Marx el individuo sólo es objeto de estudio en la medida de su implicación en el tejido social, para Weber los “hechos sociales”, la división en clase propietaria y en clase lucrativa, no son mas que la extensión de los “hechos individuales”, que a su vez son el resultado de sus “acciones individuales (acciones sociales)”. Weber añadirá a la “clase propietaria” y a la “clase lucrativa” que hemos visto anteriormente la “clase social” (o simbólica). Esta nueva división irá en consonancia con su “método individualista”, consistente en añadir a cualquier análisis de lo social la acción de uno o un reducido número de individuos. El autor enlaza así su teoría de la estratificación social con su teoría de la “acción social”; es la acción individual la que producirá el hecho social:
"Acción [social] es aquella conducta humana a la que el actor enlaza un sentido subjetivo. Se distingue de la conducta puramente reactiva por tener para el sujeto de la acción un significado u orientación significativa. La acción social no es la acción homogénea de muchos, puede ser una acción individual, sólo que tiene la particularidad de estar dirigida a la acción de otros, de estar orientada por las acciones de otros: la acción de un individuo es social cuando éste considera el comportamiento pasado, presente o futuro (esperado) de otro/s sujeto/s." ( Duek e Inda, “La teoría de la estratificación social de Weber: un análisis crítico”, 2006).
Será por tanto el motivador de esa “acción social” la base de la estratificación; son las motivaciones racionales y subjetivas del individuo, en función de su finalidad, las que irán creando las diferentes clases sociales. Es importante aquí puntualizar que para Weber la dimensión subjetiva del individuo, dimensión simbólica en palabras del autor, es vital para comprender la sociedad: las relación social y la forma simbólica son uno sólo, y es la combinación de ambas lo que crea los “tipos arquetípicos”. Subjetividad y eficiencia social no sólo no son opuestos, sino que se necesitan, son los grupos sociales que persiguen una misma simbología, son aquellos que comparten una misma “ética” los que ordenan la conducta y construyen un “orden social”, las que crean las relaciones de obediencia y dominación. Esta misma idea, una de las columnas sobre la que se asienta toda el pensamiento Weberiano, es la que subyace de manera muy evidente en otras obras como “La ética protestante y el espíritu del capitalismo”, y que también se puede encontrar en las clases sociales de Weber. Los símbolos del estatus social influirán en los individuos en forma de privilegios, ya sean negativos o positivos. No sólo la carencia o posesión de factores productivos y su éxito en el mercado determinarán las situaciones de clase: el tener dinero y ser empresario no lleva necesariamente al individuo a pertenecer a un determinado grupo de estatus. Al igual que con las “situaciones de clase”, en los estamentos también existen las valoraciones positivas y negativas, siendo éstas definidas por la pertenencia de los sujetos a los distintos grupos de estatus. A diferencia de Marx, Weber afirma que las clases son definidas por mucho más que la participación de aquellas en el proceso productivo.
Breve comentario del autor de este artículo.
Una rasgo en la obra de Weber es su alejamiento de teorías teleológicas, propias de dialécticas que encontramos en pensadores como Hegel o Marx. Para Weber cada época otorga una racionalidad propia, no una evolución hacia un final predestinado, los cambios históricos de modelo no responden a la evolución de relación entre clases, no asume que las clases estén necesariamente en conflicto. La oposición entre “la forma estrictamente objetivista” frecuente en la visión marxista y la “forma simbólica” propia de la teoría Weberiana parece (que no es) una confrontación entre objetivismo y subjetivismo: para Weber la estratificación social deriva de las inclinaciones subjetivas que los individuos realizan para reconocerse y diferenciarse, y esto parece acercar su planteamiento de clase social a teorías subjetivistas. Sin embargo el mérito de Weber es otro: desde posiciones liberales enfrentadas al socialismo reconoce la necesidad de unir estas dos percepciones que parecían opuestas, presentando así la cuestión de la doble raíz de la división social; tan importante serán las diferencias materiales como la subjetividad de las representaciones. Weber propone trascender la oposición entre el objetivismo, que trata de de numerar y separar poblaciones por límites discretos, y el subjetivismo, que reduce la distinción social a una clasificación colectiva obtenida a partir de agregaciones de estrategias individuales en la que los agentes se clasifican a ellos mismos y a los otros.
Sin embargo, y sin dejar de reconocer lo anterior, cabe preguntarse hasta que punto la representación simbólica weberiana en su relación con la estratificación social no parte de la diferenciación material (y no al revés): pareciera así que existieran dos veces las clases sociales, una primera que registraría las diferencias materiales objetivas y los beneficios que de estas se obtienen, y otra segunda y posterior que cumpliría la función de reconocer y convertir estas diferencias materiales en distinciones simbólicas, “estilos expresivos” que se convertirán al ojo del individuo en la prueba que ayude a reconocer la diferenciación social. De ser esto así, la teoría weberiana no sería otra cosa que una descripción mas detallada de la teoría de clase marxista que incidiría en la importancia de la diferenciación simbólica posterior a la diferenciación material. Los “grupos de estatus” basados en “estilos de vida” no serían, como propone Weber, una especie de grupo diferente a las clases, sino clases subordinadas a sus anteriores, las materiales. Marx nos explicaría el “qué” y Weber nos explicaría el “cómo”.
Por último me gustaría dejar aquí unas palabras de Pareto, ese al que tanto alegan en ocasiones aquellos que niegan la existencia de clases sociales:
“uno no puede trazar una línea para separar de manera absoluta al rico del pobre, los propietarios de la tierra o el capital industrial de los trabajadores. Varios autores pretenden trazar desde este hecho la consecuencia que, en nuestra sociedad, uno no puede hablar significativamente de una clase capitalista, ni oponer la burguesía a los trabajadores. Sin embargo, esto equivaldría a decir que no existen mayores porque no sabemos a que edad , o en que etapa de la vida, comienza la vejez. (Pareto, “Manual de Economía Política”, 1906)