Sólo sé que no sé nada...

Me abruma cuando me subo a mi roca, meso mi barba (estilo Lao Tse) y aferrada a la vara que me ancla al mundo suelto una retahíla que me hace estar segura que la vida es caos. Las tiritas que me hacen sortear las incongruencias del mundo loco dan vida.

En estos momentos tengo ciertas certezas que me acompañan desde hace años:

-Al final del camino hay un ataud para todos...

-Puedo cambiar de opinión, pero jamás de principios...

-Saber que jamás podré tocar el horizonte es felicidad...

-Jugar a tomarse la vida en serio está abocado al fracaso...

Y así entre aforismos paso el día recordando a Epicuro y su equilibrio entre placer y dolor.

Abrumada entre la racionalidad y lo que más pesa; la emoción primitiva y animal que todos tenemos y jugamos a que no existe. Comentarios viscerales, opiniones sin reflexión previa, falta de comprensión y argumento a base de repetición. Comentarios al servicio de la inmediatez, vidas inmediatas, placeres y dolores inmediatos... Todo ello comprado por el desvirtuado pensamiento de Epicuro y su hedonismo.

Prefiero vivir a sobrevivir. Me gusta oír a mi madre proclamando que lo único que importa en la vida es el amor y la libertad (que mujer más sabia)

Las cadenas para el que las quiera... Y no dejan de ser cadenas las opiniones inmediatas (mejor pensar en: meter aquí el drama urgente y de actualidad que se quiera. Que hacer introspección) mejor apagar el cerebro a golpe de TV que reflexionar 5 mins.

Un hombre sabio me dijo (el que más sufre mi roca) llevo sufriendo toda la vida por miedo a pensar (introspección) y ahora que lo hago soy más libre. Sufrí con el shock inicial ahora veo la cima de la montaña y acabaré volando...

(Las alas que te regalas son de cera, si se derriten sabes como reconstruirlas)

Último aforismo: Detente, para, piensa... Cuidate el alma.