La parábola de los ciegos y el elefante

La parábola de los ciegos y el elefante es una historia de origen indio que cuenta lo siguiente:

Un grupo de ciegos escuchó que un extraño animal, llamado elefante, había sido traído al pueblo, pero ninguno de ellos era consciente de su figura y forma. Por curiosidad, dijeron: "Hay que inspeccionarlo y conocerlo al tacto, de lo que somos capaces". Entonces, lo buscaron, y cuando lo encontraron, lo buscaron a tientas. La primera persona, cuya mano se posó en la trompa, dijo: "Este ser es como una serpiente gruesa". Para otro cuya mano llegaba a su oreja, dijo que parecía una especie de abanico. En cuanto a otra persona, cuya mano estaba sobre su pata, dijo, el elefante es un pilar como el tronco de un árbol. El ciego que puso su mano en su costado dijo que el elefante "es una pared". Otro que sintió su cola, lo describió como una cuerda. El último sintió su colmillo, indicando que el elefante es lo que es duro, liso y como una lanza.

¿Por qué es importante esta parábola?

La parábola viene a explicar que la realidad es algo construido por uno en su relación con el mundo, con uno mismo y con los demás. Es decir, no existe una realidad única, sino infinitas percepciones de la misma. Por usar otra analogía, podríamos decir que la realidad es percibida de forma similar a un individuo que está en una cueva oscura y alumbra una parte de una pared con una linterna. Él solamente contacta con esa parte de la pared (realidad), mientras que otro individuo, al otro lado, con otra linterna, estará viendo otra parte de la misma pared. Si alguno de los dos decide seguir caminando a lo largo de la cueva podrá percibir que la pared cambia de forma, textura, rugosidad o color.

Normalmente, las personas somos como estos dos exploradores de la cueva donde, aquellos dos círculos de luz que proyectan las linternas, suelen intersectar en algún punto entre ellos, dándose así lugar a una visión común entre ambos sujetos; sin embargo, a la vez, sucede que hay una parte del círculo de luz que queda ignorada por ambos. Esto es lo que les ocurre a los ciegos de la parábola: todos toman contacto con una realidad compartida: el elefante, pero cada uno lo hace única y exclusivamente con una parte concreta de él.

Desde el jainismo se utiliza esta parábola para

“ilustrar el principio de vivir en armonía con personas que tienen un sistema de creencias diferente, y que la verdad puede ser dicha de diferentes maneras (en las creencias jainistas se dice que hay siete versiones). Esto es conocido como el Syadvada, Anekantavada, o la teoría de las múltiples predicciones”.

Desde el hinduismo se utiliza esta parábola para desalentar el dogmatismo.

Como dijo Paul Watzlawick a un hombre que le agredió verbalmente en una conferencia por ir en contra de los fundamentos del psicoanálisis y la psiquiatría:

Usted tiene perfectamente toda la razón…, desde su punto de vista...

Es decir, desde nuestro punto de vista, nuestras percepciones son verdades como puños. No es difícil extrapolar esta parábola a diversos ámbitos de la vida. Por ejemplo, en el área personal, nadie ve ni siente mejor que nosotros mismos, lo injusta y dura que es la vida para con nosotros ("si los demás supieran..."). Pero, probablemente, el punto que se ve con mayor claridad es el ámbito de la política: personas de un partido u otro defendiendo puntos de vista que para ellos son tan verdaderos como el sol que alumbra sobre sus cabezas, pero casi todos incapaces de entender que a su lado hay otro ciego que está tomando contacto con una realidad diferente, pero complementaria a la suya.

Krishnamurti decía:

No vemos la realidad como es, sino como somos.

En mi opinión, la moraleja de esta historia es la de tener la capacidad de darnos cuenta que nuestra representación de las cosas no deja de ser tan solo una de las tantas posibles, y que si fuésemos capaces de aprender a “apuntar con nuestra linterna a otros lados de la cueva”, entonces entenderíamos muchos de los comportamientos humanos que nos extrañan y sabríamos lidiar mejor con los conflictos de la vida. Probablemente, la mayoría de los conflictos entre los seres humanos se deban a esta incapacidad. Como decía Watzlawick:

La creencia de que la realidad que cada uno ve es la única realidad es la más peligrosa de todas las ilusiones.