Tendría 15 años, no más. Granos en la cara, callos en las manos. Un amigo me invitó un finde a su casa de verano. En un pueblo de mar. Mi colega tenía tres hermanos pequeños y dos hermanas mayores. Toda la familia era del Opus.
Las hermanas estaban tremendas. Con la distancia que dan los años, igual no estaban tan buenas, pero eran veinteañeras que se cambiaban, duchaban y hablaban en la misma casa en la que yo estaba. Lo nunca visto. Así que en mi mente, las recuerdo como tremendas.
La madre se puso muy pesada en que el domingo, después de misa, había un carrera de no sé qué mierda. Llevaba con la matraca desde el viernes por la noche.
Y llegó el domingo, y al despertarme dije que me encontraba muy mal, y que si me podía quedar en la casa. Accedieron, claro, qué iban a hacer?
Y esa fue mi oportunidad. Me fui al cajón de la ropa interior de la hermana más buenorra a oler bragas.
Hoy sé que debería haber olido las usadas, de la madre, claro, pero en aquel entonces me bastó para jalarme el gansito con un trozo de tela recién lavado.
#1 sólo hay judíos contra judíos en el mundo.