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Llega 2018 y es el momento de que Pablo Motos se entreviste a sí mismo. El onanismo televisivo que practica Pablo Motos en “El Hormiguero” se supera en cada programa. Su afán de protagonismo es tan grande como sus incapacidades a la hora de estar a la altura de sus invitados. Este año, es hora de que el presentador de un paso más allá y se invite a sí mismo al programa. Puede bailar un poco, darse paso varias veces, hablar sobre cómo de macho es y, si la entrevista va bien, hasta puede bromear sobre cuánto le mide.
Rodó solo cinco películas en su breve vida. Pero menudos peliculones: El padrino, La conversación, El padrino II, Tarde de perros y El cazador. Todas ellas nominadas a los Óscar. También apareció, mediante imágenes de archivo, en El padrino III, infravalorado cierre a la mejor trilogía de la historia del cine. Fue un actor secundario imbatible. Minucioso. Laborioso hasta la extenuación y la exasperación de guionistas y directores, que le apodaron, con sarcasmo lacerante, «el veinte preguntas».
Llega 2018 y es el momento de que Pablo Motos se entreviste a sí mismo. El onanismo televisivo que practica Pablo Motos en “El Hormiguero” se supera en cada programa. Su afán de protagonismo es tan grande como sus incapacidades a la hora de estar a la altura de sus invitados. Este año, es hora de que el presentador de un paso más allá y se invite a sí mismo al programa. Puede bailar un poco, darse paso varias veces, hablar sobre cómo de macho es y, si la entrevista va bien, hasta puede bromear sobre cuánto le mide.
Rodó solo cinco películas en su breve vida. Pero menudos peliculones: El padrino, La conversación, El padrino II, Tarde de perros y El cazador. Todas ellas nominadas a los Óscar. También apareció, mediante imágenes de archivo, en El padrino III, infravalorado cierre a la mejor trilogía de la historia del cine. Fue un actor secundario imbatible. Minucioso. Laborioso hasta la extenuación y la exasperación de guionistas y directores, que le apodaron, con sarcasmo lacerante, «el veinte preguntas».