Muy de acuerdo en algunas cosas, totalmente en contra en otras. Cierto es que las nuevas tecnologías están invitando a hacer un periodismo de salón que aleja de la realidad a muchos medios, aunque habría mucho que matizar sobre si Internet y las redes sociales son un mundo paralelo o un fiel reflejo de las corrientes de opinión que fluyen por la sociedad.
En un mundo ideal, el que nos gustaría como ciudadanos formados e informados, lo mejor sería que los medios tuvieran decenas de periodistas dedicados a investigar y escribir tomándose el tiempo que fuera necesario para recabar, reflexionar y contrastar su material.
¿La realidad? Empresas de comunicación talmente adelgazadas que apenas pueden llegar a cubrir lo mínimo mientras sus directivos, directores y jefes de sección piden llegar a todo y más. Así se funciona ya en la mayoría de redacciones, aunque es un mal que desde hace tiempo sufren incluso pequeñas cabeceras ancladas en el pasado y que aún ningunean Internet. Mal, por tanto, no necesariamente ligado a las nuevas tecnologías sino al mal obrar de sus responsables desde tiempos de Gutenberg.
Es por ello atrevido hablar de “falta de sangre de los redactores”, concepto impensable en alguien que ha decidido dedicar su vida a la comunicación, sino presión asfixiante y exigencia desmedida de los que mandan y que, al final, lleva a frivolizar el contenido. Aunque, no lo olvidemos, es algo que el lector demanda, como bien indica que la pieza que nos ocupa llegue al Top Ten de uno de los diarios más leídos de este país.
Y, recordemos, es también labor del medio de comunicación la de formar y entretener junto a la de informar, apartado este último al que pertenece -y así está convenientemente destacado en la cabecera de la sección- la información referida.
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Entro en la noticia y me sale un banner lateral: "Movistar, la vida es más". RECOCHINEO.