"Yo no soy de pegar a los niños, pero una hostia a tiempo, quita mucha tontería", dice mi padre, y puedo asegurar que NUNCA me ha puesto la mano encima. Mi madre lo hizo una vez, pero yo no lo recuerdo, al parecer por una pataleta que monté porque quería un caramelo antes de comer, y si me lo daban, luego la sopa se la comía el maestro armero...
Recuerdo una ocasión, un verano, estaba con mi familia tomando un helado en una placita con kiosco en el centro. Llegó una familia, el padre, la madre, la niña pequeña, que tendría como seis añitos, y el mayor, que no tendría diez. La madre le iba explicando al mayor que no podía tomar helados, que pidiera lo que quisiera, menos helado. Al niño le faltó tiempo, nada más llegar al kiosco, para pedir un helado. Su madre le dijo que no, que había estado malo y helados no, y que nadie pediría helados. El padre y la madre pidieron pipas, la niña gusanitos, y él siguió emperrado en el helado. Tercera explicación de la madre, resoplido del padre, y el niño eleva la voz y se echa a llorar, que quiere helado, que quiere helado, que quiere helado. "Pues entonces no quieres nada, hale, vamos", concluyó el padre y echó a andar; la madre intentó darle la mano al niño, pero el encantador rorro chilla como un gorrinito en día de matanza, rojo como un tomate, y pretende pegarle una patada a su madre. El padre pronuncia la sacrosanta frase: "Ahora vas a llorar por algo". Azote. El llanto histérico y rabioso se cambia al instante por el llanto de tristeza normal. Su hermanita intenta ofrecerle gusanitos, pero el padre hace un gesto a la madre para que las dos se alejen un poco, mientras él se queda con el mayor, supongo que para "hablar de hombre a hombre".
Mi padre murmuró "muy bien hecho...". Un par de chicas no mucho mayores que yo, dijeron "joder, qué cacho bestia...", como si el padre le hubiera tumbado de un bofetón o cosa así... no fue más que un azote, y creo que al chiquillo le vino muy bien, se quedó como la seda, y cuando su padre se marchó hablando con él, se mostró mucho más propenso a razonar.
Nadie dice que estemos pegando a los niños día sí y día también. Se habla de dar UN azote. Punto. El resto del tiempo, se habla, se dialoga, se razona y se de todo, pero a veces, es preciso poner un límite, un "de aquí no se pasa", como último recurso y sólo cuando se ha intentado razonar y se ha visto que las palabras son inútiles.
"Yo no soy de pegar a los niños, pero una hostia a tiempo, quita mucha tontería", dice mi padre, y puedo asegurar que NUNCA me ha puesto la mano encima. Mi madre lo hizo una vez, pero yo no lo recuerdo, al parecer por una pataleta que monté porque quería un caramelo antes de comer, y si me lo daban, luego la sopa se la comía el maestro armero...
Recuerdo una ocasión, un verano, estaba con mi familia tomando un helado en una placita con kiosco en el centro. Llegó una familia, el padre, la madre, la niña pequeña, que tendría como seis añitos, y el mayor, que no tendría diez. La madre le iba explicando al mayor que no podía tomar helados, que pidiera lo que quisiera, menos helado. Al niño le faltó tiempo, nada más llegar al kiosco, para pedir un helado. Su madre le dijo que no, que había estado malo y helados no, y que nadie pediría helados. El padre y la madre pidieron pipas, la niña gusanitos, y él siguió emperrado en el helado. Tercera explicación de la madre, resoplido del padre, y el niño eleva la voz y se echa a llorar, que quiere helado, que quiere helado, que quiere helado. "Pues entonces no quieres nada, hale, vamos", concluyó el padre y echó a andar; la madre intentó darle la mano al niño, pero el encantador rorro chilla como un gorrinito en día de matanza, rojo como un tomate, y pretende pegarle una patada a su madre. El padre pronuncia la sacrosanta frase: "Ahora vas a llorar por algo". Azote. El llanto histérico y rabioso se cambia al instante por el llanto de tristeza normal. Su hermanita intenta ofrecerle gusanitos, pero el padre hace un gesto a la madre para que las dos se alejen un poco, mientras él se queda con el mayor, supongo que para "hablar de hombre a hombre".
Mi padre murmuró "muy bien hecho...". Un par de chicas no mucho mayores que yo, dijeron "joder, qué cacho bestia...", como si el padre le hubiera tumbado de un bofetón o cosa así... no fue más que un azote, y creo que al chiquillo le vino muy bien, se quedó como la seda, y cuando su padre se marchó hablando con él, se mostró mucho más propenso a razonar.
Nadie dice que estemos pegando a los niños día sí y día también. Se habla de dar UN azote. Punto. El resto del tiempo, se habla, se dialoga, se razona y se de todo, pero a veces, es preciso poner un límite, un "de aquí no se pasa", como último recurso y sólo cuando se ha intentado razonar y se ha visto que las palabras son inútiles.