La presencia de símbolos religiosos en lugares y actos públicos -tales como juzgados, escuelas, hospitales, etc.- puede molestar a muchas personas. Además, en un estado aconfesional está fuera de lugar. Y no se trata de perseguir nada ni a nadie; solamente es dejar cada cosa en su sitio.
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Parece indudable la imposibilidad de haber sobrevivido tras el atentado. Por desgracia, encontrar el cadáver es lo menos malo que podían esperar familiares y amigos.