Hace 16 años | Por Tanatos a elpais.com
Publicado hace 16 años por Tanatos a elpais.com

El escritor madrileño Javier Marías toma hoy posesión de su puesto en la Real Academia Española en el hueco que dejó el filólogo Fernando Lázaro Carreter con un discurso sobre "la dificultad de contar lo acaecido, lo real". Marías, nacido en 1951 y licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad Complutense de Madrid, será respondido por el académico Francisco Rico.

Comentarios

D

A cualquier cosa le llaman sustituir. Digamos más bien ocupará la vacante por el fallecimiento...

D

El académico Marías
Javier Marías ya es uno de los miembros de la Real Academia Española. Ocupará el sillón “R”, vacante desde el fallecimiento de Fernando Lázaro Carreter, autor de “El dardo en la palabra”. La lectura de su discurso de ingreso en la RAE estuvo presidida por los ministros de Educación y de Cultura. Éste aseguró que Marías “es uno de los grandes novelistas de su generación”. “Se me hace difícil entender que admitan a un novelista” dijo el propio Marías tras declarar que “nuestra labor no solamente es pueril, sino absurda”.



La Fiera Literaria ha denunciado la valoración y promoción del susodicho novelista como una de las mayores estafas editoriales que se han cometido en España, con la persistente complicidad de la crítica, los medios, la academia, la universidad y el Ministerio de Cultura. Para demostrarlo, han señalado de forma exhaustiva, con un nuevo método de crítica literaria (la crítica acompasada), los destrozos que ha causado Marías a la lengua española y su gramática.



Uno de los críticos de La Fiera, Isidoro Merino, ha descrito, con multitud de ejemplos, los estragos “mariasnos”. Repeticiones injustificadas: “Pensé que pensaría en su hijo”, “sospechar la sospecha del otro”; utilizaciones incorrectas de adjetivos y adverbios: “Pronuncian verosímilmente” (por correctamente), “su voz era vibrada” (por vibrante); construcciones ininteligibles: “las únicas alianzas son contra el uno el otro”, “entre nosotros no había habido tampoco importancia”. En definitiva, anacolutos, faltas de concordancia, confusión del significado de muchas palabras e impotencia expresiva.



La inversión de valores la lleva a cabo la Academia que debe cuidar, fijar, y además dar esplendor a la lengua. Situar a los ágrafos bendecidos por el régimen, al frente de las instituciones culturales, se revela tan grotesco, y a la postre tan devastador, como sustituir las mangueras de los bomberos por lanzallamas.