La bendición de Sant Antoni, que ha tenido que celebrarse en la calle y de manera virtual debido a las restricciones que impone la pandemia del coronavirus, no acabó ayer bien. Al menos para una de las palomas que protagonizó la suelta que cerraba la ceremonia y que, en lugar de volar libre hacia el cielo una vez recibida la bendición, cayó muerta a los pies de quien la sujetaba cuando éste abrió las manos.
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El señor la ha llamado a su lado para preñar a alguna moza.
Vaya tela