En una España agitada y acuciada por problemas sociales derivados directa o indirectamente de la arrogancia y la codicia suscitadas por la gestión de la tesorería y el ejercicio del poder públicos, es necesario tomar conciencia de la realidad existente apreciando en toda su magnitud esos problemas, tener la valentía de denunciarlos públicamente y aportar las soluciones que seamos capaces de imaginar.