Igual que existieron las cartillas de racionamiento, cuyo contenido dependía del poder adquisitivo, el 1 de octubre de 1940 se comenzaron a distribuir en los Ayuntamientos las “tarjetas de fumadores“. Los requisitos para poder acceder a dicha tarjeta y conseguir el preciado botín: Partida de nacimiento (sólo para mayores de edad) Declaración jurada que acredita que se es fumador. Certificado de buena conducta (emitido normalmente por el párroco).