Tras 15 días protestando en la mayor manifestación de nuestra historia por extensión, afluencia y originalidad, ni un solo político se ha posicionado en relación a nuestras propuestas. Ni siquiera se han dignado a valorarlas, analizarlas o comentarlas. Parece que, para ellos, sólo somos votantes. Lo que no somos es ciudadanos. Consiguientemente, no podemos opinar, ni proponer y, por supuesto, lo que decimos no merece ni un segundo de su atención. Sí la merece, sin embargo, nuestra manera pacífica de ocupar las plazas.