"Y yo ahora, gracias a Dios, y por suerte ¿no? Estoy bien [Comienza el relator]. Uno a veces se pregunta que fuese de mi vida ahora sino tuviese a mi virgencita de los desamparados guiándome con la mirada. Estoy bien. Estoy trabajando en una empresita que, gracias a Dios, y por suerte, nos da para vivir tirando para no aflojar. Las viejas centroamericanas y los cuaren/cincuentones, que adoran estos personajes, pierden de vista el por qué de esa formulación discursiva cargada de alabanzas. Y ahí aparecemos nosotros. Que somos malos.
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