Las medidas adoptadas han llegado antes de las elecciones de noviembre en EEUU. El mensaje es claro: los cambios en La Habana son independientes de sus resultados. Cualquiera que sea el inquilino de la Casa Blanca, en enero tendrá un contexto en el cual las demandas de reciprocidad que normalicen la política norteamericana de viajes se incrementarán, y las presiones para que EEUU “actualice” su política hacia Cuba generaran debates en el ámbito migratorio.
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cubamas
Frente a una Cuba que cambia, la parálisis de una política norteamericana negada a ajustarse a los nuevos escenarios luce más esquizofrénica que nunca.