Me niego a no pensar sobre el sentido de mi vida en este mundo, a no plantearme que hago aquí y a renegar mi existencia en manos de cualquiera. No acepto que los años que me quedan en la recámara se inviertan en alimentar lo que aborrezco: esta realidad. Me niego formar parte de ella, que asesina sin compasión ni pena judicial cabezas y sentidos, que utiliza la mentira para formar su realidad y que se escandaliza y preocupa cuando se conoce la verdad. Verdugos del estado, conocidos por su eufemismo "buenos ciudadanos", lavan cerebros...