Publicado hace 11 años por --363016-- a ipachon24tobecontinued.blogspot.com.es

releyendo la carta que había motivado su retorno, aquel francés apuró el último sorbo de café, bajo el calor de la atestada terraza que miraba a la mezquita. Aguadores, tatuadoras y demás comediantes de aquel gran teatro de puertas abiertas habían tomado ya sus posiciones. Las serpientes se erguían levitando al son de las flautas marroquíes. Un musical tintineo enlatado daba la bienvenida a Phillippe, de nuevo, a su querida y encantadora Marraquech...