Los controladores, unos terroristas. El gobierno, una máquina de encontrar soluciones. ¿O es al revés? Los controladores, víctimas de una persecución salvaje, y el gobierno, una institución que le ha cogido el gusto a la imposición por decreto. Sea cual sea la respuesta, lo único seguro es que España sigue luciendo internacionalmente su Estado de Alarma y la militarización de sus aeropuertos. ¿En medio? Miles de ciudadanos que asisten atónitos y llenos de desconfianza a uno de los culebrones más penosos de la última década en España.
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No existe blanco o negro, si no una infinita gama de grises. Tomando 2 tonos y colocándolos juntos, el primero parecerá más claro cuanto más oscuro sea el otro y viceversa, pero en realidad el tono no cambia, sigue siendo gris.
De la misma forma ocurre en este caso, unos intentan parecer blancos haciendo que los otros parezcan negros, cuando en verdad comparten ambos parte de culpa y de inocencia. Es un tema que se va alargando ya muchos años y ninguna de las dos partes encuentra (o no quiere encontrar) una solución.
¿Que ocurriría si los trabajadores menos favorecidos de la sociedad, obreros, camareros, taxistas, conductores de autobús, etc. se pusieran en la misma situación que los controladores?, ¿que ocurriría si fueran médicos, enfermeros, conductores de ambulancia, policías o guardias civiles; con más razón si cabe, pues sus horarios son aún más excesivos y no cobran esos dinerales por las horas extras? Pues lo mismo que ocurre ahora con los controladores, y surgiría un caos aún mayor en todo el país si cabe.
Siempre ha sido nuestra especialidad, la de los españoles, el ver hasta donde se puede tensar la cuerda sin que llegue a romperse; pero claro, hay veces que se rompe y se le echa la culpa a la otra persona que estaba tirando de la cuerda, cuando para tensarla hacen falta dos grupos y ambos tienen la misma culpa.
Conociéndonos como nos conocemos, sabemos bien que esto no va a cambiar, siempre habrá alguien dispuesto a tirar de la cuerda y a esconder las manos cuando la situación sea insostenible.
¿Acaso lo que se desea es llegar a una situación como la de la Huelga general que asoló Francia hace ya algunos años? Esa parece ser la respuesta.