En 2006, un joven ejecutivo del HSBC (Hong Kong Shangai Bank Corporation, banco británico que pasa por ser el mayor de toda Europa) comenzó a copiar una lista compuesta por varias miles de cuentas que su entidad tenía en Suiza bajo secreto bancario y que envió finalmente al fisco francés, en teoría para que iniciara investigaciones. Un idealista, con ganas de tirar de la manta, aparentemente.