Hace 3 años | Por Draper a nuestrotiempo.unav.edu
Publicado hace 3 años por Draper a nuestrotiempo.unav.edu

«Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo». Este aforismo del filósofo Ludwig Wittgenstein guarda una gran verdad. Con nuestras formas de expresión no solo decimos cosas, sino que nos relacionamos con el mundo y con los demás. Con el lenguaje hacemos cosas: alabamos, insultamos, rezamos, apostamos, herimos.

Comentarios

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Muy interesante el artículo. A lo largo de mi vida he tenido la gran suerte de que mi padre se leía libros que yo le robaba, en los que hablaban sobre la importancia del lenguaje, el significado de las palabras. Una palabra en si misma tiene una definición, pero si la metes en un contexto, en una cultura determinada, en un momento preciso puede ser poderosa.

Siempre pongo el ejemplo de que en EE.UU. para eliminar el impuesto de sucesiones, G.W. Bush lo empezó a llamar el impuesto de la muerte. De esta manera se crea una opinión (muy emocional) a favor de eliminar dicho impuesto.

No es casual que los políticos utilicen ciertas palabras, sus frases consigna, que repiten por todos lados, y nosotros las asumimos en nuestras conversaciones como monos de repetición. Hay muchos ejemplos a diario en los medios de comunicación.

Hemos mejorado en que a los Down ya no los llamamos subnormales despectivamente, pero el discurso de la gente en general está empeorando, es más agresivo, menos dialogante. Quizá, si elaboráramos más nuestros pensamientos, si tratáramos de dar un mejor sentido a lo vivido mejoraríamos nuestras conversaciones, en definitiva, mejorar nuestro discurso interior.

Me quedo con el párrafo final:

"Como he dicho más arriba, las palabras no están asociadas mágicamente con las cosas, sino que significan lo que significan porque las usamos como las usamos. Por este motivo no aciertan quienes piensan ingenuamente que cambiando las palabras se cambia el mundo, pero sí podemos decir que cuidando nuestras palabras, nuestra forma de expresión, cambiamos nosotros mismos, nos hacemos —al menos un poco— mejores personas. Por eso las palabras son tan importantes."