Esta es, probablemente, la historia de cualquier mujer marroquí. Marcada por la sangre que debería manchar la cama, a la vista del esposo, en la noche de bodas. Marcada por la decisión ajena que determina quién debe ser el esposo. Marcada por la negación a aceptar la imposición. Marcada por un amor que roba lo más valorado en esa sociedad.
No he podido evitar recordar la frase de Groucho Marx: "Recuerde, señor, que estamos luchando por el honor de esta mujer, probablemente mucho más de lo que ella nunca hizo por sí misma"
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No he podido evitar recordar la frase de Groucho Marx: "Recuerde, señor, que estamos luchando por el honor de esta mujer, probablemente mucho más de lo que ella nunca hizo por sí misma"